La ciencia necesita más mujeres

Intenta recordar el nombre de alguna científica. Seguro que Marie Curie te viene rápidamente a la cabeza. Pero, ¿recuerdas a alguna más? Muy cerca de ti tienes a mujeres que han contribuido y contribuyen al avance de la ciencia. Por citar a dos de ellas, empezaré mencionando a la bioquímica Margarita Salas Falgueras: su equipo descubrió la ADN-polimerasa, una proteína que participa en la amplificación de los genes del virus bacteriófago phi 29; la patente derivada es la que ha resultado más rentable al estado español.

En segundo lugar, la bióloga molecular María Blasco Marhuenda, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, es un referente mundial en el estudio de los telómeros y su relación con el cáncer y el envejecimiento.

Las mujeres han tardado mucho en acceder a la educación en el estado español, tuvieron que esperar hasta el año 1910 para poder matricularse en centros de enseñanza superior, por ello parecería lógico conocer pocos nombres de científicas. Sin embargo, ha habido muchas mujeres contribuyendo desde siempre al conocimiento científico: sus nombres se desconocen porque eran «ayudantes invisibles», no se valoraban sus aportes y, sencillamente, se las ignoró.

¿Por qué es importante conocer y reconocer a todas estas mujeres? En primer lugar, por justicia: sin el coraje de las que lucharon por sus derechos y los de todas las mujeres, la situación actual sería muy diferente.

La historia de la ciencia la historia debe escribirse como realmente fue: las aportaciones de muchas mujeres que trabajaban con colegas varones maridos, padres, hermanos o patrones que las contrataban como mano de obra barata se han subestimado y, en ocasiones, ocultado para apropiárselas sus compañeros. También se han cometido grandes injusticias con hombres, pero el caso de las mujeres es especialmente abusivo.

En segundo lugar porque nuestras jóvenes necesitan modelos. Una estudiante que realiza su tesis en el campo de la física teórica me comentaba hace unos días la impresión que le produjo acudir a un congreso científico en el que entre 80 participantes había solo 4 mujeres. Ante esta situación es lógico plantearse: ¿Por qué sucede esto? ¿A nadie le importa? ¿Realmente encajo aquí? Las jóvenes necesitan modelos femeninos, espejos en los que mirarse, mujeres reales que las animen a luchar contra los estereotipos y las estimulen para realizar aquello que deseen.

Es importante que las niñas y adolescentes entiendan que sus sueños son legítimos, que tienen todo el derecho a disfrutar de la ciencia y sus maravillas el placer del descubrimiento, el reto ante la dificultad, la satisfacción de contribuir al progreso de la comunidad, etc.. Además, la sociedad las necesita, entre estas mujeres que están a punto de elegir sus estudios podría encontrarse aquella que descubra como inhibir el dolor o la que consiga detener el cambio climático