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El Vía Crucis Procesional, en la Plaza Mayor Gabriel Villamil

El Nazareno reza el Vía Crucis acompañado por la Guardia Civil con motivo de sus bodas de plata como cofrades de honor

Los agentes acudieron con el uniforme de gala y bicornio, escoltando los dos pasos de la procesión

Jota De la Fuente

Valladolid

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Miércoles, 28 de marzo 2018

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Siete Guardias Civiles ataviados con el uniforme de gala y bicornio fueron los encargados de sacar el crucificado que marcaba las estaciones del Vía Crucis por las calles del centro de Valladolid con motivo del 25 aniversario del nombramiento del cuerpo como Cofrade de Honor del Nazareno de Valladolid. También se encargaron de trasladar hasta su sede en la iglesia de Jesús la talla desde la última estación hasta el interior del templo. El resto de la procesión escoltó las dos imágenes que este miércoles tomó parte de la procesión que centraba la atención del público en la tarde del Miércoles Santo.

La tarde no era la del día anterior en la ciudad, con menos temperatura y algunas gotas de lluvia en la primera mitad del recorrido, que no fue a mayores y no impidió que el Vía Crucis terminara con esplendor. En medio de la sencillez y sobriedad típico del cofrade Nazareno volvió a destacar la elegancia de sus Hermanas de Devoción, como es habitual.

También era novedad esta noche la banda del Dulce Nombre de Jesús Nazareno de León, con calidad excelente, solos de corneta destacables, algunas marchas quizá un tanto alegres, pero bien interpretadas, demostrando que es posible tocar deliciosamente con el rostro cubierto, al estilo de León, con el denominado capillo.

En la cuarta estación se produjo el encuentro del Nazareno con la Vera Cruz en la puerta de su sede, para más tarde repetir entonando la Salve Popular frente a Las Angustias, en presencia y con la bendición del Cardenal y Arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, para regresar nuevamente a su sede junto a la Plaza Mayor.

Cuatro cofrades por varal hasta completar los 32 fueron los encargados y responsables de llevar en volandas al hombro la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, obra de la escuela castellana del último tercio del siglo XVII, cuidadosamente decorado floralmente. Otros cuatro cofrades más, a relevos, llevaban la otra talla de la procesión, el Santísimo Cristo de la Agonía, obra de Antonio de la Peña a finales del año 1.684, dos a hombros y otros dos sujetando los agarres desde la cadera.

Entrada la noche y cuando hasta cinco procesiones más estaban ya en la calle llegaron a la iglesia de Jesús, donde tras cantar el himno a Nuestro Padre Jesús Nazareno, se dio por concluida la procesión, a la espera del apoteosis del Jueves Santo, siempre que el tiempo lo permita, como anhelo de cofrades, visitantes y vecinos de la ciudad que no han marchado de vacaciones estos días.

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