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Trabajos de reconstrucción de la vivienda sevillana, que quedó totalmente destruida después del incendio..
Un vecino de Cabezón coordina desde una red social la ayuda para una familia sin casa

Un vecino de Cabezón coordina desde una red social la ayuda para una familia sin casa

La vivienda, ubicada en un barrio de la capital sevillana, quedó calcinada en un incendio ocurrido el 14 de diciembre

jota de la fuente

Martes, 6 de enero 2015, 19:45

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Las redes sociales también sirven para ayudar a los demás, no solo para entretenerse, cotillear o dar rienda suelta a la imaginación. Buena prueba de ello es la acción que ha surgido de manera espontánea en un grupo de Facebook llamado No eres de Alcosa si no. Gracias a la difusión y a la popularidad del grupo, administrado por David Collado un vecino de Cabezón de Pisuerga, se está reconstruyendo una vivienda propiedad de una familia con los dos progenitores en paro y dos hijos casi adolescentes que resultó totalmente calcinada hace dos semanas en Parque Alcosa, una barriada sevillana.

David Collado, sevillano y vecino desde la infancia del barrio hispalense, llegó a Cabezón hace ya más de once años «al olor de las lentejas», por una oferta de trabajo que tenía su mujer. «Nos vinimos a Valladolid por ese puesto de trabajo y después de buscar decidimos asentarnos a vivir en Cabezón», asegura. Su pareja es gaditana, de Arcos de la Frontera y en la localidad vallisoletana han creado una familia y su hogar, donde han nacido sus tres hijos, dos niñas y un niño. David, que fue contratado para trabajar en Auvasa, después de seis años como conductor de autobuses, tuvo un desgraciado accidente que le dejó impedido de la muñeca derecha. Fue declarado incapacitado y, desde entonces, ya no puede trabajar.

David creó, al poco de llegar a la provincia de Valladolid, un grupo de los muchos que abundan por Facebook. No eres de Alcosa si no se trata de un perfil en el que tienen cabida vecinos de esa barriada, la suya, para reencontrarse con amigos y conocidos por la red de redes, contar anécdotas del pasado, colgar fotos o recordar añoranzas. David se ha acostumbrado a usar las nuevas tecnologías y las redes sociales después de vivir dos misiones de la OTAN y la ONU en Bosnia como cabo primero, alejado de su mujer y familia.

Nos trasladamos al domingo 14 de diciembre, cuando estaba a punto de amanecer. Pocos minutos pasaban de las siete de la mañana en la quinta planta del portal número tres de la calle de Ciudad de Cullera de Sevilla. Allí duermen plácidamente tres de los cuatro miembros de la familia Lara Ramírez. David y Silvia, los padres, que rondan los 30 años, y su hijo David, de 13, que se ha quedado dormido en el sofá toda la noche tras pasar horas jugando a la videoconsola. La hija, de 14 años, duerme esa noche en la casa de una amiga.

Una mala pasada

El brasero encendido de la mesa camilla les juega una mala pasada. Prende las faldas de la mesa y el sofá. David se despierta alertado con el tiempo justo para avisar a sus padres del incendio. El padre trata de tirar por el balcón el sofá para evitar la propagación del incendio, pero no lo logra, y además se quema las manos, los brazos y parte de la cara. Tienen segundos para huir y avisar, puerta por puerta, al resto de vecinos del edificio.

La casa de los Lara Ramírez resulta totalmente calcinada y se quedan en la calle con lo puesto, expresión que suele citarse en casos así, pero que aquí resulta literal. No logran salvar nada. Tan solo la vida de los tres habitantes de la casa y la de los vecinos alertados para desalojar el edificio. Los progenitores se encuentran en el paro y el padre está a un solo mes de dejar de cobrar la prestación por desempleo. Para colmo de males, hace un año que dejaron de abonar el seguro del hogar «para ahorrase un dinero que les venía muy bien para llegar a final de mes y pagar la hipoteca», dicen. En definitiva, un desastre. Sin hogar, sin trabajo, sin seguro y sin ingresos.

De manera espontánea, varias personas pertenecientes al grupo de Facebook creado por David Collado se hacen eco de la desgracia de estos vecinos de la barriada y alguien propone comenzar una campaña de ayuda. En pocos días, el grupo supera la cifra de 4.500 miembros y comienzan a llegar las aportaciones anónimas de materiales, alimentos, ropa, mano de obra... Tal es la avalancha de ofrecimientos de ayuda que David Collado que no conoce de nada a la familia afectada se ve desbordado en sus intentos por canalizar la ayuda desde su casa de Cabezón de Pisuerga. Tan solo dos días después, el 16 de diciembre, se produce una reunión con los primeros voluntarios en el portal de la casa y establecen las pautas a seguir para comenzar la reconstrucción.

«Ha sido una explosión de gente. A los cinco días tuvimos que pedir que dejaran de llevar comida seca, porque ya había suficiente y lo que se necesitaban eran productos frescos», explica David, quien se entretiene ahora en organizar las ayudas y dar el orden de utilidad de cada cosa. «Ha habido también un picnic benéfico y próximamente habrá un concierto para recaudar fondos», explica.

Han llevado todo tipo de materiales: yeso, pintura, puertas, materiales cedidos por empresas de construcción. La mano de obra la están aportando «albañiles en paro que están echando sus horas en la casa». La obra la está dirigiendo una joven técnico en obra civil en paro. David Collado asegura que «sin ella coordinando los trabajos hubiera sido imposible reconstruir la casa». Ya han terminado de enyesar, ahora falta alicatar y enlosar los suelos. Lo siguiente será montar la cocina donada por una empresa de El Arahal, las puertas y los muebles. Del incendio tan solo se salvaron las dos habitaciones de los niños que, curiosamente, eran las únicas deshabitadas cuando comenzó el incendio.

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