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automovilismo

Alonso, de espaldas a París

J.M.R.

Viernes, 14 de septiembre 2007, 10:25

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.Los doce camiones de McLaren que se pliegan y despliegan como un acordeón para armar el mayor mamotreto de la vanguardia del diseño en la F-1 están a medio hacer, a camino entre Spa y París. «Closed (Cerrado)», decreta uno de los pocos empleados de la escudería al prohibir el paso. En obras. Vacío.

La puerta automática del pabellón McLaren capta el clic de la proximidad y al fondo del pasillo se ve a Fernando Alonso sentado en una mesa y rodeado de su séquito (su padre y su representante) en medio de un desierto. No hay nadie en McLaren. Frente a la normalidad de un jueves (batallones de cocineros, empleados, gente corriendo de un lado para otro), la despoblación total. Un cocinero, dos o tres montadores, un asistente de Prensa y mesas desocupadas.

«Tres minutos de ventaja de Menchov, ¿eh?», suena en el interior de la estancia como un resorte intempestivo. Alonso no se declara partícipe del ambiente de funeral que se vive durante todo el día en McLaren. Ha venido a ganar una carrera de Fórmula 1 y en ese objetivo concentra sus esfuerzos.

Una carrera más, aunque ésta no tenga ningún síntoma de normalidad. El canal inglés de televisión Sky News repiquetea insistente en los monitores de McLaren la imagen de Ron Dennis y Lewis Hamilton ingresando en la sede de la FIA en París.

Falta actividad. Alonso no da una vuelta de reconocimiento al trazado, tal y como era su costumbre en Renault. Sólo tiene una cita pública a lo largo de la tarde: la rueda de Prensa oficial de la FIA, tres de la tarde.

Aburrido en el campamento de McLaren desde que llegó a primera hora de la mañana en avión privado, el asturiano se encamina a la rueda de prensa con aire despreocupado, sin litigar con la sinfonía que se vive en París. «Tres minutos de Menchov, ¿eh?. ¿Es bueno el ruso, eh?», repite burlón mientras expresa su confianza en que Carlos Sastre pueda darle alguna emoción aún a la Vuelta.

Del día de locos en conexión entre París y Spa, ni mu. Silencio administrativo en la rueda de prensa oficial de la FIA. Alonso, al estilo J. B. Toshack. «No comment», advierte a un periodista inglés a propósito de la sesión de París. «No quiero hablar sobre lo que pasa fuera del paddock. Estoy concentrado al 100% en la carrera», repite ante la lógica repetición de la pregunta. «¿Por qué no estás en París y sí Hamilton y De la Rosa?». Y nueva ración de J. B. «No comment».

Entre tanto habla de las condiciones especiales de Spa, de los tramos secos y mojados en los siete kilómetros de cuerda, del cambio de giros izquierda-derecha. Termina la conferencia y el campeón del mundo regresa a la rutina: reunión vespertina con sus ingenieros.

Antes de que Alonso abandone la cita con sus ingenieros, aparece Lewis Hamilton por el circuito. En menos de una hora ha llegado desde París en el avión privado de Dennis. Sin nada que hacer, sin conocer la decisión del sanedrín de la FIA, despreocupado y sin agobios, el asturiano se marchó de Spa a las cuatro y media, pendiente de los tres minutos del líder de la Vuelta.

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