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La directora ante el museo.
«Valladolid tiene potencial de sobra para ser ciudad de museos»

«Valladolid tiene potencial de sobra para ser ciudad de museos»

Cristina Fontaneda, directora del Museo Patio Herreriano de arte contemporáneo

Vidal Arranz

Martes, 25 de noviembre 2014, 16:43

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A Cristina Fontaneda la afición por el arte le viene de su padre, el empresario y coleccionista Eugenio Fontaneda. El privilegio de convivir con las piezas del 'museo' familiar, que arrancan desde la prehistoria, la impulsó a estudiar Arqueología, y luego Historia del Arte. Su trabajo posterior en galerías como May Moré y en empresas de gestión cultural como La Fábrica fueron su trampolín al Museo Patio Herreriano, a cuya dirección llegó en 2006 tras tres años previos de trabajo en el centro, en otros puestos de responsabilidad. Fontaneda alaba la gran vitalidad cultural de Valladolid, una ciudad que «tiene potencial de sobra para ser ciudad de museos». A su juicio, lo único que necesita para conseguirlo es «más promoción» para darse a conocer.

El arte contemporáneo no lo tiene fácil para cautivar al público y la directora del Patio Herreriano lo sabe. Con todo, está más que satisfecha de los 45.000 visitantes con los que cerrará este año, una cifra que considera «buena» puesta en el contexto de su sector. «El problema de España es que parece que sólo hay tres museos, el Thyssen, el Reina Sofía y el Prado, que son los que acaparan las visitas, los demás nos movemos en cifras más modestas». En Castilla y León el Musac pareció romper el techo de los museos autonómicos durante su etapa inicial, pero el espejismo sólo se mantuvo mientras duró la gratuidad de la entrada. «En cuanto la pusieron de pago, como los demás, se colocaron en cifras de visitantes similares a las nuestras». A este respecto, Fontaneda recuerda que justamente ahora el patrocinio de Iberdrola permite subvencionar la entrada al museo de forma temporal, por lo que es gratuita hasta el próximo 11 de enero. «Es una extraordinaria oportunidad para conocer el centro y sus obras».

Consciente de la dificultad que entraña la materia prima de su museo, el centro ha trabajado desde el principio la pedagogía plástica a través de talleres por los que pasan alrededor de 8.000 niños cada año, los espectadores del futuro. A los más adultos les lanza un mensaje: «El arte contemporáneo a veces convulsiona, pero no hay que tenerle miedo, porque a través de ello te provoca y te hace pensar. Y esa dimensión es muy importante».

Pero, además, el Patio Herreriano ha apostado por convertirse en un foro abierto a todo tipo de actividades, consciente de que pueden ser, y a menudo son, la puerta de entrada al resto de las salas. El festival de música electrónica, el salón TEDX de fomento de la creatividad, las jornadas de cine y filosofía, la muestra Ilustratur o la conexión del museo con el Teatro de Calle o la Seminci son buenas muestras de esa interrelación con la ciudad.«Se está logrando que los vallisoletanos sientan el museo como propio. Quiero que sea un espacio de participación abierto a todas las opiniones y a todas las sensibilidades políticas. Un museo vivo, receptivo con las distintas disciplinas de la creación, y en el que haya de todo».

Esa participación y pluralismo es, para Fontaneda, el modo más adecuado de afrontar la relación con un mundo cultural, el vallisoletano, que es muy rico y diverso. «El que diga que en Valladolid hay poco quehacer cultural es que no se entera de nada. Se han abierto pequeños espacios, como Atómica o Carrusel, muy interesantes. Y se está haciendo mucho desde la música o las artes plásticas». En este último campo, la directora del Museo Patio Herreriano sugiere un cierto resurgir del sector galerista, muy golpeado por la crisis, que encarna en el nuevo establecimiento de Javier Silva. «Valladolid necesitaba una galería de referencia, porque desde el cierre de la de Evelio Gayubo no contaba con ninguna así». A ello añade que 'Rafael' está dándole una vuelta a su modelo de negocio, mientras La Maleta y Lorenzo Colomo se mantienen fieles a sí mismas.

«Una buena galería crea afición hacia el coleccionismo y crea aficionados futuros», opina, para reflejar su convicción de que el sector privado juega un papel esencial en el mundo del arte.

Defiende que la oferta cultural y museística de Valladolid es muy completa, pero reconoce que «faltan espacios de producción; eso es lo que la crisis se ha llevado por delante». De ahí la importancia que reconoce a centros como el LAVA, en el antiguo Matadero, que juega justamente ese papel. «Es muy importante que ese tipo de centros de creación se fomenten».

Preguntada por la posibilidad de que los tiempos de bonanza hayan propiciado la construcción de excesivos museos en comunidades como Castilla y León, Fontaneda se niega a aceptar que exista un problema de cantidad. «No puedo decir que haya museos de más. Lo que sí creo que hace falta es más promoción y difusión para darlos a conocer». De hecho, destaca que hay centros y colecciones en Valladolid «que son desconocidos incluso por los propios vecinos». En este capítulo de joyas ocultas destaca el Museo de Ciencias Naturales, el convento de Santa Ana, «que hace un año abrió al público las celdas de las monjas de su segunda planta, que antes no podían visitarse», o el Museo Oriental de los Agustinos Filipinos. «Tenemos potencial de sobra para que Valladolid se convierta en ciudad de museos. Los vallisoletanos son los primeros que se lo tienen que creer, y las instituciones promocionarlo más, especialmente en Madrid, que ya aporta el mayor número de visitantes de fuera de Castilla y León, pero donde aún hay mucho potencial de crecimiento».

La excepción

  • Como miembro que es de la Asociación de Mujeres en las Artes Visuales, Fontaneda está convencida de que «hay que trabajar mucho para dar visibilidad a las mujeres artistas». Y cita a modo de ejemplo que sólo el 22% de los directores de centros de arte contemporáneo son mujeres. No obstante, a renglón seguido reconoce que Valladolid es una excepción a ese panorama, pues de hecho los cuatro principales museos de la ciudad están regidos por mujeres aparte de ella misma, María Bolaños está al frente del Museo Nacional de Escultura; Eloísa Wattemberg García dirige el Museo de Valladolid; e Inés Rodríguez Hidalgo es la responsable del Museo de la Ciencia. «En Valladolid nos saltamos completamente la norma general», celebra Cristina Fontaneda

«Todo el mundo que viene de fuera te resalta lo mucho que ha cambiado la ciudad para bien. Son ellos los que te llevan a valorarla más. Valladolid tiene muy buena calidad de vida», resalta, desde la convicción de que la promoción cultural y la gastronómica, por ejemplo, lejos de ser incompatibles, se apoyan mutuamente.

Respecto del resto de la oferta cultural de la ciudad, Fontaneda recalca que «hay un abanico muy amplio de actividades en cantidad y calidad: lo que hace falta es que los vecinos las aprovechen», lo que no siempre ocurre, como evidencian los aforos de media ocupación en tantos eventos importantes.

Y una última petición dirigida a facilitar el acceso a los principales centros culturales de la ciudad: mejorar la señalización. «Valladolid es una ciudad de circulación complicada y todo lo que se haga para señalizarla bien es poco».

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