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Evolución de las botellas por tamaños.
El Museo del Vino cambia el modelo productivo de la comarca de Peñafiel

El Museo del Vino cambia el modelo productivo de la comarca de Peñafiel

Con 82.000 visitantes al año, el centro, que estrena contenidos y suprime las barreras arquitectónicas, está permitiendo que crezcan sectores como la hostelería y los servicios

aGAPITO OJOSNEGROS

Miércoles, 15 de abril 2015, 08:15

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El Buque de Castilla, como se conoce al castillo de Peñafiel por su forma de barco, alberga toda una locomotora turística y económica: el Museo Provincial del Vino (MPV), puesto en marcha por la Diputación de Valladolid hace 15 años en el patio sur de la fortaleza. Desde entonces ha recibido a 1,2 millones de visitantes. Ahora, este atractivo enoturístico coge impulso con una nueva musealización para seguir siendo un referente y continuar con la línea ascendente reemprendida en 2012 con un aumento de visitantes del 7,70% hasta el 2014, periodo en el que 245.614 turistas pasaron por taquilla, con una media anual de 82.000 visitas. Solo en el puente de Semana Santa, 3.726 personas (500 más que en 2014) lo han recorrido.

El presidente de la Diputación, Jesús Julio Carnero, explica que «el objetivo es tener un centro innovador, dinámico y moderno que transmita la riqueza de nuestra tierra con el uso de los más modernos recursos expositivos, accesibles a todos los públicos, y que permita la interacción entre el visitante y el contenido, de modo que permita transmitir conocimientos, emociones y sensaciones que hagan de la visita un recuerdo inolvidable». «Es un museo que nos permite discurrir por él con libertad, algo que yo agradezco mucho en un museo». «Estoy muy satisfecho. Nos sentimos muy orgullosos y esperamos que siga contribuyendo a los excelentes resultados que tiene el turismo en esta zona de la provincia». Haciendo balance, el presidente califica de revulsivo el MPV «para esta zona tan importante de la provincia, de Castilla y León y de España», y, con datos en la mano desgrana que de los dos hostales y seis restaurantes existente en la zona en 1999, a día de hoy el hospedaje alcanza a tres hoteles de 5 estrellas, 2 de cuatro, 30 restaurantes, 50 alojamientos de turismo rural, 3 hostales, apartamentos turísticos».

Se ha renovado prácticamente toda la exposición de la planta principal y variado su disposición, aplicando nuevas tecnologías y criterios de accesibilidad para personas con discapacidad. El MPV continúa primordialmente promocionando las 5 denominaciones de origen de la provincia (su patrimonio, gastronomía, naturaleza), pero también da a conocer las otras seis denominaciones de Castilla y León. Lo mismo sucede con las rutas del vino españolas certificadas por Acevin (el MPV pertenece a la de Ribera del Duero) y con los demás museos enológicos amparados por la asociación nacional, convirtiéndose en el primer centro museístico de este tipo que, lejos de ver competencia en esta propuesta suya, ve una suma de esfuerzos en la difusión vitivinícola. Esta es una pequeña parte de las novedades, la dedicada a la geografía del vino.

El director del museo, Víctor Fernández, explica que «la nueva disposición de contenidos se articula en islas, dotando de más vida a todo el espacio al distribuirse los visitantes» por todo él, reteniéndoles más tiempo. Junto al sumiller del museo, Miguel Ángel Benito, colaborador en el nuevo montaje, ambos destacan la incorporación de colecciones exclusivas «que no pueden verse en otros sitios», como la de botellas magnum de Vega Sicilia Único de las mejores cosechas desde los años 60 a principios de este siglo. Están etiquetadas con una obra de arte (de Antonio López, Antoni Tàpies, Miquel Barceló) de la colección privada de la familia propietaria, los Álvarez, clan también representado en otra exclusivísima vitrina en la que admirar Primum Familie Vini, las once familias bodegueras más importantes del mundo (de Francia, Italia, Alemania, Portugal y España). Los toscanos Antinori, por ejemplo, hunden sus raíces en el siglo XIV. Otra, la de los Rothschild, aporta más exclusividad con añadas de su Château Mouton Rothschild desde 1924 etiquetadas por Warhol, Picasso Un lujo de pinacoteca que completa Bodegas Enate con otro gran etiquetado pictórico.

Nueve zonas temáticas componen la estructura museística para conocer a vuela pluma o a conciencia todos los procesos y elementos para la consecución del vino de la tierra a la copa, interactuando con las últimas tecnologías como las modernas pantallas táctiles o también a través del teléfono móvil con una aplicación diseñada para la visita. Paneles, maquetas, reproducciones (como un agigantado insecto de la filoxera), enseres tradicionales y diferentes útiles y herramientas se suman al ameno contenido expositivo presentado con subtítulos en inglés, francés y español.

