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l. negro
Domingo, 4 de diciembre 2016, 12:16
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Entre risas afirma que hasta hace poco no sabía distinguir una lenguadina de una lubina, y ahora es todo un experto en lo que a pescados y mariscos se refiere. Lo suyo eran los rosales y las plantas, ya que desde hace 15 años trabaja como jardinero. Él es Carlos Revilla, un joven de 33 años que en octubre de 2015 abrió Pescadería Antares, su nuevo negocio de despacho de pescados en la calle Morena, en el barrio de Huerta del Rey.
Nada más cumplir los 18 años, Carlos se compró una furgoneta y se dio de alta como autónomo. Su padre, jardinero de profesión, le enseñó el oficio y desde el principio le fue muy bien, con una clientela fiel tanto de empresas, como de particulares y comunidades de vecinos. «Me encanta mi trabajo. Diseño y monto jardines, riegos, hago mantenimientos, podas lo mío es estar al aire libre», recalca. Vive en el barrio, y siempre le llamó la atención un local muy bien situado, que llevaba unos 20 años cerrado. Pensó que era un buen lugar donde poner un negocio. «Estudié el tipo de establecimientos que había en la zona, y me di cuenta de que había de todo, excepto pescaderías. Lo comenté con mis padres, que siempre me han apoyado en todo y como les pareció bien, no me lo pensé dos veces y me lancé a emprender. Yo soy de pensar poco pero de actuar mucho, y creo que es así como salen bien las cosas», recuerda.
En esta aventura emprendedora, le acompaña y apoya desde el primer momento su prima Virginia, quien tiene una larga experiencia como pescadera y le ha echado una mano en todo lo que ha necesitado. «Me lo ha enseñado todo, especialmente a distinguir el pescado de calidad del que no lo es, y a poder comparar precios. En este negocio, la ganancia está en saber comprar bien», comenta este emprendedor que ha contratado a su prima como dependienta. «La única ayuda que me han concedido por esta nueva empresa ha sido una pequeña subvención por hacer un contrato indefinido a Virginia», explica Carlos, quien solicitó una línea de crédito personal en su oficina habitual del BBVA, en la calle Morena.
La obra y acondicionamiento del local se alargó más de lo esperado. Durante los cinco meses que duró la reforma, este joven aprovechó para aprender todo lo que necesitaba para llevar el negocio, incluso se fue a Madrid a visitar otros mercados y pescaderías. «La formación fue muy complicada. Yo sabía nada de cómo llevar una pescadería, pero he invertido muchas horas y esfuerzo para ponerme al día. Donde más he aprendido es en el mercado central. Todos los días me recorría los puestos, preguntando mucho a todo el mundo», explica Carlos.
Le gusta traer variedad y cada semana ofrecer nuevos productos a sus clientes. En su mostrador destacan las almejas, las corvinas, los sargos, los san martín y sobre todo, hoy llama la atención una gran pieza, objeto de muchos selfies de sus clientes. «Es un pez espada de 60 kilos. Traerlo ha sido todo un éxito ya está atrayendo a mucha gente. Es difícil ver una pieza de este tipo en una tienda. Lo normal es ver sólo los lomos. Es una manera más de innovar», comenta. También tiene un espacio gourmet en el que vende patés de erizo, bogavante o centollo, sales marinas, preparados de paella, ahumados y conservas artesanas, entre otros productos. «Dispongo de libros de recetas, que la gente puede mirar mientras espera, y así pensar cómo preparar el pescado que vaya a comprar». De cara a los próximos días navideños, aconseja comprar con antelación, y además ofrece la opción, sin coste alguno, de guardar los productos en la cámara frigorífica, hasta que el cliente los necesite.
Carlos está muy contento con la gran acogida que los vecinos han dado al nuevo negocio. «Todos me han dicho que hacía mucha falta una pescadería en el barrio. Los clientes vienen buscando pescado de calidad. Aparte de eso, lo que más valoran, es el trato personalizado y la limpieza del pescado», añade este emprendedor, que compagina los dos negocios a fuerza de echarle muchas horas. «La jornada del autónomo nunca termina. Me levanto a las 5 de la mañana, para estar a las 6 en el mercado central y por la noche, en casa, sigo dando vueltas a la cabeza, cómo mejorar las cosas y aumentar la clientela», enfatiza.
«El buzoneo se ha quedado obsoleto. El presente y el futuro está en las redes sociales, donde mis amigos comparten mis noticias y así sus amigos también me conocen» explica este emprendedor, que ha dado de alta su empresa en plataformas como Facebook, Google+ y Google Business, aunque de lo que más satisfecho está es de su canal de Youtube, en que ya ha colgado algunos vídeos. «Próximamente colgaremos recetas. Estoy empezando con ello, y creo que es una muy buena manera de marcar la diferencia. Es difícil fidelizar a los clientes y luchar contra las grandes superficies, pero compitiendo con calidad, todo es posible», concluye.
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