«Espero que a ningún trabajador le ocurra lo mismo que a nosotros»

«Lo hemos pasado muy mal y ha sido una lucha muy dura. Por eso, espero que a ninguno le ocurra lo mismo que nos pasó a los trabajadores de la Fábrica de Armas que fuimos trasladados a Alfacel, y después también perdimos este empleo». Así se expresa M. J. G., una de los tres trabajadores que han ganado una sentencia judicial firme en la que se admite su derecho preferente a retornar a su empleo inicial en la industria de armamento palentina.

La empleada llevaba 21 de actividad en la entonces Santa Bárbara cuando fue incluida en el expediente de regulación de empleo, que afectó a otros 48 operarios de la misma planta, para prestar servicios en la desaparecida Alfacel, situada en el término de Dueñas. La plantilla de la fábrica de tripas celulósicas se completó también con otro grupo de trabajadores de la extinta Fábrica de Armas de Cabezón de Pisuerga, en Valladolid. «Fuimos a trabajar a Alfacel obligados por las circunstancias, pero nunca creímos que aquel empleo nos durara mucho tiempo. Además, se nos trató muy mal. Fue una etapa muy dura, aunque lo peor vino cuando se cerró y nos quedamos en la calle», recuerda también M. J. G., que ahora, tras la sentencia del Tribunal Supremo sólo piensa «en volver a trabajar en la Fábrica de Armas», según argumenta.