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Félix Alonso Zancada, César Balmori y demás miembros de AP de Valladolid.
Los abuelos del Partido Popular

Los abuelos del Partido Popular

Alianza Popular, antepasado directo del PP, nació en Valladolid en febrero de 1977 con líderes destacados dentro del Movimiento franquista

Enrique Berzal

Viernes, 14 de noviembre 2014, 16:51

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Aquel «espíritu del 12 de febrero» enarbolado por Carlos Arias Navarro, nombrado presidente del Gobierno por el general Franco tras el asesinato del almirante Luis Carrero Blanco, resultó un auténtico fiasco. Aunque decía conseguir una paulatina apertura a través de la legalización de las ya tan manidas «Asociaciones Políticas», finalmente, el Estatuto de Asociaciones aprobado en diciembre de 1974 no satisfizo a nadie. Era limitado y arbitrario, discriminaba a muchos y pretendía, además, contener las ínfulas más aperturistas: adhesión a los Principios Fundamentales del Movimiento, 25.000 asociados e implantación en, por lo menos, 15 provincias; esas eran las exigencias más gravosas. Aun así, con o sin Ley, lo cierto es que los más atentos al inmediato porvenir comenzaron a hablar de los partidos.

La idea de muchos de quienes llevaban las riendas políticas del país o provenían del Movimiento franquista, Manuel Fraga y Arias Navarro entre ellos, era construir un sistema de partidos basado en la presencia de dos fuerzas mayoritarias, una socialdemócrata y otra democristiana, que contuvieran las ansias de la oposición clandestina y actuaran como dique de contención del «enemigo común»: el marxismo. Por el contrario, el «búnker», capitaneado por José Antonio Girón, Blas Piñar, Excombatientes, Vieja Guardia y Falange, avisaba de que no toleraría la más mínima apertura.

Arias Navarro confiaba plenamente en la Unión del Pueblo Español (UDPE), partido político nacido en la Secretaría General del Movimiento, liderado por Adolfo Suárez y que aglutinaba a personalidades como Javier Carvajal, Fernando Herrero Tejedor, Emilio Romero, José Solís y Jesús Fueyo.

El vallisoletano Félix Alonso Zancada, diputado provincial y hombre destacado en el Movimiento, recibió el encargo, el 7 de mayo de 1975, de crear la UDPE en Valladolid. Convocó a amigos y conocidos, personas relevantes dentro de la vida política vallisoletana, y el 20 de julio de 1976 salía a escena la Unión del Pueblo Español. Su presentación, celebrada en el Hotel El Montico, contó con la asistencia del líder nacional, Javier Carvajal, quien afirmó la voluntad de presentar la amnistía que tanto demandaba la izquierda como reconciliación, «nunca como olvido de los actos terroristas», al tiempo que definía a la UDPE como «evolucionista sin ruptura», contrario «al Partido Comunista y a todos los sistemas totalitarios» y favorable a una monarquía católica.

Emilio Martín Calero, conocido industrial y concejal por el Tercio familiar, fue su primer presidente; con él estaban, además del citado Alonso Zancada, Francisco Gandía, Carmen Moncada de Valdés, José María Rodríguez, Valentín Fraile, Claudio Antonio González, Hipólito Cantalapiedra, Ángel Escribano, Julio Sordo Pastor, Felipe Cano, Florentino Huergo, Deogracias González, y Gerardo Ureta Corcuera. 475 afiliados consiguió aglutinar en dos años.

La aventura de la UDPE sólo duró hasta febrero de 1977. Entretanto se habían creado, también procedentes del Movimiento, otras asociaciones políticas, todas ellas vinculadas a personalidades relevantes del Régimen. Era como una pequeña sopa de letras en el seno de las asociaciones del Movimiento, entidades muy minoritarias que constituían, además, un pequeño apéndice de su homónimo madrileño:

Acción Regional, con César Balmori, Iñigo Gamazo y Enrique Trigo; Acción Democrática Española, con Jerónimo Gallego, Camilo de la Red y Agustín Díez; Democracia Social, con Fernando Velasco de Andrés, Francisco Gandía y José Couto; Reforma Democrática, con Pedro Balsa, Indalecio Hurtado y Pedro Maiza; Unión Nacional Española, con Carmen Moncada, Ana Andérez y Pedro Pedrol; y, por fin, Unión Social Popular, con Miguel Ángel Medina, Félix Carmelo y Ana Pérez Gómez.

En el verano de 1976, Manuel Fraga se reunía en el Bodegón con José María de Areílza y Pío Cabanillas y les anunciaba su decisión de abandonar la inacabable búsqueda del centro político. Les hacía entrega, además, de los estatutos de un nuevo partido que iba a llamarse Alianza Popular, aglutinador de ex ministros de Franco que, según él, recogería todo el apoyo que era mucho- del «franquismo sociológico».

En octubre de 1976, los «siete magníficos» (Fraga, López Rodó, Federico Silva, Fernández de la Mora, Licinio de la Fuente, Martínez Esteruelas y Thomas de Carranza) presentaban en el Hotel Mindanao el nuevo partido.

Y el 8 de febrero de 1977, El Norte de Castilla daba cuenta de la creación oficial, dos días antes, de la Junta Rectora de Alianza Popular de Valladolid. Presidida por Emilio Martín Calero, contaba con Félix Alonso Zancada como secretario general, los vicepresidentes César Balmori, Carmen Moncada y Francisco Gandía, los vocales Ana Isabel del Campo, Iñigo Gamazo, Miguel Ángel Medina, Julio de la Torre y Fernando Velasco, y con Valentín Fraile en la tesorería. La Unión del Pueblo Español era, por tanto, la formación que mayor peso tenía en la Alianza. La sede se encontraba en la calle de Santiago.

La presentación, celebrada en el Teatro calderón el 13 de marzo de 1977, contó con la presencia de Gabriel Elorriaga y Licinio de la Fuente, quien afirmó: «Somos moderados, dialogantes y transigentes». «Si las derechas es el orden, la unidad, la paz, el trabajo, el progreso, la concordia y la buena convivencia entre españoles, entonces nos declaramos abiertamente de derechas», aseguró en ese mismo acto Emilio Martín Calero.

Sin embargo, cuando a mediados de abril de 1977 Fernando Velasco de Andrés, presidente en ese momento de la Diputación Provincial, fue elegido para sustituir a Martín Calero al frente de la Alianza, se abrió la caja de los truenos. Ya lo decía el titular de El Norte de Castilla del día 27: «Alianza Popular se desmorona en Valladolid».

Si días antes ya había dimitido Pedro Maiza, representante de Fraga en el partido, ahora le tocaba el turno a Martín Calero. ¿La causa? Las órdenes dadas desde Madrid, días atrás, para que miembros de la UDPE, auténticos muñidores de la Alianza en Valladolid, fueran dejando paso a otros. De esta forma llegó a la presidencia Fernando Velasco, relevo hecho posible gracias a la promesa, desde Madrid, de que Martín Calero encabezaría la lista del Senado en las elecciones de junio. El incumplimiento de dicho acuerdo provocó la dimisión de Martín Calero, que también se quejó de la entrada de «los capitalistas» en AP y del abandono del programa social originario. Por si fuera poco, buena parte los jóvenes que militaban en Nuevas Generaciones siguieron el mismo camino, ansiosos, según El Norte de Castilla, de encontrar una formación política auténticamente demócrata. El partido de Fraga no podía llegar de peor manera a las primeras elecciones generales de la democracia.

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