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Larrinaga se alía con la suerte y gana
CICLISMO

Larrinaga se alía con la suerte y gana

El ciclista vasco aprovechó la rotura de la cadena de Hermida para proclamarse campeón de España en las laderas de Parquesol

SERGIO G. SASETA

Lunes, 19 de enero 2009, 10:45

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De Larrinaga miró sus cartas, analizó las del rival y, aunque su mano no era la mejor, se tiró un farol y en un golpe de suerte, que ni el mejor guionista de Hollywood hubiera podido imaginar, se llevó la partida. El vasco se proclamó ayer campeón de España absoluto de ciclocross y de paso completó el póker de ases de este deporte. La Copa de España, la Copa Spiuk y el campeonato del País Vasco tienen ya nuevo acompañante en las vitrinas.

Dicen que la suerte es para quien la busca, aunque por lo visto ayer en las laderas de Parquesol, la diosa fortuna es autónoma y ella misma se encarga de emparejarse a su conveniencia. De nada vale dejarse la piel, llevar el peso de una carrera y enseñar la rueda posterior a tus rivales si el sino no está de tu lado. Y ayer, el catalán José Antonio Hermida no contó con su beneficencia y acabó hundido, pero dando la cara. El doble campeón y medallista olímpico encontró a su sucesor.

Sin duda, la carrera de ayer será recordada durante años. Épica. Esa es la definición. Desde la primera curva los grandes favoritos actuaron como tal. No era el día de los héroes y sólo si tu nombre aparecía en la historia de este deporte podías rodar con el grupo de cabeza. Si no, entrada vetada. En la primera vuelta la criba fue extrema y en la segunda, letal.

Al finalizar el segundo giro, sólo Tino Zaballa, José Antonio Hermida y De Larrinaga formaban la cabeza de la prueba. Por detrás, un mermado Óscar Vázquez y el cántabro Isaac Suárez veían como el tridende ganaba ventaja poco a poco. Tras de ellos, Egoitz Murgoitio intentaba recuperarse de una caída tras un choque, muy polémico, con Isaac Suárez, que a la postre le costó el podio.

Si Zaballa fue el encargado de la primera destilación del pelotón, Hermida se decidió a buscar la gran reserva. Dos son compañía y tres son multitud. Había que minimizar el factor sorpresa y siempre es más fácil controlar a uno que a dos.

'Clak'. El catalán bajó plató, aumentó desarrollo e imprimió un durísimo ritmo, que puso la soga al cuello a De Larrinaga y que asfixió a Zaballa. El cántabro comenzó entonces a sufrir demasiado. No es lo mismo correr para cazar, que para huir. La cabeza se le iba y, por detrás, Suárez venía como una moto.

Doble duelo

Una guerra y dos batallas. Por un lado el duelo catalano-vasco por el oro. Atrás, la batalla cántabra por el bronce. Era el cuarto giro y los ataques en la locomotora del tren se sucedían sin tregua. Hermida probaba una y otra vez a su contrincante.

En la recta asfaltada usaba su potencia. En el descenso entre pinos su valentía y en el brutal ascenso desde la zona baja del circuito hasta la cumbre del Parque del Mediodía su inteligencia. Cinco segundos llegaba a sacar de ventaja, pero el vasco se retorcía sobre la bicicleta y neutralizaba la ventaja.

De nuevo, eran tres los metros de avanzadilla. De Larrinaga, con un golpe de riñones le daba caza. El del País Vasco se estaba desfondando, quería el cuarto título de la temporada. Lo necesitaba. Lo deseaba. Justo cuando se empezaba el quinto giro miró el crono. Aún quedaban tres más. Demasiados. Tocaba arriesgar y saltó.

Hermida, muy atento le dio caza entes de regresar al barro. Parecía que la cosa se había tranquilizado. Lo que nadie sabía era que en ese arreón del catalán uno de los eslabones de su cadena había sufrido demasiado y estaba a punto de abandonar la unidad. La suerte iba a meter mano en la carrera. Era su momento estelar. Le tocaba jugar.

Fuera de carrera

En el diabólico descenso, la mecánica de la bicicleta catalana pasó desapercibida. No hacía falta, pero en el momento de la escalada. En ese primer esfuerzo, se partió en mil cachitos. Hermida se quedó con dos ruedas, muy caras, y poco más. De Larrinaga no sabía lo que pasaba, tampoco quiso preguntar. Lo adelantó como alma que lleva el diablo.

En el sexto giro ya había reventado la carrera. La suerte del campeón, y el estar en el lugar adecuado en el momento oportuno, le regaló dos giros para el recuerdo. Sus fans enfervorecidos. Él, atento a cualquier sonido extraño y ajeno a lo que se cocía por detrás.

Isaac Suárez y Tino Zaballa pasaron juntos a Hermida y comenzaron un duelo fratricida, que no se rompió hasta la última vuelta. En el comienzo, donde la brea es la reina. Isaac probó suerte y pilló dormido y cansado a su rival. Ganó esos metros cruciales imposibles de desperdiciar. Cuchillo entre los dientes y hacia la medalla de plata.

Por detrás, Egoitz Murgoitio. El superviviente. Sufría, pero iba a más y veía el brillo del bronce en la salida de cada curva. Apretó los dientes. Sacó la rabia contenida y, mientras Ruiz De Larrinaga levantaba el as de corazones, él intentaba llevarse el reintegro.

A cinco segundos se quedó del tercer puesto, que ocupó Constantino Zaballa, al que la prueba se le acabó en el momento justo. La cruz. La derrota. El sabor amargo fue para José Antonio Hermida. Tuvo el título en la mano. Lo buscó, pero eso no es suficiente. Quizá en el próximo repecho, el barro le dé lo que ayer le arrebató.

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