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Algunos de los indígenas estudiados, frente a su chapono
Por qué las tribus no contactadas del Amazonas pueden ayudar a evitar alergias

Por qué las tribus no contactadas del Amazonas pueden ayudar a evitar alergias

Investigadores venezolanos han estudiado las bacterias, hongos y parásitos de una comunidad ancestral para identificar estrategias clínicas útiles para el hombre moderno

Borja Robert

Viernes, 17 de abril 2015, 20:42

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Buscaban otra comunidad, pero los encontraron a ellos. Una aldea de unos cincuenta yanomamis, indígenas del Amazonas, que nunca habían visto a nadie con zapatos, camisa o gafas. Un grupo de investigadores venezolanos pasó con ellos cuatro días para recoger muestras de sus bacterias, hongos y parásitos. En estos, creen, pueden esconderse claves para combatir enfermedades como el asma o la diabetes, que se han multiplicado en las sociedades avanzadas. A veces, para estudiar a la humanidad del pasado, lo más sencillo es adentrarse en la selva.

«Estos individuos nunca habían estado en contacto con criollos», asegura Óscar Noya-Alarcón, uno de los investigadores que participó en la expedición. Se refiere a lo que los yanomami denominan mape, cualquiera que no es uno de ellos. «Aunque otras aldeas les habían contado que existíamos», afirma. Pese a que la comunidad que encontraron es seminómada, explica, mantienen una relación con otros grupos, con los que comparten idioma, costumbres y modo de vida. Los investigadores iban con un traductor.

La relación con un pueblo no contactado, explica Noya-Alarcón, es de curiosidad mutua. «Te están tocando constantemente. Les sorprenden el vello corporal, los zapatos, la ropa, los equipos médicos», aclara. La distancia cultural entre ambos mundos, afirma, es profunda. «Si les das un caramelo, igual se lo meten a la boca sin desenvolverlo», narra. En este caso, además, tenían que convencerlos para tomarles muestras de saliva y de piel, y también recoger sus heces. «El primer contacto es una reunión con toda la comunidad en la que está presente su capitán», asegura. «Con lo de las heces se ríen, pero les explicamos que existen parásitos tan pequeños que no se ven». Les llevaron películas que explicaban su labor y un microscopio con el que mostrarles los microorganismos.

Microbioma

Tomaron muestras de 34 individuos. «Son comunidades pequeñas, de unos cincuenta individuos o algo más. Cuando se asientan en un lugar construyen un chapono, una cabaña, una vivienda en forma de anillo con un techo único». El centro de esta vivienda comunal hace las veces de centro neurálgico del grupo, explica Noya-Alarcón.

Contactar con esta comunidad, u otras que sin relación conocida con la vida moderna, tiene un propósito médico. «No conozco a ningún yanomami que tenga alergias, o diabetes», asegura el investigador venezolano. «Estas comunidades, igual que nosotros hace unas decenas o cientos de años, mueren sobre todo a causa de infecciones». Parásitos, hongos y bacterias también forman parte de los seres humanos y otros animales. Son su microbioma. El conjunto de seres vivos que lo acompañan en relación simbiótica. Unos y otros se ayudan mutuamente. «Ayudan a la digestión de alimentos, a regular toda clase de procesos metabólicos o a modular la respuesta inmunitaria», recalca Noya-Alarcón.

Una sospecha habitual entre la comunidad científica es que el aumento de las alergias y otras enfermedades autoinmunes entre los humanos urbanos se debe a que tienen microbiomas debilitados. Las muestras recogidas entre los yanomamis refuerzan esta hipótesis. «Su microbioma es mayor y más diverso que el nuestro», asegura Noya-Alarcón. De hecho, es el más diverso que se ha registrado nunca en un grupo humano, como explican en un artículo científico que han publicado en la revista Science Advances. Este, sospechan, les ayuda a evitar algunas dolencias que cada vez son más frecuentes entre la población general. «Quien sabe si en un futuro tendremos que inocularnos bacterias para mejorar nuestro microbioma», sugiere el investigador. La higiene, los antibióticos o los conservantes, propone el científico, han ayudado a alargar la vida de las personas y a controlar muchos factores de riesgo, pero han podido debilitar otra parte importante de su organismo.

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