En unos puntos se puede conocer todo lo relativo a la viticultura (suelos, variedades de vid, climatología, plagas), en otros se entra de lleno en la vendimia, la vinificación y el envejecimiento, además de en antiguos oficios escenificados por autómatas hiperrealistas. Antiguos ingenios muestran la forma de antaño de embotellar, colocar el corcho, la etiqueta o la cápsula en la botella. Esta, la botella, se muestra en toda su gama de tamaños, desde los 35,5 centilitros del modelo José un botellín, a los 27 litros del Enog. En otro escenario, en alta definición, se propone una clase de cata, decantación y maridaje de los vinos de la región por parte de prestigiosos sumilleres como Pablo Martín, presidente nacional del ramo, o la segoviana Henar Puente, un referente nacional. Vocablos tradicionales y curiosidades del vino encuentran su respuesta en un diccionario interactivo, y, para culminar la experiencia, un audiovisual envolvente proyectado en una cúpula geodésica hace que el espectador se sumerja completamente en El alma del vino, título de la proyección.

Un museo del siglo XXI para explicar una cultura milenaria, esa es la esencia del trabajo de Proyecto Original Hand Visual Estudio, una empresa de Arroyo de la Encomienda que se adjudicó el proyecto por un importe de 366.000 euros. Unas 20 personas de distintas áreas se han volcado durante varios meses. Especialistas en museología, en didáctica de contenidos, técnicos del mundo del vino, historiadores, profesionales en producción audiovisual, en desarrollo informático, robótica y otros tantos, han hecho posible la renovación. «Hay mucho trabajo e ilusión para que tuviese esa chispa de museo vanguardista, tecnológico, innovador con códigos modernos», pero además «es un museo relajado que entretiene y en el que aprendes», explica director de la empresa, Evelio Sánchez.

Tecnología puntera

Se ha dotado al MPV de técnicas y tecnología puntera para transmitir mensajes breves y directos con formatos interactivos que facilitan la retención de información de forma amena, «como hace Apple», indica Sánchez. Pantallas táctiles, juegos, maquetas, distintos objetos y materiales, paneles gráficos y animatrónic forman parte de un despliegue museístico distribuido por espacios diáfanos que se activan cuando los sensores detectan a los visitantes. Esto permite una óptima eficiencia energética, pues cada elemento permanece en reposo hasta detectar la presenia de personas. La iluminación es led, pensando también en el ahorro.

El visitante pasa de ser pasivo, de un mero transitar, a ser activo, pudiendo realizar una visita ordenada o aleatoriamente dejándose sorprender, pero, al final, todo cobra sentido como si de componer un puzle se tratase. La interacción entre museo y visitante se refuerza con una aplicación gratuita para teléfonos móviles que, a través de códigos QR ubicados en los paneles, permiten acceder a más información de los contenidos a través del Smartphone, el cual se convierte en audioguía en español, inglés y francés.

La guinda de este pastel, y casi con la misma forma, es una cúpula donde se proyecta en 360 grados un audiovisual de alta definición y con sonido envolvente que introduce al visitante en El alma del vino.

También de Valladolid, de Cubillas de Santa Marta, es la empresa Prometeo, que regenta Juan Villa, escultor; colaborador del programa televisivo Cuarto Milenio que dirige Iker Jiménez. Prometeo aporta al museo cuatro animatronics que recrean antiguos oficios del vino como el de pellejero, fabricante de barricas, soplador de vidrio y alfarero. Su apariencia es increíblemente similar a la humana. Todas las articulaciones y otros mecanismos han salido de una impresora 3D, lo que facilita y abarata el mantenimiento, algo importante, «pues un museo se empobrece cuando los robots empiezan a perder vida por falta de puesta a punto».

Para conseguir la máxima realidad en las partes vistas como cara y brazos, emplean siliconas y plastilinas especiales. Y pelo natural que consiguen en Madrid. Para el resto del cuerpo, materiales como plástico ABS, poliéster y fibra de vidrio. Con Prometeo ha colaborado otra firma vallisoletana, 3Do Robotics.

Estructuras, robótica, mecánica, electricidad, modelado, hidráulica y hasta neumática son las disciplinas que dan vida a los animatronics, que «son tan realistas que captan nuestra atención; tienen un punto hipnótico», afirma Villa.

El presidente de Predif (plataforma estatal de personas con discapacidad física), Francisco Sardón, ha dado su visto bueno al proyecto. «Ha mejorado mucho para las personas que tienen algún tipo de discapacidad» y elogia la movilidad por el edificio. Para Sardón, el Museo del vino «es un ejemplo y el recorrido, muy amable».

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