Borrar
Luis Alberto García, en su despacho de Miguel Íscar.
Una historia de superación

Una historia de superación

Luis Alberto García compaginó los estudios de Derecho con su trabajo en turno de noche, hasta lograr hacerse abogado

Laura Negro

Domingo, 2 de abril 2017, 14:16

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La de Luis Alberto García es una gran historia de superación personal y profesional, que no hace más que demostrar que es posible alcanzar cualquier meta que uno se proponga, por difícil que ésta parezca. Hace algunos meses que este abogado puso en marcha su propio despacho jurídico, pero antes tuvo que superar grandes dificultades. Es un trabajador nato. A sus 41 años le enorgullece decir que en su informe de vida laboral tiene cotizados más de 21 años, todos por cuenta ajena, y la mayor parte de ellos en el sector de la construcción. Siempre quiso estudiar, pero por una complicada situación familiar, tuvo que aparcar sus estudios de electrónica para empezar a trabajar y llevar dinero a casa.

Durante dos años trabajó en una óptica como aprendiz y después de cumplir el servicio militar, encontró trabajo como encofrador en la construcción, primero como peón y tres años más tarde pasó a ser oficial de primera con una cuadrilla con la que viajó por toda España. Más tarde creó su propia cuadrilla de encofradores. «Yo me encargaba de hablar con los empresarios para que contrataran nuestros servicios. No busqué ser el líder de mis compañeros, pero ellos me veían así, quizá por mi capacidad de iniciativa. Entre nosotros había un gran ambiente y trabajábamos muy a gusto juntos», explica. En el 2007, un año antes de la llegada de la crisis, una empresa le ofreció la posibilidad de ser encargado de obra con un contrato de cinco años que Luis decidió aceptar. «Aquello era un gran aliciente para mi. Los ingresos eran mayores, los riesgos muchos menores y era un contrato de larga duración. Por eso acepté, pero poco después, la empresa cerró y me vi en la calle», recuerda.

Durante un año buscó sin éxito trabajo en el sector de la construcción, al final decidió abrirse a otras oportunidades laborales. «Trabajé en una gasolinera haciendo sustituciones, pero me di cuenta de que no podía seguir así. Lo mío era la construcción, pero el sector estaba en una situación horrible, así que decidí que debía encauzar mi vida y retomar los estudios que dejé aparcados de joven. Así que mientras estaba en el paro, en el 2009, me saqué el acceso a la universidad para mayores de 25 años», explica con brillo en los ojos. «Decidí ser abogado. Durante toda mi vida laboral vi verdaderas barbaridades hacia los trabajadores y me parecía que podía ser una buena manera de ayudar a los demás», añade.

Ha estudiado incansablemente hasta que en 2016 se sacó el grado en Derecho y un máster de dos años de duración. Su gran mérito es que lo hizo compaginando los estudios con su trabajo en turno de noche, en la gasolinera y en la cadena de una fábrica. «Salía de trabajar y me iba a clase, a estudiar o a hacer la pasantía, lo que tocara. Por la tarde dormía y de noche entraba a trabajar otra vez. Así durante seis años. Ahora, si echo la vista atrás, no sé ni cómo lo hice. El primer año fue muy duro para mí, porque iba a la Universidad con chavales de 18 años, pero a medida que iba viendo las notas, me iba animando a seguir. El esfuerzo ha merecido la pena. Ya soy abogado y eso me hace muy feliz», indica exultante.

El pasado mes de septiembre finalizó el contrato de fin de obra en la empresa en la que trabajaba. Una vez en paro, en lugar de solicitar la capitalización para poner en marcha su despacho, Luis decidió solicitar la compatibilidad de la prestación con trabajo por cuenta propia durante los primeros seis meses. «Un requisito imprescindible era estar dado de alta como autónomo, así que ahora, estoy como autónomo y también estoy dado de alta en la mutualidad de la abogacía», aclara este abogado, quien tuvo que pedir financiación para sufragar los gastos derivados del inicio de la actividad y de los primeros meses de desarrollo. Lo hizo a través de la página web del BBVA, donde consiguió de manera rápida y sin apenas documentación, un préstamo preconcedido.

Justo cuando estaba empezando a dar los primeros pasos en su profesión, le surgió la posibilidad de compartir despacho con otros abogados de la firma S3 Abogados. «Estoy encantado. Me explicaron las condiciones y vi que eran muy ventajosas. Tengo mis propios casos y comparto despacho con compañeros del gremio y gastos de suministros y alquiler. Además, pueden surgir colaboraciones entre nosotros», expone.

Se considera un abogado multidisciplinar, que abarca diferentes materias, como el derecho civil, penal, laboral o el contencioso-administrativo. «Soy especialista en cualquier caso que entre por la puerta», bromea este abogado cuyos primeros clientes han sido familiares, amigos y antiguos compañeros de trabajo. «El boca a boca es lo que mejor funciona. Es un sector complicado, en el que hay mucha competencia. Lo que tengo muy claro, es que si un trabajo no puedo asumirlo, no lo haré. Los trabajos que acepte será porque estoy seguro de que puedo llevarlos a cabo con rigor», indica.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios