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El inquilno traslada sus enseres después de ser desalojado del número 3 de la Cruz Verde.
Un inquilino llena de basuras y destroza un piso de Cruz Verde antes de ser desalojado

Un inquilino llena de basuras y destroza un piso de Cruz Verde antes de ser desalojado

Jaime M. B. suma su tercera expulsión de una comunidad de Valladolid en los últimos tres años por impagos y malos olores

j. sanz

Sábado, 28 de marzo 2015, 10:52

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«Los de la inmobiliaria me llamaron y me dijeron que era un chico muy bueno, que iba a vivir solo y que había presentado una nómina de 700 euros, así que se le alquilé el piso», recordaba ayer horrorizada la propietaria de la última vivienda que ha acogido al inquilino, según él mismo parece empeñado en demostrar, más indeseable de la capital. Jaime M. B., el protagonista, esperó como siempre a la llegada de la comisión judicial para entregar las llaves del piso de alquiler del que acaba de ser desalojado. Tras de sí dejó toneladas de basuras y cuantiosos destrozos en la vivienda del número 3 de la Cruz Verde.

El desahuciado es un profesional en la materia después de sumar, a las diez en punto de la mañana de ayer, su tercera expulsión de una comunidad de vecinos en los últimos tres años, y siempre por los malos olores procedentes de sus sucesivas viviendas y por los reiterados impagos del alquiler. Esta vez adeudaba a la dueña las últimas siete mensualidades desde septiembre (2.500 euros en total). Por eso el juez ordenó su desahucio el pasado 26 de enero y le dio dos meses de plazo para que, en teoría, hiciera la mudanza.

Pero en lugar de sacar sus cosas, y en la línea habitual de sus últimos desalojos (de un piso del paseo de Farnesio en 2012 y de otro de La Overuela el año pasado), parece que el inquilino hizo exactamente lo contrario. «Lo ha destrozado todo, ha dejado toneladas de basuras», resumía desolada la propietaria, una mujer de avanzada edad que en la actualidad reside en Madrid y que, según reconocía, no había visto físicamente al inquilino hasta ayer.

Un panorama desolador

Ante Concha, que así se llama, se dibujaba un panorama desolador desde el rellano de la que fue su vivienda durante años, en el cuarto piso del número 3 de la Cruz Verde, nada más concluir su mudanza, por llamarla de alguna manera, el inquilino. Ya el recibidor estaba repleto de basuras de todo tipo y en el salón y en una habitación contigua apenas se podía entrar por la acumulación de cajas, discos y todo tipo de porquería. Eso por un lado de un piso de tan solo 64 metros cuadrados. Por el otro, el alargado pasillo que conduce a la cocina, al baño y a otros dos habitaciones al fondo estaba intransitable. Una de las estancias, por mencionar alguna, estaba vacía la casa se alquiló amueblada y llena literalmente de deposiciones. Allí, al parecer, vivían los ocho gatos que ayer mismo se llevó el inquilino. En el servicio, por último, destacaba la presencia de una fregona nuevecita rodeada de burruños de papel de periódico con restos de heces.

El inquilino, que está declarado insolvente y que dejó de pagar el alquiler en septiembre, dejó también la caldera de gas natural encendida a tope con las ventanas abiertas. Los vecinos del bloque confirmaron que habitualmente «tenía las luces dadas y la calefacción puesta todo el día».

Lo más sorprendente del caso es que los operarios municipales retiraron 2,7 toneladas de desperdicios y de chatarra el protagonista se dedica a este oficio en enero. En la casa, a día de hoy, puede haber, sin riesgo de equivocarse, más del doble. «Está todo destrozado, los muebles, los electrodomésticos, todo...», relataba la propietaria y víctima del reincidente autor de los daños.

El inquilino concluyó su mudanza solo se llevó algunos sacos de chatarra y unas antiguas bicicletas en apenas media hora y se marchó rumbo a otra casa en la que, salvo sorpresa, ya deben estar temblando.

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