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El tren lanzadera, parado nada más salir de la estación Valladolid-Campo Grande. / GABRIEL VILLAMIL
Lleno total
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Lleno total

Casi 280 viajeros estrenaron, a las 6.45 horas, los nuevos trenes lanzaderas entre Valladolid y Madrid

VÍCTOR M. VELA

Martes, 27 de enero 2009, 10:53

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Seis y dieciocho de la mañana. Dos grados de temperatura en las calles, la ciudad con más bostezos que farolas encendidas y un Avant S-121 que entra, lento, en el andén número 1 de la estación Valladolid Campo-Grande. En el vestíbulo ya hay maletas y maletines, ejecutivos atados a una corbata, quioscos todavía cerrados, y viajeros que apuran el último sorbo del descafeinado en la cafetería. «Desde que pusieron la alta velocidad por aquí pasa mucha más gente», comenta J. J., uno de los camareros. La estación maneja un mayor número de pasajeros desde que éstos llegan montados en las alas del Ave. Lo confirma el termómetro de barra y pincho de tortilla. ¿Y cómo ha ido la mañana? ¿Se nota el tirón de las lanzaderas? «Pues sí, parece que hay más gente».

Tanta como para conseguir un llenazo en el tren. Casi hasta la bandera. Repleto desde el primero hasta el último de los coches. Apenas una decena de asientos vacíos sobre un total de 280. Al menos para ir hacia Madrid. «En el sentido contrario, como era de esperar, el grado de ocupación fue inferior», explicaron ayer desde Renfe. Este fin de semana, la operadora informaba de que ya ha vendido -desde el 14 de enero- cerca de doce mil billetes y 140 bonos para un servicio reclamado desde hace meses (casi tantos como desde el primer viaje del Ave, aquel 23 de diciembre del 2007) y que no termina de satisfacer a todos los usuarios. Es cierto que el viaje en los Avant es más barato (el billete sencillo cuesta 21,20 euros, frente a los 33,80 del Ave), pero los horarios siguen levantado voces críticas.

Cada pasajero, un mundo; pero hay quejas que se repiten, como las dificultades para regresar desde Madrid en un tren a ese precio (las lanzaderas son a las 15.30 y las 21.00 horas, y los viernes hay una de refuerzo a las 17.30 horas), «muy poco útiles para los trabajadores con un horario continuado», explicaba ayer por la mañana José Luis Arias, minutos antes de montar en el nuevo tren.

Y tan nuevo. Como que quienes compraron un billete para el de las 6.45 horas tuvieron la suerte de estrenarlo, un Avant 121 que cubre el trayecto completo en una hora y diez minutos (un cuarto de hora más que los Ave). Eso sí, el estreno llegó de la mano de los casi inevitables «desajustes», como los calificaron ayer desde Renfe. El primer Avant de la mañana llegó a Madrid-Chamartín con cerca de cuatro minutos de retraso, a las 7.59 horas, y porque fue recuperando por el camino (a una velocidad máxima de 250 kilómetros por hora, cuando los Ave alcanzan hasta 300). Arrancó según lo convenido, a las 6.45 horas, pero no habían transcurrido ni diez metros cuando sonó un chirrido y el vehículo se detuvo. Se apagaron las luces rojas traseras y así permaneció, parado y aún en la estación, durante nueve minutos que parecieron eternos, tanto para los viajeros como para el personal de la estación, que se acercó para ver lo que sucedía.

Al final, los problemas del estreno, un «desajuste en el sistema de señalización RMTS» -explicaron en Renfe- que fue rápidamente subsanado y que no se volvió a repetir en ninguno de los trenes de la mañana. Esos cuatro minutos de demora ni siquiera fueron calificados de «retraso» por parte de Renfe. Incluso los usuarios y pasajeros del tren reconocieron que los comienzos del Ave fueron mucho más complicados, con incumplimientos de horario más evidentes. «Son los primeros días, es posible que se produzcan desajustes, pero el balance es muy positivo», dijeron en la operadora.

Más lanzaderas

Y en el vestíbulo, en las colas del control de pasaje, decenas de personas. Desde estudiantes a trabajadores, pasando por políticos. Ahí estaba la secretaria de Estado de Cooperación Internacional, Soraya Rodríguez, la concejala de Cultura, Mercedes Cantalapiedra, el consejero de Presidencia del Ayuntamiento, Fernando Rubio, o el diputado Jesús Quijano. Todos ellos viajaron por motivos personales (a Egipto, en el caso de Quijano) o de trabajo, pero no vinculados con la promoción del primer trayecto, como fue el caso de Óscar López, que viajó en sentido contrario (hacia Valladolid) desde Segovia. Pero sobre todo, usuarios habituales de la alta velocidad que ayer volvieron a reclamar una mejora de los horarios y lanzaron propuestas para mejorar el servicio. Por ejemplo, ampliar los descuentos con bonos aplicables a los trenes Alvia, prolongar hasta Valladolid el recorrido de las lanzaderas Segovia-Madrid y no limitar el periodo posible para usar los bonos (ahora caducan en 30 días).

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