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María Jesús Cerezo, homenajeada por la Cofradía del Cristo del Mercado.El Norte
Anónimos

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Javi, el de la floristería Osiria, ha sido nombrado ‘capataz de honor’ por la Hermandad de la Soledad Dolorosa, y María Jesús Cerezo, ‘Amiga del Cristo’

david matarranz

Martes, 11 de abril 2017, 12:36

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Es impensable hablar de una Semana Santa como la nuestra sin contar con la infinidad de nombres anónimos que la hacen posible. Cada uno desde su posición, y es que este mundo tiene algo que cuando te atrapa, ya no te suelta.

Este año Javier de Andrés, Javi el de la floristería Osiria, ha sido nombrado capataz de honor por la Hermandad de la Soledad Dolorosa. El pasado viernes tocó por primera vez el llamador para que la cuadrilla de costaleros realizara la primera levantá con el Cristo de la Esperanza. Es el honor que una cofradía ofrece a un anónimo que ha colaborado siempre con su cofradía, y que de un modo otro contribuye a nuestra celebración.

Su apoyo llega como cofrade sin más, pero luego añadido a su trabajo, pues su negocio floral decora muchos pasos segovianos, y lo hace poniendo un cariño especial, sabiendo lo que se trae entre manos. También cuando llega Cuaresma decora de modo especial su escaparate. Se pueden ver procesiones en miniatura con pasos y capuchones a modo de maqueta de juguete, ante la que ningún niño que pase por Obispo Quesada se pueda resistir a pegar un rato la nariz al escaparate.

En mi cofradía este año hemos nombrado a María Jesús Cerezo, amiga del Cristo. Es Chus la del Costurero. Sin su pequeño comercio en la Avenida de la Constitución hubiera sido imposible acometer la renovación de todo el vestuario de la cofradía del Cristo del Mercado en los años 90, cuando la presidía Alberto Herreras. Y cuando el patrimonio del Cristo del Mercado era escaso, de sus manos salieron el estandarte y varias faldillas primorosamente tratadas para que el Cristo luciera por las calles de Segovia como se merece.

Son dos ejemplos de anónimos, que hoy saco a la luz, como reconocimiento a todos aquellos que dedican su tiempo, su esfuerzo y su cariño a poner una cofradía en la calle en las mejores condiciones posibles.

Seguro que en cada cofradía hay un puñado de ellos, y animo a estas que lo reconozcan y lo premien. Nada más motivador que un reconocimiento público.

Déjenme despedir esta columna con un pequeño homenaje al gran anónimo de nuestra Semana Santa, Prudencio Zorzo. Este verano nos dejó, y desde el cielo verá a su Cristo de San Marcos llegar a la Catedral por la Cuesta de los Hoyos. Cuánto trabajo altruista que agradecerte.

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