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Fachada principal del templo románico.
Una pareja compra una iglesia de Villalba de los Alcores para darle un uso cultural

Una pareja compra una iglesia de Villalba de los Alcores para darle un uso cultural

Santa María del Temple, conocida como ‘La Cilla’, ha sido almacén, teatro y salón de baile

Lorena Sancho Yuste

Domingo, 26 de octubre 2014, 11:38

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Iglesia románica, cisterciense, cubierta con bóveda de cañón apuntado, ábside semicircular y una sola nave. De finales del siglo XII o primeros del XIII. Declarada BIC desde el año 1990. Y a la venta. Así llevaba Santa María del Temple, en el centro urbano de Villalba de los Alcores, más de un decenio. Su venta se propagó como curiosidad por distintos canales de comunicación, así como en internet, donde los más curiosos pudieron olfatear la oferta, que entonces rondaba los 300.000 euros. Pero tras los múltiples intentos fallidos por encontrar un uso a esta iglesia, finalmente ha sido un matrimonio madrileño, residente en Bruselas (Bélgica) el que se ha decantado por adquirir esta joya románica de una localidad de ambiente medieval.

La cifra que ha cerrado el acuerdo, que no ha trascendido, ha permitido a este funcionario europeo y a su esposa, Guillermo y Teresa, adquirir una iglesia a la propietaria actual, la familia Hernández, de Villalba de los Alcores. Estos la conservaban desde que su padre la adquiriera en 1935 a una familia de terratenientes de la zona, que a su vez pasó a manos privadas durante el proceso de expropiación de bienes a la Iglesia, la Desamortización de Mendizábal, del siglo XIX. ¿Por qué una iglesia? «Mi hermano llevaba años buscando edificios abandonados. Le gustaba buscar este tipo de inmuebles, mirar cosas como la lista roja y ojear por internet. Y al final, encontraron ésta y me consultó, que qué me parecía. Y se decidieron por ella», comenta Jaime Lorenzo, hermano del actual propietario, y arquitecto del proyecto de reforma del templo.

Su idea inicial es acondicionar esta iglesia del siglo XII para convertirla en un taller de pintura o en una sala de exposiciones. Proyectos que en todo caso tendrán un carácter privado. Eso sí, abierto a visitas como como BIC declarado por parte de la Junta de Castilla y León en el año 1990.

Para poder darle un uso cultural, los propietarios han solicitado recientemente a Patrimonio autorización y licencia para poder llevar a cabo una serie de obras que permitan reformarla. Lo más urgente, según señala el arquitecto, es la reparación de la cubierta, para solventar los problemas de humedad que ponen en peligro parte de la estructura. La segunda actuación consistirá en consolidar la espadaña, mientras que finalmente tirarán una pared interior levantada con ladrillo y cemento para facilitar alguno de los usos anteriores.

Según los documentos a los que han tenido acceso los actuales propietarios, la iglesia dejó de tener culto en 1972. Desde ahí, existen dos momentos en que el Obispado de Palencia, al que pertenecía entonces Villalba, se apropia de la iglesia. «Sabemos que ha tenido un uso de almacén de grano, de ahí que se la conozca como La Cilla, como salón de baile y, en algún momento de su historia, también como teatro», añade Jaime Lorenzo. De hecho, en las paredes del interior del templo se pueden observar aun las distintas filas del patio de butacas de ese teatro.

Hasta su adquisición por parte de este funcionario europeo y de su mujer, la opción más barajada para La Cilla era darle un uso dentro del sector de la restauración. Aunque finalmente la crisis inmobiliaria truncó cualquier opción vinculada con este tipo de inversiones.

Para el Ayuntamiento de Villalba de los Alcores, encabezado ahora por su alcalde, Manuel Gutiérrez, la adquisición de la iglesia por parte de este matrimonio es «una buena noticia», porque se supone que «se invertirá en conservar el patrimonio». «De otra forma, si no se arreglaba, al final iba a acabar destruyéndose», añade.

La recuperación de la iglesia de Santa María del Temple se sumará así al gran patrimonio con el que cuenta este municipio, que dispone de un castillo perteneciente a la familia política de Manuel Azaña, presidente de la II República; un despoblado medieval con cursos sobre arqueología, así como el Centro de Interpretación de la Naturaleza de Matallana, perteneciente a la Diputación.

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