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De izquierda a derecha, Jorge Monzón, Esther Martínez, Rosa María Peláez y Pablo González, integrantes del grupo ‘Moon Workers’ Corporation’.
De Valladolid a la luna

De Valladolid a la luna

Tres estudiantes vallisoletanos defienden su proyecto de asentamiento lunar en la fase nacional del concurso Odysseus

Rebeca Alonso

Viernes, 13 de mayo 2016, 09:58

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Pablo González, Jorge Monzón y Esther Martínez son tres estudiantes vallisoletanos de entre 16 y 17 años que elevan a la máxima potencia aquella famosa frase de Joven aunque sobradamente preparado. Son curiosos, les gusta la ciencia, tocan instrumentos musicales y han creado nada menos que su propio asentamiento lunar. La simulación ha tenido en cuenta todos los detalles de cómo sería vida en la luna: desde los tecnológicos hasta los sociales. Este proyecto, plasmado en un vídeo con música interpretada por ellos mismos y una maqueta, ha pasado a la fase nacional del concurso europeo juvenil Odysseus II. Hoy viernes compiten en Madrid con otros nueve candidatos españoles y dos portugueses de su mismo rango de edad. El ganador será seleccionado para la final internacional.

Este equipo, llamado Moon Workers Corporation, ha contado con la ayuda de una tutora: la profesora del Colegio Centro Cultural Vallisoletano Rosa María Peláez. Fue precisamente en ese centro donde todos se conocieron. Por eso, aunque ahora pertenecen a distintos institutos (Pablo va al Núñez de Arce y Jorge y Esther a Maristas La Inmaculada), no dudaron en trabajar juntos cuando conocieron la existencia de este concurso el pasado mes de noviembre. «La idea fue de Pablo, nos lo propuso a los tres y aceptamos. Somos muy amigos y Rosa fue nuestra profesora de física», explica Jorge.

Después de seis meses de trabajo, han resumido en un vídeo el asentamiento de un grupo de seres humanos en la luna tal y como lo imaginan. «Los vídeos los grabamos nosotros con la aplicación de sketchup, tanto el principal del proyecto como el del making of. Es verdad que lleva mucho trabajo pero ha merecido la pena», señala Pablo. Han pensado en todo: un gimnasio para mantener sanos los músculos y los huesos a pesar de la baja gravedad, turnos y horarios para evitar problemas de organización, un huerto, habitáculos con camas para aprovechar al máximo el espacio, un laboratorio donde se estudia la posibilidad de obtener energía nuclear, comida liofilizada, una máquina que convierte el sudor, la orina y la humedad en agua potable y además, un curioso y emotivo guiño a su «orgullo vallisoletano»: Una canasta con el nombre de Lalo y el número 5 como homenaje al jugador de baloncesto Lalo García. «Hemos investigado mucho en páginas web oficiales como la de la NASA o la de la Agencia Espacial Europea siempre fuentes fiables», aclara Esther. Y como guinda, la música. «Es de la banda sonora de la película Interestellar pero la hemos adaptado a dos pianos que tocamos Pablo y yo y al violonchelo de Esther», relata Jorge.

En el vídeo dejan claro que su comunidad se ha comprometido a cuidar y alterar lo menos posible el medio lunar. Valores como la paz, la igualdad, el compañerismo, la sostenibilidad y el conocimiento al alcance de todos son los pilares de su microsociedad. «La primera ciudad en el satélite natural del planeta Tierra, una utopía realizada», como lo califican ellos mismos en el vídeo. Todo un reto que probablemente aún está lejos de cumplirse pero cuya viabilidad ya han logrado demostrar científicamente.

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