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m. g. marbán
Martes, 14 de febrero 2017, 13:59
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Pasear por las ruinas de lo que en su día fue un gran edificio, como un castillo, un monasterio, una iglesia o un palacio, lleva siempre a pensar cómo fue en sus días de esplendor, a imaginar qué dependencias tenía, cuáles eran sus usos, por qué se construyó, quién lo hizo, sin olvidar quién lo habitó o su acontecer diario, es decir, su intrahistoria.
Por eso, junto a la consolidación y conservación de los restos que han llegado hasta nuestros días es necesario llegar a saber todo lo que se pueda conocer de él, quizás como una deuda hacía los que lo levantaron, pero también como un compromiso y un deber del presente hacia las generaciones futuras.
Un compromiso y deber que se han propuesto el Ayuntamiento de Villagarcía de Campos, la Junta de Castilla y León, la Diputación de Valladolid, la asociación Amigos de la Historia de Villagarcía y la Universidad de Valladolid con el proyecto QU1554, Juan de Austria que, a través del Laboratorio de Fotogrametría Arquitectónica, pretenden, reconvertir las ruinas del castillo de los Quijada en un lugar visitable, consolidando lo existente, recuperando lo oculto y reconstruyendo someramente algunos elementos para poder desarrollar actividades turísticas, culturales y educativas que garanticen su conservación, estudio y difusión.
El proyecto completo cuenta con ocho fases de intervención de las ya han sido ejecutadas las tres primeras. En 2014, se realizó la adecuación del castillo, por medio de la que se buscó adecentar el recinto para acceder sin riesgos.
Entonces se procedió a la limpieza del patio de armas y colocación de un cerramiento en la zona oeste mediante valla de cable de acero, además de consolidarse la coronación de las murallas sur y este y del muro de tapial de la panera, y señalizarse el recorrido visitable del castillo mediante la colocación de paneles informativos.
Al año siguiente, en 2015, se llevaron a cabo estudios arqueológicos en determinadas partes del castillo. En esta segunda fase también se realizaron la limpieza del tablero del puente y del foso con reposición del pretil, se colocaron puertas de reja metálica en los accesos (puertas sur y este) y una rampa de acceso en la puerta este, realizada con estructura de acero y con el logotipo del proyecto.
Estudios arqueológicos
En la tercera fase, ejecutada el pasado año, se efectuaron estudios arqueológicos en el interior de la torre del homenaje y analíticos en el resto de muro tapial de la muralla norte. Las intervenciones realizadas fueron trabajos de consolidación de la torre, que se recuperó como mirador mediante la colocación de unas plataformas de estructura de acero y escalera de caracol.
Además, se recuperó el muro tapial de la muralla norte convirtiéndolo en un elemento didáctico que muestra el proceso de construcción de este tipo de paredes.
El acondicionamiento del patio interior y exterior del castillo, la recuperación de la panera como centro expositivo, la recomposición de los lienzos de muralla norte y oeste simulando las dimensiones que tenían, la iluminación del conjunto y la intervención en la colegiata y en el recorrido urbano componen, junto a los estudios arqueológicos pertinentes, las intervenciones de las cinco fases restantes.
Reunión multidisciplinar
En este deseo de saber cómo era el castillo, el 24 de enero tuvo lugar en la Escuela de Arquitectura de Valladolid una reunión multidisciplinar en la que participaron el jefe del Servicio Territorial de Cultura, Leopoldo Cortejoso; el concejal del Ayuntamiento de Villagarcía de Campos, Jesús de la Iglesia, quien asistió junto a la técnico de Turismo de este municipio, Teresa Rodríguez; el arquitecto y especialista en fortalezas, Fernando Cobos; el historiador del Arte, Fernando Gutiérrez; y los arqueólogos Eduardo Carmona y Jesús Misiego.
El concejal de Villagarcía señaló que la iniciativa había sido muy positiva, ya que se había realizado una «exposición de los trabajos realizados y de los hallazgos arqueólogos, interpretación de los restos conservados, en especial de muros y elementos defensivos, y debate de las posibles épocas constructivas».
De la Iglesia explicó que en el encuentro se había decidido que en la página web del Laboratorio Fotogrametría Arquitectónica se presenten distintas hipótesis sobre los elementos constructivos que han desaparecido y ofrezcan dudas, entre ellas, cómo eran las troneras y matacanes. También se procederá a un estudio y lectura estructural y a la elaboración de un vídeo y una reconstrucción virtual de cómo era el castillo y de sus distintas fases constructivas.
Majestuosa
«El castillo de los Quijada debió de ser una fábrica majestuosa e imponente. Sus muros ya desmoronados y casi derruidos tenían gran elevación y estaban defendidos por una línea inferior de troneras para mosquetería, y por otra superior para tiros gruesos. No quedan restos de sus almenas, ni matacanes. Los dos robustos torreones que flanquean su frente, apenas se elevan hoy sobre las murallas. Un puente levadizo, sustituido ahora por uno de piedra, daba paso a la entrada, situada en la cortina suroeste; y el foso que rodeaba la fortaleza se halla completamente cegado», según escribía en 1895 el historiador Juan Ortega Rubio.
Juan de Austria fue educado en este castillo por la esposa de Don Luis de Quijada, Magdalena de Ulloa, que fue la que se encargó del niño hasta que se independizó tras su presentación al rey Felipe II. Entretanto, tuvo tiempo de conocer a su padre, en Yuste, sin saber que lo era. En 1559, el niño fue reconocido por Felipe II como hermano suyo, y se le asignaron rentas y casa.
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