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FERNANDO CABALLERO
Jueves, 29 de mayo 2008, 02:33
El ciclo 'Constelación Arte', que produce la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, ha arribado de nuevo a Palencia con la exposición de Patricia Azcárate (Madrid, 1959) titulada 'A pleno pulmón', que se presenta en la Biblioteca Pública hasta el 29 de mayo. Las pequeñas dimensiones de la sala contribuyen a crear un espacio único en torno a la propuesta conceptual de esta artista. La sala, ciertamente, se convierte en un espacio de vacíos y de manchas en el ambiente, manchas que parten de la utilización de esponjas de colores, de muchos colores, fuertes y pálidos, pero con suficiente fuerza para generar tensiones entre la existencia de objetos y la ausencia.
El visitante se sumerge en un ambiente de formas variadas que están suspendidas en el aire, bien colgadas del techo o bien sujetas a las paredes mediante finas alambres. Un territorio lunar, celeste o subacuático, se presenta ante los ojos de un espectador que recorre la sala con la mirada puesta en cada uno de los elementos que encuentra para no violentar su distensión.
Patricia Azcárate utiliza en sus composiciones materiales ligeros y etéreos. El alambre fino, la esponja pigmentada y porosa y el vidrio, un material transparente que termina siendo opaco por la introducción del color en su interior, momento en el que la levedad supera el límite y aparece con una gran dureza. En cualquier caso, todos ellos hacen de esa superficie única en el que se ha convertido la sala de la Biblioteca Pública un espacio transparente y abierto que permite la respiración a pleno pulmón, como invita el título de la exposición.
La artista desafía a la gravedad con su propuesta. Lo ligero queda suspendido en el aire, no alcanza el suelo. El aire absorbe las formas, las manchas que referíamos al principio. La exposición se mueve entre la fragilidad de los objetos y la tensión que generan las formas de los materiales, esponjas marinas livianas y de texturas porosas, atravesadas por alambres casi imperceptibles que se mueven de manera sinuosa, vidrios de textura suave y composición elaborada, frente a la arbitrariedad que presentan las esponjas. Los vidrios refuerzan las tensiones al simular lágrimas en caída descendente, lágrimas salpicadas de sangre que se derrama.
En definitiva, la artista ha creado en la sala una atmósfera interior y oculta, a base de elementos colgados o apoyados en el suelo, en un doble lenguaje que contribuye a intensificar la tensión de las dicotomías, de las dobles sugerencias empleadas para cerrar espacios.
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