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MIGIEL GARCÍA MARBÁN
VALLADOLID
Sábado, 19 de mayo 2018, 21:34
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En la memoria de Castromonte se recuerda que hace cientos de años un gran incendio se propagó por todas las calles del pueblo. Los vecinos, atemorizados, acudieron a su patrona, la Virgen del Rosario, para que acabara con las llamas. Al poco rato de sacar a la imagen en procesión, las llamas cesaron. Entonces el pueblo, agradecido, juró rendir todos los años un sentido homenaje a su Virgen en lo que se denomina un voto de villa.
Ayer se volvió a repetir una tradición que después de siglos se conoce en el pueblo como «la rogativa», ya que han sido muchas veces las que por medio de este voto de villa se ha pedido el agua para los campos. De hecho, existe otra tradición por la que un año, después de la rogativa, llovió mucho, la cosecha de trigo fue muy buena y hubo mucho pan, por lo que en los pueblos de la zona se conoce a la Virgen como la Panadera.
La tradición se repetía todos los lunes de Pentecostés cuando finalizaba la novena al Espíritu Santo. Desde hace años tiene lugar el sábado anterior con el fin de dar la posibilidad, a todos los vecinos que viven fuera, de que puedan participar de esta tradición en la que salen a la calle una larga procesión en la que son portados a hombros distintos santos de devoción que acompañan a la Virgen del Rosario.
Un año más, la procesión fue abierta ayer por la imagen del niño Jesús, que fue portada por niños. Después, y por orden de su festividad en el año, siguieron San Antón, San Sebastián con la bandera nacional, San José, la Cruz, San Antonio, el Padre Bernardo de Hoyos, Santa Rita, San Roque, la Virgen de Fátima, la Purísima, el Corazón de María, el Corazón de Jesús, la Virgen del Rosario, San Clemente, que es el patrón, la Virgen del Carmen, Santa Ana y la Virgen del Rosario, que cerró la procesión vestida con sus mejores galas que en otros tiempos la regalara la marquesa de Trebolar.
La gran mayoría de los santos tiene su cofradía y es el mayordomo el que tiene el honor de invitar a otras personas a portar las andas, sin que necesariamente sea de la cofradía. Al final de la procesión el mayordomo les agasajará en su casa con una suculenta merienda en la que no faltan mariscos, pescados y carnes. Este año la gran sorpresa se produjo en el momento en el que la procesión llegó de nuevo a la plaza de pueblo cuando, antes de entrar en la iglesia, tras rezar la salve, apareció José Luis Gutiérrez tocando su saxofón junto con su batería, Lar Legido, que además procede de Castromonte. La fiesta tuvo el mejor final con un concierto del prestigioso saxofonista junto a la degustación de una buena parrillada de chuletilla de lechazo.
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