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Varias mujeres beneficiarias del proyecton cosen con las máquinas donadas. El Norte
Valladolid gestiona máquinas de coser para mujeres sin recurso de Haití

Valladolid gestiona máquinas de coser para mujeres sin recurso de Haití

La ONG Acción Verapaz ha emprendido este proyecto que beneficia a 35 mujeres entre los 26 y 50 años

Víctor Vela

Valladolid

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Lunes, 19 de febrero 2018

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Valès Frantzine tiene 37 años, cuatro hijos (el mayor, Romain, de 16 años) y una máquina de coser. Lo último, así, de primeras, leído desde Valladolid, no parece gran cosa. Pero allí, en Colse, un pequeño núcleo de población en el sudeste de Haití, una máquina de coser es un tesoro, un instrumento inmejorable para hilvanar un futuro que suele mostrarse con nubarrones en Les Anglais, una de las comunidades más desfavorecidas de uno de los países más pobres del mundo. La familia de Valès Frantzine ha vivido durante años de los ingresos que le aportaban dos granjas familiares, cuentan desde Mofeda, una entidad solidaria que trabaja en la zona. «El problema es que las cosechas han sido siempre tan exiguas que apenas les servían para satisfacer las necesidades alimentarias de la familia».

¿Esto que supone? Pues que si todo lo que cultivaban los destinaban al consumo propio, apenas contaban con excedentes que vender en los mercados. O sea, no disponían de fuentes de ingresos con los que comprar otros bienes. El círculo de la pobreza se estrechaba cada vez más... hasta que Valès Frantzine y otras mujeres de la zona se agarraron a un hilo salvador.

Cuentan desde Mofeda que su situación de pobreza no solo es que esté extendida en la comunidad, sino que hay casos todavía más extremos, con mujeres que recurren a la prostitución para ganar dinero con el que mantener su hogar y niños que dejan de ir a la escuela (sus familias no pueden hacer frente a las matrículas) para mendigar o trabajar en lo que sea, algo no muy sencillo en una comunidad con el 65% de desempleo, donde el 70% de los trabajadores se dedican a la agricultura y en la que los campos atraviesan temporadas de muy baja producción, agravada además por los efectos del huracán Matthew, que arrasó Haití en octubre de 2016, con vientos de hasta 240 kilómetros por hora. Dejó a su paso un reguero de 800 muertos y la destrucción de infraestructuras, «con los puntos de agua potable y las redes de saneamiento en muy malas condiciones».

¿Cómo intentar revertir esta situación? La respuesta ha llegado desde Valladolid en forma de máquinas de coser. Una subvención del Ayuntamiento (de 8.186,42 euros) y diversas aportaciones, hasta sumar 18.600 euros, han permitido a la ONG Acción Verapaz emprender un proyecto -en colaboración con la entidad local Mofeda- que beneficia a 35 mujeres entre los 26 y los 50 años. Valès Frantzine es una de ellas. «Detectamos que entre las familias de la comunidad de Les Anglais (en torno a los 27.000 habitantes) había mujeres que tenían conocimientos de costura, pero que no podían sacarles provecho porque carecían de medios para ello», explica Raymonde Louis, uno de los promotores de la iniciativa, quien añade que muchas de ellas ni siquiera podían confeccionar los uniformes escolares de sus hijos. «Hace unos meses tuvimos una reunión con varias de esas mujeres costureras y les preguntamos si veían alguna solución. La impresión unánime era llegar a algún tipo de acuerdo con una ONG para comprar esas máquinas de coser» , dice. Ahí entró la labor de Acción Verapaz, que eligió Valladolid como ciudad desde la que respaldar esta iniciativa.

Sin discriminación

El dinero recaudado aquí, a este lado del Atlántico, ha servido para comprar las 35 máquinas en Puerto Príncipe, la capital de Haití, y distribuirlas luego en los hogares de las participantes en el proyecto. «La selección se ha hecho en función de la necesidad económica de las familias y de sus dificultades sociales. En ningún caso ha habido preferencia sobre la raza, la religión o la pertenencia social. El único objetivo era encontrar a las familias idóneas para sacar el mayor provecho posible de las máquinas de coser», explican desde Mofeda. El proyecto lleva en marcha casi un año. Las primeras máquinas se repartieron en marzo de 2017, después de que se impartiera un curso de capacitación de tres días en las que se informó sobre «el mantenimiento de las máquinas, cómo funcionan, cuestiones de moda y de ética profesional». Desde entonces, los resultados han sido satisfactorios, explican las entidades impulsoras. Las costureras pueden así confeccionar su propia ropa, hacer arreglos o encargos y que ese dinero sirva de complemento para la economía familiar. «En un futuro incluso nos gustaría dar algún paso más, porque hay varias beneficiarias que han mostrado su interés en el mundo de la moda y del diseño, y tal vez podríamos montar un taller».

Una comisión de seguimiento se reúne los viernes para comprobar los beneficios de este proyecto que se cose en Haití con hilos solidarios enhebrados de

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