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Verónica Carretero, junto a una de las vitrinas repletas con las joyas labradas por su padre.
Artesanos con vistas a la calle

Artesanos con vistas a la calle

La vía atesora negocios y aventuras empresariales en las que la artesanía se convierte en el principal atractivo comercial

Víctor Vela

Miércoles, 2 de diciembre 2015, 17:25

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Imagina el maletero de un Renault 19 lleno de bloques de arcilla, de óleos aún mudos, de un arcoíris convertido en telas. Piensa en esos asientos traseros ocupados por botellas de aguarrás, por tubos de pintura, por papeles y patrones. Coloca ahora a Inmaculada de Frutos al volante, curiosea por el interior de su cabeza (repleta de ideas, de bocetos, de diseños) y fíjate cómo conduce por carreteras secundarias. Caminito de Villafranca de Duero. O de los pueblos del valle de Esgueva. O en ruta hacia Tordesillas. Muchos kilómetros se tragaron aquel Renault 19 (luego cambiado por un Mégane) que llevaba el espíritu artístico por la provincia. Y lo mismo vale para la Scenic que Charo Lera pilotaba por Pesquera, por Esguevillas... Imagina a Inmaculada y a Charo con sus coches llenos de productos, que si fieltro, que si cartulinas. Durante años, fueron las monitoras de las clases de manualidades impartidas en zonas rurales de Valladolid gracias a la Federación de Jubilados. Sus manos son un tesoro. Capaces de lo imposible. Lo mismo para fabricar un bolso que para diseñar pendientes. «Amí siempre me gustó el punto. De pequeña le hacía la ropa a mis muñecas», reconoce Charo. Sí, siempre tuvieron maña. Esa bendita capacidad para convertir en realidad lo que imaginan. Un día, los caminos de Charo y de Inmaculada se unieron.Yempezaron a trabajar a cuatro manos.

Fue durante un curso de mimbre al que asistieron. Allí comenzaron a charlar y, por casualidad, descubrieron que tenían en común algo más que su pasión y destreza con las manualidades. La madre de una y la suegra de la otra eran amigas íntimas. Vecinas de La Parrilla. Fue así como se conocieron. Fue así como nació el germen de Lunares, la tienda que ahora atienden en la calle San Martín y que Charo siempre soñó con montar. Su aventura comercial nació en Nicasio Pérez en diciembre de 2007. Hace año y medio, se mudaron a San Martín. Y aquí tienen una tienda que a la vez es taller. O un taller con escaparate y tienda. Es el lugar en el que fabrican sus productos y luego los exponen y venden.Mucha bisutería. Colgantes, pulseras, anillos, pendientes, abalorios mil. Por hacer, son las responsables incluso de unos simpáticos maniquís con gomaeva, unas fofuchas gigantes que sirven para portar algunas de sus creaciones... o de la ropa con la que completan la oferta de un negocio que también vende bolsos, pañuelos, capas...

Pero Charo e Inmaculada no han abandonado sus raíces y todavía imparten clases de manualidades. Es cierto que ya no hay Renault 19 en ruta por la provincia. Ahora, el aula está en este local de San Martín. Enseñan bisutería. Afabricarla e idearla. Con horario flexible.De lunes a jueves. Aelegir. En sesiones individuales o por grupos.Como se quiera. «Ayudamos a los alumnos (casi todo mujeres) a fabricar aquello que quieren y que les gusta», recuerdan Charo e Inmaculada al unísono, mientras mueven unas manos que hacen magia en forma de anillo, de broche o collar.

No son las únicas artistas de esta calle San Martín, donde también recaló Edmundo Carretero, vallisoletano de 60 años que ha decorado dedos, cuellos, muñecas durante la mayor parte de su vida. Su fiebre orfebre comenzó cuando era un adolescente y comenzó a trabajar como aprendiz en una joyería de la Bajada de la Libertad. Fue así como aprendió un oficio que tiene mucho de inspiración, de talento. Después de un paso por la calle Penitencia, en 2008 abrió en San Martín su tienda y taller. Aquí trabaja el oro y la plata. Aquí diseña y fabrica esos pendientes con forma de meninas. Esos anillos de oro blanco con brillantes. Esas sortijas que su hija Verónica muestra con el orgullo de un negocio familiar. «Mi padre es muy minucioso.Si tiene una idea en la cabeza, no descansa hasta que la ve plasmada tal y como él la imaginó», asegura Verónica.

Pero hay más opciones para el regalo en la calle San Martín. «¿No te ha pasado nunca que ves un objeto y piensas inmediatamente en una persona?». Hay cosas que llevan un nombre impreso, detalles que parecen hechos a medida para alguien. Lo explica Paqui Mayordomo, de la tienda de regalos artesanos Ur.

¿Ur?

Si haces crucigramas, seguro que sabes de dónde viene el nombre.

Ur aclara Paqui para los no muy duchos en el cinco horizontal era la patria de Abraham. Dicen que el lugar en el que por primera vez se comenzó a trabajar la arcilla, donde nació la cerámica. Cuando abrimos este negocio, esa era nuestra base, lo que vendíamos. Luego lo hemos ampliado con otro tipo de materiales y de género, pero nuestro origen estaba en la cerámica.

Detallistas

Cuenta que el regalo se ha escondido en estos años de crisis económica. Que no somos quizá tan detallistas como antes. O, al menos, que no buscamos la sorpresa a la hora de hacer un presente. «Solemos ir a lo muy práctico. A lo que se muestra, lo que se exhibe. A la ropa, por ejemplo». Pero no apostamos tanto como antes por el regalo más personal. «Yo creo que eso volverá. Que tiene que volver. Siempre hay un detalle para un momento especial. A todos nos gustan que nos regalen... y también regalar. Deberíamos hacerlo más a menudo. Si hemos visto algo que le puede gustar a nuestro chico o nuestra chica... comprárselo y regalárselo, sin esperar a que sea un día especial».

Y basta con echar un vistazo al rededor de la tienda para comprobar que aquí hay propuestas:relojes, budas, percheros, lámparas de lava, cuadros, taquillones, objetos, sí, de cerámica. «Siempre nos ha gustado tener cosas extrañas, especiales. Visitamos muchas ferias para conseguirlas. Seguro que por aquí encuentras cosas que a mí, personalmente, no me gustan. Pero todas, sin dudarlo, son lo que alguien está buscando». Para comprarlo o para recibirlo. Porque esa es la gran riqueza de los regalos. Tan especiales, que algunos tienen impreso el nombre de la persona a la que van dirigidos.

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