Borrar

Trasvase de desayunos

Bares de Villa de Prado facturan más con la apertura, hace un mes, de la sede de Hacienda y en la plaza de Madrid algunos locales se resienten

J. Asua

Viernes, 24 de octubre 2014, 08:55

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

José Pérez, estanquero desde hace 30 años primero en Divina Pastora y ahora en la plaza de Madrid hace un análisis que parece certero. «Resulta que dos administraciones muy ligadas entre sí como son Hacienda y la Seguridad Social se van cada una a una punta de la ciudad, no tiene mucha lógica», comenta mientras despacha con diligencia cajetillas de tabaco. Él ya ha echado sus cuentas. «Un 10% menos de facturación en el mes largo que ya no están aquí; clientes que eran habituales», desvela el comerciante, quien augura mal futuro para el casco histórico.

El impacto de la salida de la Agencia Tributaria del cogollo de la ciudad va por locales. Miguel Ángel Chete, hostelero del bar que lleva el nombre de la plaza, también ha visto disminuir su caja el 20%, pero apuntala que él aguanta. «No queda otra, oye». La promesa de que la Junta devolverá a la vida el histórico inmueble con el traslado de la Consejería de Familia le hace albergar esperanzas, mientras se autoconvence «de que el centro siempre será el centro».

Muy cerca, Miguel Ángel García, dice que ellos no han acusado para nada el golpe. Propietario de El tapeo de la plaza, no se ha notado en la registradora. «Tenemos clientela fija de bancos y oficinas y seguimos trabajando muy bien», recalca. La mudanza tampoco ha supuesto un varapalo, de momento, para El Sobrao Albercano, donde Loreto Mateos sirve embutidos que huelen a gloria. «Todavía sigo recibiendo encargos de funcionarios que venían a comprar, esperemos que no se cansen, pero que no se vayan más por favor», reclama. Al otro lado de la plaza, Humbelina Moro, la quiosquera que ocupa el puesto ubicado en la entrada de Muro, confía en que los prometidos inquilinos de la Junta le permitan seguir al frente del negocio, porque la reciente fuga «claro que se ha notado».

En el lugar de destino de los 500 empleados de Hacienda, su llegada se nota. Primero, en unas calles antes poco transitadas y donde ahora hay menos plazas para aparcar. Segundo, en los bares que se sitúan en la primera línea de fuego. «Nosotros servíamos 70 desayunos y ahora andamos por los 125», explica gráficamente Eva Fernández, copropietaria de la jamonería Dehesa Santa María. A las doce la mañana barras como las de El puchero de las Meigas o El rincón de Yoli registran también dobles filas. Otros negocios del barrio, sin embargo, siguen esperando las avalanchas que se prometían. En la farmacia de la calle Santo Domingo de Silos, Victoria Navarro aclara que «se ven caras nuevas y algunas recetas de Muface, pero en las ventas no se nota demasiado». Tampoco en el único estanco del barrio, donde Leticia Frutos ha visto como sube algo el despacho de loterías. «Cuando lo anunciaron me llegaron a decir que igual teníamos que coger a alguien y por ahora sigo yo sola», señala. En el supermercado Alimerka prefieren esperar a que pase algo más de tiempo para hacer balance, pero la encargada tampoco ha percibido el subidón. A ver si con la campaña de la renta la cosa se anima y del café se pasa al recado.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios