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El obispo de Segovia recuerda a las víctimas del terrorismo, las guerras y las catástrofes

El obispo de Segovia recuerda a las víctimas del terrorismo, las guerras y las catástrofes

Monseñor Cesar Franco condena durante la misa crismal el drama «de quienes viven en el luto y la desolación porque sus derechos humanos son conculcados»

el norte

Martes, 11 de abril 2017, 12:29

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La Catedral acogió ayer la misa crismal, que reúne a toda la Iglesia segoviana en torno al obispo y al presbiterio diocesano. Durante esta eucaristía, los sacerdotes renuevan sus promesas sacerdotales, se bendicen los óleos de los catecúmenos y se consagra el Santo Crisma. En su homilía, el obispo de Segovia, César Franco, recalcó que «los destinatarios de esta celebración no somos solamente quienes estamos aquí. Cristo y la Iglesia miran hacia el exterior de estos muros, que no nos separan del mundo, sino que nos reúnen junto a Cristo para ser enviados por él a los destinatarios últimos de esta liturgia: cercanos y lejanos; creyentes e incrédulos, amigos y enemigos, justos y pecadores».

Los dramas que laceran el mundo fueron recordados por el prelado durante su homilía ante las alrededor de doscientas personas que llenaron la capilla del templo mayor. «¿Cómo no pensar, hermanos, en nuestros hermanos de la catástrofe de Perú y de Mocoa, en Colombia (que tiene en Segovia tres sacerdotes), en las víctimas de las armas químicas en Siria, y de los últimos atentados terroristas en Londres, San Petersburgo y Estocolmo, y en los perpetrados contra los cristianos coptos de Egipto? ¡Cuántos rostros dolientes hemos visto a través de las pantallas del televisor! ¿Cómo no traer a nuestra asamblea a quienes viven en el luto y la desolación porque sus derechos humanos son conculcados por quienes solo viven para el ultraje, el crimen, y el odio fratricida?».

El prelado afirmó que «Dios viene a desquitarse del mal, del pecado personal y social, de las estructuras corrompidas de un mundo opuesto al señorío de Cristo. Dios viene a ungir, sanar y restaurar al hombre. Los gritos de los inocentes claman al cielo, y Dios ofrece su respuesta en Cristo: El Espíritu del Señor está sobre mí».

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