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Alfonso Arribas
Segovia
Viernes, 11 de mayo 2018, 21:19
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En un intento de acercar el trabajo de las compañías al público a través de los medios, Titirimundi organiza desde hace años encuentros informales, en torno a un desayuno, con agrupaciones y artistas que tienen así la oportunidad de compartir, a corta distancia y sin atrezzo, su proceso creativo.
En esta ocasión, Shaday Larios, de la compañía mexicana Microscopía Teatro, y Jomi Oligor, de la española Hermanos Oligor, comparecieron este viernes para hablar del proyecto común con el que han desembarcado en Titirimundi 2018, 'La Máquina de la soledad', un montaje de «teatro de objetos documentales» centrado en la correspondencia, en las cartas, y en las fabulosas historias que cuentan sobre quienes las escribieron y sus destinatarios.
«Queremos recuperar el poder de los objetos para hilar un relato basándonos en el movimiento que está implícito, porque los objetos están animados por sí mismos», explican. Un año y medio de trabajo en México a partir del hallazgo de una vieja maleta que contenía 600 cartas de amor, una conversión en «detectives de toda esa materialidad» para extraer, y luego mostrar, todo lo que contienen las misivas sobre el mismo hecho de haber sido escritas, sobre los sujetos implicados, sobre el contexto que describen…
. Tal vez sea una de esas fechas señaladas en rojo en el calendario para los residentes de los centros asistenciales de la Diputación de Segovia. La llegada de Titirimundi inunda de ilusión por unas horas las instalaciones de los cuatro centros dependientes de la institución provincial: el CSS Sociales La Fuensicla, el CAMP El Sotillo, la residencia de mayores La Alameda y el centro Juan Pablo II. La magia de las marionetas se apodera de mayores y niños que pasan a comunicarse con el mismo idioma.
El espectáculo 'Marionetas de Budapest', de Bence Sarkadi, ha llegado estos días al CSS La Fuencisla y a la residencia La Alameda, y ha hecho las delicias de residentes y trabajadores. Por su parte, los niños y jóvenes del centro Juan Pablo II han recibido la visita del espectáculo de 'Punch & Judy, del británico Dan Bishop, más adaptado a sus edades. Además, en el CAMP El Sotillo han pasado un buen rato con la compañía Quitapesares del pedagogo y maestro de maestros Federico Martín Nebrás, acompañado del ilustrador Juan Carlos Jiménez Grande y su espectáculo 'La lengua larga del cuento'. Han sido horas felices para todos los residentes
Una faceta, la de detectives, en la que tanto Oligor como Larios, uniéndose a Xavier Bobés, están profundizando a través de La agencia solar, dedicada a investigar sobre todo tipo de objetos para armar, a partir de los resultados de las pesquisas, creaciones teatrales ad hoc, específicas e in situ. En proyecto tienen, por ejemplo, un montaje que producirán sobre la caída del muro de Berlín, que escribirán y pondrán en escena tras un periodo de residencia y estudio en la capital alemana.
A propósito de esta forma de entender y hacer teatro, Larios recuerda que en la primera infancia «creemos que lo inanimado tiene alma, y nos interrelacionamos con sujetos invisibles y objetos a los que dotamos de movimiento y significado. Nuestra propuesta te remite a esa zona, que con los años y la madurez se va reprimiendo hasta desaparecer». Por eso, dicen, este género rescata al niño que se fue aunque el espectáculo sea para adultos, porque se vuelve a ese territorio de la ingenuidad.
Una perspectiva que en Segovia, gracias a Titirimundi, está educada y tira de experiencia. «Nosotros aquí tuvimos hace quince años, con Las tribulaciones de Virginia, una de las representaciones más importantes de nuestra historia, una de las más bonitas. Está claro que hay costumbre de encontrarse con títeres que escapan al patrón tradicional», explica Oligor. «Se nota que en Segovia la gente está esperando la llegada de Titirimundi; antes de entrar al teatro se nota algo especial, sonrisas y apertura a ser sorprendidos y emocionados», apuntilla Larios.
Al igual que los objetos, para ambos, el festival Titirimundi tiene alma, y se acercan a ese concepto hablando de «calor»: el que desprende el equipo recibiendo a las compañías, el que comparten, junto al cariño y el respeto, los titiriteros clásicos y los que llegan, el que regalan los espectadores que llenan cada espacio.
Esta primera jornada completa de Titirimundi, por otra parte, ha sido de nueva una convocatoria multitudinaria en las calles, con un público ávido de espectáculos oficiales y no oficiales. La amenaza de lluvia se quedó solo en un amago de unas cuantas gotas, y el público disfrutó con las propuestas de calle. Entre ellas, el francés Petit Monsieur, deleitó a grandes y pequeños y provocó las carcajadas de todos los públicos en las escalinatas de la calle Fernán García, junto al Acueducto.
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