Borrar
Enseres humanos

Enseres humanos

El escritor César Pérez Gellida comienza hoy una colaboración semanal con El Norte de Castilla. Desde Buenos Aires, donde vive ahora, nos contará... Bueno, leed lo que ha escrito y lo entenderéis mejor

César Pérez Gellida

Lunes, 8 de febrero 2016, 20:54

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Normalmente sucede cuando salimos de ese refugio confortable que es lo reconocible, cuando nos atrevemos a alejarnos de ese lugar que tan bien conocemos y donde también nos reconocemos a nosotros mismos. Porque allí uno más uno siempre suma dos y las cosas son así porque así las aprendí. Cuando ponemos los pies fuera, ya sea por decisión propia o ajena, nuestro cerebro haciendo un alarde de inteligencia, acciona la alarma. Llámelo autodefensa. Entonces, nuestros sentidos entran en una suerte de estado de excepción, y excepcionalmente, funcionan a pleno rendimiento. Y vemos lo que antes no veíamos, oímos a los que callan, percibimos olores y sabores que no teníamos registrados y actuamos con un tacto distinto.

Es un hecho: «No necesitas suerte, necesitas moverte».

Pero no se trata de una cuestión de distancias, a veces vale con cruzar de acera, bajar al piso de abajo o cambiar de almohada. Sirve cualquier lugar que nos obligue a modificar la perspectiva y a poner en duda nuestros preceptos perfectos. Un sitio con una óptica que nos invite a entender que el universo no se corresponde con el conjunto de planetas que giran alrededor de uno mismo, que hay cientos de miles de millones de sistemas solares como nosotros, cada uno con sus planetas y sus órbitas. El heliocentrismo aplicado al comportamiento humano nos convierte en estrellas estrelladas.

Reconozcámoslo, el inmovilismo es propio de los objetos inanimados, no de los seres humanos, aunque algunos se empeñen en demostrarnos que la vida resultaría más sencilla si actuáramos como enseres humanos.

Por supuesto: los enseres se manejan mejor que los seres.

Sirva pues esta elucidación como preludio para decirle que este cantinero ha decidido agarrar que no coger los bártulos y trasladar el negocio a otra galaxia. En concreto, a una ciudad inabarcable repleta de contrastes y habitada por italianos que hablan español aunque quisieran ser franceses. No, eso no es cierto. Argentina es una gran nación y los argentinos muy argentinos y mucho argentinos. Es verdad que tenemos los españoles muy españoles y mucho españoles, cuantiosos nexos de unión más allá del idioma, tantos como diferencias, que son, afortunadamente, las que hacen que nuestra materia gris no sea tan gris.

Aquí le estaremos esperando semanalmente, encantados de volver a verle y de servirle un Ribera de la tierra, un Malbec de esta tierra, o lo que sea que nos ayude a desengrasar la lengua. Porque en esta barra virtual vamos a hablar de lo de acá y lo de allá, sin temas prohibidos ni preferidos, sin juicio ni prejuicios.

Porfiemos, que en esta cantina no hay derecho de admisión.

Sean bienvenidos.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios