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Músicos y cantantes dirigidos por Rinaldo Valldeperas, segundo por la derecha, con Cecilia Nocilli al virginal, en un momento de la actuación en el Archivo Municipal de Valladolid./ REPORTAJE GRÁFICO DE STEPHIE LEHMANN
La lección renacentista
CULTURA

La lección renacentista

Il Gentil Lauro sale del círculo académico y presenta su espectáculo de música, danza y gastronomía del XVI en el Archivo Municipal de Valladolid

V. M. NIÑO

Jueves, 2 de abril 2009, 02:57

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El hombre como medida de las cosas. Ese aserto que descentró la mirada teocrática medieval y la derivó hacia el cuerpo y alma renacentista lleva parejo el descanto del límite y la imperfección. El Renacimiento, tiempo tanto de maestros como de melancolía. Ese es el quicio donde trabaja Il Gentil Lauro, un grupo nacido en la Universidad de Valladolid hace veinte años que ayer se presentó a todos los públicos, a los que quieren llegar en esta nueva etapa. Música, danza, gastronomía y protocolo son algunas de las artes que desarrollan en su espectáculo.

El Archivo Municipal de Valladolid, en la antigua Iglesia de San Agustín, fue el escenario en el que sonaron las cuatro voces, cuatro flautas, el laúd, la viola de gamba, el virginal, las trompetas y el tambor. La música fue una selección de canciones del XVI en portugués, castellano, italiano, francés y alemán. Rinaldo Valldeperas es el director musical mientras que Cecilia Nocilli es la directora coreográfica. Dos bailarinas demostraron cómo era el danzar renacentista: movimientos suaves en los que saltar, avanzar, girar son conjugados por extremidades que se limitan al espacio natural que les corresponde, sin ambicionar el vecino.

Mientras, cantantes y músicos cambian de ubicación entre el público, cómo lo hacían en las cortes. «Entonces no había escenarios, por eso nosotros tratamos de derribar esos muros infranqueables que hemos ido añadiendo con el tiempo entre público y artista. Mientras se comía venía un músico, y luego un malabarista, y a pesar de todo se hacían obras maestras», explica José Ignacio Delgado, el productor.

«Huimos de la visión colorista, del folclore, de la recreación 'light' que ha hecho el cine del Renacimiento. Por eso elegimos el negro para la puesta en escena, a excepción de las bailarinas. Queremos dar la oportunidad a que el público se integre y lo sienta cerca y propiciemos la reflexión», explica Delgado. Instrumentos de época, trajes de brocado y terciopelo, y finalmente gastronomía del quincueccento, eso sí presentada a la manera contemporánea, no en vano el lema de Il Gentil Lauro es «la mirada posmoderna en el Renacimiento». Sobre la mesa hay sopa de manzana, cocina de autor en este caso firmada por Cristóbal de Messisbugo, de la corte de Ferrara, puré de zanahoria confitada, receta de Ruperto de Nola, empanadas de carne y pavo, caramelos de perdiz. Y una de Leonardo da Vinci que en su día no tuvo mucho éxito, una mezcla de coles y anchoa presentado en forma de profiteroles. Para beber, hipocrás, un brebaje que desde el medievo ayudaba a calentar gargantas y estómagos, hecha a base de vino blanco, tinto, miel, azúcar, jengibre, canela y clavo.

Y para los dolientes del siglo XXI, para los apocalípticos que creen que vivimos en el peor de los mundos que han sido, vaya una estrofa de la canción alemana interpretada ayer. Ya en el XVI decía L. Senfl «razón, arte, donaire, ya no son buenos en este mundo. /Quien mucho posee hace lo que quiere. ¿Pero adónde nos llevará todo esto?».

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