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La presidenta de la Fundación Vicente Ferrer, Anna Ferrer, escoltada por el director de El Norte, Carlos Aganzo, y el vicerrector de Relaciones Internacionales de la Universidad de Valladolid, José Ramón González, ayer en el Paraninfo de la Facultad de Derecho.
Anna Ferrer advierte de que aún son «cientos de miles» las mujeres sin voz en el país asiático

Anna Ferrer advierte de que aún son «cientos de miles» las mujeres sin voz en el país asiático

La presidenta de la Fundación Vicente Ferrer incidió en Valladolid que «aún queda mucho por hacer» en un monstruo como el país asiático, con 1.252 millones de almas en su territorio

J. Sanz

Miércoles, 18 de noviembre 2015, 10:26

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Las cifras que maneja la Fundación Vicente Ferrer, centrada en la ayuda al desarrollo de las zonas rurales de la India desde 1969, asustan. Nada menos que tres millones de personas se benefician de su labor en el gigante asiático, donde llegan a 3.268 pueblos, es decir, más habitantes y municipios que en el conjunto de Castilla y León. «Ayudamos a miles de personas, es cierto, pero hay cientos de miles más que nos piden una oportunidad y nuestra obligación es ayudarles», adelantó ayer el director general de la Fundación, Jordi Folgado Ferrer sobrino del fundador.

Y en eso está la gigantesca organización que preside sobre el terreno Anna Ferrer, la viuda de Vicente (fallecido en 2009), quien incidió en que, en efecto, «aún queda mucho por hacer» en un monstruo como el país asiático, con 1.252 millones de almas en su territorio, en materias como «la educación, la violencia contra las mujeres, la sanidad y, por supuesto, la pobreza». Anna, que protagonizó ayer por la tarde una charla con los asistentes, en su mayoría colaboradores de la fundación, al Paraninfo de la Universidad, aseguró que «la base del desarrollo de la India una fórmula aplicable a cualquier otro país emergente o en vías de desarrollo es la educación».

Cuarenta mil euros vallisoletanos con destino a Anantapur

  • La presidenta de la Fundación Vicente Ferrer, Anna Ferrer, realizó ayer una visita al presidente de la Diputación, Jesús Julio Carnero, para agradecer la ayuda de 40.000 euros concedida este año por la institución lo viene haciendo en los últimos cuatro años y que ha sido destinada a la construcción de viviendas y de una red de agua potable para una población de 676 personas de la localidad de Talupula, en el distrito de Anantapur, epicentro de la actividad de esta organización en el país asiático. Anna, ya por la tarde, quiso agradecer también «la solidaridad de los vallisoletanos y de los castellanos y leones su organización cuenta aquí con once mil colaboradores».

Aquella joven británica (Essex, Inglaterra, 1947) que recaló en la antigua colonia en los años sesenta nunca imaginó, quizás, que aquel se convertiría en su hogar, donde aún reside y donde contrajo matrimonio en 1970 con Vicente Ferrer. El catalán acababa de abandonar para entonces la orden de los Jesuitas y juntos emprendieron una labor que aún hoy perdura y que continúa creciendo en el entorno de la comarca de Anantapur. «En nuestra zona apuntó Anna hemos conseguido cosas impensables hace cuarenta años, como lograr un cien por cien de escolarización entre los niños y, sobre todo, entre las niñas», ya que ellas eran, y aún lo son, la parte más débil de la sociedad india; además de elevar el matrimonio de las chicas a la mayoría de edad, «cuando antes, y en muchas partes del país todavía es así, eran casadas con apenas 11 o 12 años», o de ayudar a salir adelante a la quinta casta social, los discapacitados, que «antes eran considerados una carga para sus familias y prácticamente les dejaban morir».

Reclamar sus derechos

Pero el diálogo que mantuvo ayer sobre el ilustre escenario del Paraninfo la presidenta de la Fundación Vicente Ferrer con el director de El Norte, Carlos Aganzo presentador y moderador del encuentro, se centró, sobre todo, en la situación de las mujeres en la India. «Ellas han progresado mucho en los últimos años, es cierto, pero aún son cientos de miles las mujeres que aún no tienen voz», recalcó la cooperante antes de destacar que la labor de su organización ha logrado, al menos, que las mujeres de los distritos en los que trabajan se hayan asociado, accedan a los estudios, incluso universitarios, y «puedan hoy no solo tener voz sino reclamar con ella sus derechos ante el Gobierno indio».

Y con la administración precisamente colabora en la actualidad una fundación como la Vicente Ferrer, casi proscrita en sus orígenes por centrarse precisamente en las personas más pobres de un país que aún hoy concentra un tercio de la pobreza mundial (cuatrocientos millones de habitantes). «Hemos sacado adelante junto al Gobierno una línea telefónica de ayuda a la mujer y trabajamos en algunas cuestiones como la igualdad», destacó Anna Ferrer.

La viuda del fundador de esta máquina bien engrasada de cooperación internacional incidió en que «aún queda mucho por hacer» y anticipó que «seguimos motivados para sacar adelante los sueños de Vicente».

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