Borrar
Consulta la portada del periódico en papel
Una alumna reaiza un salto en el campamento.
Y que le gusten los caballos

Y que le gusten los caballos

El centro hípico Soto Ocio organiza un campamento de verano en el que los niños pueden aprender a montar y a relacionarse a través de equinos

juan pascual

Domingo, 27 de julio 2014, 11:50

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Al igual que en la película Y que le gusten los perros Diane Lane requería que sus citas fuesen amantes de los canes, los niños que quieran apuntarse al campamento semanal del centro hípico Soto Ocio deben sentir pasión por los caballos.

En el campamento de Soto Ocio los niños, esta semana todo niñas, asistentes pueden disfrutar de Niebla, Unicornio, Minuit y otros muchos caballos y ponis que les permitirán mejorar sus habilidades de monta, aprender cómo cuidar a un caballo y, lo más importante pasarlo bien.

La rutina del campamento comienza a las 9:30 horas, cuando las niñas llegan y son recibidas por las monitoras. En ese momento comienzan los preparativos. Los caballos y ponis son sacados de sus cuadras y se les cepilla, ensilla y coloca el bocado, la cabezada, los estribos... Una vez que el animal está listo empieza lo que todas quieren: montar.

Las niñas son divididas en diferentes pistas, dependiendo de su nivel de monta. Las más experimentadas llevan los caballos más grandes a la pista principal, donde practican ejercicios de manejo del caballo y ponen en práctica todo lo aprendido realizando increíbles saltos. Aun así los caballos son solo animales, por lo que a veces ocurren accidentes y alguna de las niñas acaba revolcada por los suelos, pero nada grave. Un minuto después, tras pasar el susto y sacudirse el polvo, la pequeña amazona ya está otra vez a lomos de su yegua.

En la segunda pista se encuentran tres alumnas con un nivel medio, que realizan ejercicios acordes a su destreza. Como monitora de las tres, Laura Esteban, una joven estudiante de fotografía que desde pequeña ha estado a lomos de un caballo. Como claves para llevar este campamento, Laura asegura que se necesita paciencia y ganas de enseñar: «Me siento bien enseñando a los niños, es como demostrarme a mi misma que sé algo. Es una satisfacción personal» afirma. Y la verdad es que sí se nota que sabe montar cuando se la ve saltando a lomos de Hidalgo III al que ella misma denomina su «gordo». Esa misma conexión con su caballo es la que intenta transmitir a sus alumnas.

Tras la clase, toca relajar a los animales. Para ello, nada más sacarlos de la pista, se les da un paseo por las instalaciones del centro. Después toca cepillarlos y ducharlos para refrescarlos y mantenerlos limpios. Una vez hecho esto, llega la actividad que cambia cada día. Un día son técnicas de cuidado de los caballos, como dar grasa a sus cascos o a las cabezadas. Otro día es una yincana. Otro es un paseo por el campo con los animales. Todas ellas, eso sí, relacionadas con el mundo equino.

Por último, para relajar a las niñas, las monitoras las llevan a la piscina del hotel Lasa Sport, donde comen y se bañan hasta las 19 horas aproximadamente, cuando son recogidas por sus padres. Un total de aproximadamente diez horas en las que las niñas han podido disfrutar, divertirse, hacer deporte y relacionarse con otras niñas que comparten su misma pasión, los caballos.

El responsable de todo esto es el director del centro, Benedicto Rábano, que opina que los caballos ayudan a los niños no solo en la parte física, sino en el contacto y la relación con ellos.

Su debilidad, Carla, su hija pequeña, que fue por quien entró en este mundo, aunque reconoce que también le gustaba un poco. Para llevar el negocio, mejor «ilusión que obtener beneficio económico». Su objetivo es diferenciarse del resto de centros hípicos por hacer una actividad familiar, que participe la familia al completo, que los caballos sean el vehículo para disfrutar de los niños y los amigos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios