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La centenaria Olma de Olmedo con la enfermedad de la grafiosis.
Castilla y León se suma a un proyecto para garantizar la supervivencia del olmo, amenazado por la grafiosis

Castilla y León se suma a un proyecto para garantizar la supervivencia del olmo, amenazado por la grafiosis

En total, se han plantado 663 árboles, algunos resistentes a la enfermedad, en las provincias de Segovia, Soria y Ávila

el norte

Domingo, 20 de diciembre 2015, 10:09

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En los últimos meses, 663 olmos han llegado a Castilla y León, parte de ellos resistentes a la grafiosis, enfermedad que arrasó a finales del siglo XX más del 90 por ciento de estos árboles en todo el territorio español, según informa Ical. En concreto, los ejemplares se han plantado en municipios de las provincias de Segovia, Soria y Ávila, gracias a un acuerdo entre la Consejería de Fomento y Medio Ambiente, que los ha plantado, y el Ministerio del ramo, que los ha donado. El proyecto busca la supervivencia de la especie así como la preservación de los olmos que aún se localizan en Castilla y León.

La plantas incluyen ejemplares de la especie autóctona de la Península Ibérica, Ulmus Laevis, más conocida como olmo temblón, que no se ve afectada por la grafiosis, según explicó a Ical el catedrático de la Escuela de Ingenieros de Montes de la Universidad Politécnica de Madrid, Luis Gil, que lleva trabajando más de 30 años en cómo desarrollar olmos resistentes mediante su mezcla en parcelas.

La primera plantación de un olmo resistente en la Comunidad se realizó en la localidad segoviana de Boceguillas. Esta provincia ha sido la más beneficiada del programa, con 461 olmos plantados: 100 plantas de temblones para el arroyo de Riofrío y 360 híbridos para otros 32 municipios segovianos, que los han plantado en zonas de uso público, explican desde la Diputación de Segovia. El resto de olmos se han plantado en el Parque Natural del Cañón del Río Lobos, en Soria, con cuatro olmos resistentes, y en la Reserva Natural del Valle de Iruelas (Ávila), con 198 olmos de montaña.

El proyecto

Gil y su equipo llevan trabajado en este proyecto durante los últimos 30 años. Buscaban ejemplares sanos y los trasladaban a parcelas para su reproducción. Si el olmo era sensible a la grafiosis, se le introducían los gérmenes de la enfermedad y los ejemplares que mostraban resistencia se seleccionaban.

Por tanto, en las parcelas «se mezclaban los olmos híbridos, que son resistentes, con los sensibles y los seleccionados», explica Gil. Al final, se escogieron para el programa «aquellos que mostraban una resistencia como la de los olmos híbridos, un ejemplar de cada 1.000» para obtener los genotipos resistentes a la grafiosis. «El problema radica en que la enfermedad, muchas veces, no se manifiesta», apuntó el catedrático como dificultad.

La producción de los árboles se realizó a lo largo del 2014. Este año se han plantado unidades en Madrid y en aquellas comunidades autónomas que han pedido incorporarse al programa. Murcia, Madrid, Andalucía, Castilla-La Mancha, Navarra y La Rioja figuran en la lista de autonomías que han recibido material para las restauraciones, además de Castilla y León.

Gil y su equipo se muestran esperanzados: «Esperamos que en los próximos cinco años el proyecto coja fuerza suficiente para interesar a otros organismos e instituciones». Si la propuesta tiene éxito, persiguen expandirse por otros lugares de Europa: «Hemos recibido, por ejemplo, peticiones de otros países como Reino Unido».

La investigación ha sido financiada por el proyecto Life de la Unión Europea, que proporciona apoyo económico a programas relacionados con el medio ambiente. El planteamiento de Gil recibió un millón de euros. El Ministerio también les prestó apoyo, por ejemplo cediéndoles espacios para acumular el material. Estos árboles se han obtenido en el marco del Programa Español de Conservación y Mejora de los olmos ibéricos, desarrollado entre el Ministerio y la institución educativa.

El programa en la Comunidad

La Consejería estableció tres parcelas de ensayo para experimentar con olmos en 2005: dos en el vivero de Calabazanos (Palencia) y otra en un monte público de Tordesillas (Valladolid). Esta actuación fue posible gracias a un convenio con la Universidad Politénica de Madrid, que finalizó en 2009 pero aún se mantienen estas áreas. Una de las palentinas es de olmos temblones y otra de ulmus minor, olmos comunes. Por su parte, la vallisoletana se dedica a los primeros.

Los temblones plantados en dichas parcelas provienen de una población de Palazuelos de Eresma (Segovia) y de semillas de Vega de Caballeros, Albires, Folledo y Matallana de Valmadrigal (León), del valle de Iruelas (Ávila) y de Ameyugo y Escaño (Burgos).

En la parcela de olmos comunes se reprodujeron viejos ejemplares de la Comunidad que permanecían vivos. Al final también se empleó como parcela de evaluación, es decir, para inocular a los árboles y así saber cuáles eran resistentes a la grafiosis, que fueron dos. La Consejería reconoce tres especies de olmos actualmente en Castilla y León: el común, el de montaña y el temblón.

Transmisión de la grafiosis

La grafiosis se transmite a través de los insectos escolítidos que portan esporas por haber brotado de un árbol enfermo, según explican desde el Centro de Sanidad Forestal de Calabazanos. La inoculación (introducción en el organismo de los gérmenes) se produce cuando se detienen a alimentarse en las copas. Las esporas penetran así por los vasos del xilema, el tejido leñoso que transporta, sobre todo, agua y minerales a las diferentes partes del árbol. La enfermedad avanza y llega hasta el floema, el tejido que lleva sustancias orgánicas e inorgánicas. El hongo produce toxinas después de haber germinado esporas y tapona y rompe los vasos del árbol. De este modo, la ausencia de agua termina por acabar con el olmo.

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