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Silvia, Alejandro y Miriam posan para el objetivo de Danimantis.
Un calendario para romper, día a día, barreras con el síndrome de Down

Un calendario para romper, día a día, barreras con el síndrome de Down

El fotógrafo Danimantis retrata a más de treinta integrantes de la asociación Down Valladolid para recaudar fondos que financien la actividad de la entidad

Víctor Vela

Sábado, 10 de diciembre 2016, 20:55

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«El otro día explica Silvia Parada se acercó al super una señora muy peripuesta que me dijo: Es la primera vez en 56 años que veo que me atiende una chica como tú».

Cuando aquella mujer dijo como tú no se refería a que Silvia es una joven «simpática, agradable, cariñosa» así se define ella misma, de 31 años y a la que le gustan los libros románticos y de aventuras. Cuando aquella mujer dijo como tú quiso subrayar que Silvia tiene síndrome de Down.

¿Y qué le dijiste?

Que eso es porque no suele venir a comprar el pan aquí, porque yo ya llevo ocho años.

Pues eso.

Ocho años en el departamento de panadería del Alimerka de la calle Gabilondo. Allí despacha barras, baguetes y fabiolas Silvia Parada, quien no solo muestra su sonrisa en el puesto de trabajo, sino también en los tres mil ejemplares del calendario que acaba de editar la asociación Down Valladolid, que con este almanaque quiere recaudar fondos para sus proyectos y conseguir «mayor visibilidad en la sociedad».

¿Hace falta todavía lo de la visibilidad?

Claro. Más que prejuicio es desconocimiento. No se conocen las capacidades de estas personas; se suelen poner unos límites que no existen.

Responde María Antonia Juan, gerente de Down Valladolid, un colectivo que desde hace 25 años atiende ahora son 80 familias a personas con síndrome de Down y discapacidad intelectual desde su sede en la plaza de Uruguay, Arturo Eyries. Allí ofrecen atención temprana, estimulación cognitiva y, posteriormente, formación prelaboral y empleo con apoyo en empresas normalizadas. «No apostamos ni por los talleres ocupacionales ni por los centros especiales de empleo; nuestra apuesta es clara por la integración en las empresas». Para ello, mantienen acuerdos con sesenta compañías (cadenas de ropa, hipermercados del deporte), que ofrecen empleo han logrado el 80%de integración a personas como Silvia. O como Miriam.

Miriam Orejón tiene 24 años y unas ganas enormes de trabajar.

¿De qué?

De secretaria.

Lo dice segura. Con la misma firmeza con la que enumera que le gusta estudiar, dormir, el ordenador y Acacias 38, su telenovela preferida.Y luego repasa su currículo.Como esas prácticas que ha cubierto en la oficina del BBVAen la calle Monjas (La Victoria). Ahora completa su formación con un programa de 700 horas sobre nuevas tecnologías (se llama Yo me prep@ro) que se imparte gracias a un convenio con Vodafone. «Estos proyectos, y la implicación con las empresas, son muy importante para lograr la inserción laboral y, a partir de ahí, conseguir la plena autonomía», explica María Antonia Juan. Y no es fácil, porque el desempleo entre las personas con síndrome de Down alcanza el 95%. Una cifra altísima que para rebajarla requiere de la implicación de los negocios («es rentable desde el punto de vista empresarial»), de la sociedad en general y de la administración.

El consejero de Empleo, Carlos Fernández Carriedo, aseguró hace dos semanas que la Junta prepara para 2017 una línea de ayudas (100.000 euros de dotación) para contratar a preparadores laborales que faciliten la inserción de personas con discapacidad en las empresas.

Cuenta la gerente del colectivo que esta, vinculada con el empleo, es una de las principales vías de acción de Down Valladolid, volcado con las personas adultas, aunque sin olvidarse de los niños. «Es verdad que cada vez hay menos nacimientos por las pruebas durante el embarazado», explica. Pero la asociación no descuida su papel de información y acompañamiento a lo largo de toda la vida. Y sí, los primeros momentos suelen ser muy delicados. Por eso cuentan con un programa en el que familias que ya conocen la experiencia tutelan a aquellas que se acaban de estrenar. Isabel Merino fue la guía de Nieves Vargas durante esos meses.

Nieves e Ismael son los papás de Alejandro, cinco años, un chaval que también es protagonista del calendario y que presume de amigos (en el colegio de las jesuitinas) y de su afición por el Atlético de Madrid. Recuerda Nieves el momento en el que los médicos le dijeron que Alejandro tenía síndrome de Down. «Fue un palo muy grande», dice, no lo niega. Pero aquel pensamiento apenas duró unos minutos. «Nos miramos Ismael y yo. No tuvimos que decir mucho más. Había que afrontarlo, pero también que disfrutarlo».

Alejandro es el segundo hijo de la pareja. «Cuando me quedé embarazada otra vez, me dijeron que me hiciera pruebas. Y no quisimos». Desde el primer mes de vida, Alejandro ha recibido atención en estimulación cognitiva y logopedia.Ahora acude a clase, al cole. «superintegrado». «Siempre hemos luchado para que nuestros hijos, los tres, sean independientes... y lo vamos a conseguir. Cuando me preguntan si tengo incertidumbre por el futuro de Alejandro, siempre digo que me da más miedo cómo crecerán los otros dos: las drogas, los estudios...».

Posa Alejandro como Silvia o Miriam todo elegante para el objetivo de Danimantis, fotógrafo que por tercer año colabora de forma desinteresada con un calendario que para 2017 rinde homenaje a la vendimia, en la que este otoño han participado 30 personas de la asociación, en la bodega Tacho y Toya (Serrada). «Mi pasión son los retratos. Captar la verdad de las personas...». Y lo consigue (con creces y sin barreras) en este calendario que puede conseguirse en la sede de la asociación (plaza de Uruguay), en el estudio de Danimantis (Cardenal Torquemada, 50)y en el Café del Norte (Plaza Mayor).

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