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Aspecto de las plazas de san Martín y de Medina del Campo, rebosantes ayer de público de todas las edades durante uno de los espectáculos de Titirimundi.
Titirimundi consigue una ocupación hotelera media del 80% pese a las trombas de agua

Titirimundi consigue una ocupación hotelera media del 80% pese a las trombas de agua

Turismo y los hosteleros valoran la confluencia del festival con el lunes festivo en Madrid

Miguel Ángel López

Domingo, 14 de mayo 2017, 18:07

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La amenaza del clima cambiante de primavera está siendo real este año para el Festival Internacional de Títeres. Es quizá aventurado decir que el mal tiempo no es normal a mediados de mayo en Segovia, pero sorprende que la temperatura sea de 12 grados a las cinco de la tarde. La lluvia perturba el desarrollo de Titirimundi, cuyos responsables esperaban tener las calles llenas de gente en este puente de San Isidro, festivo para los madrileños, pero es cierto también que el resultado del festival no varía demasiado con lluvia y sin ella. Al menos así lo percibe el equipo de organización, pues en estos tres decenios ha habido muchas ediciones con mal tiempo y el público no ha descendido mucho. De ahí que puedan considerarse válidos los cálculos del estudio de economía aplicada realizado en 2014 por el Centro Asociado de la Uned, según los cuales el festival revierte a la ciudad, al menos, cerca de dos millones de euros (1,65 millones hace tres años).

A que las cifras de estos días sean óptimas para la organización, para el Ayuntamiento y para el sector turístico en general (en especial para la hostelería, en alojamientos y restauración) contribuyen en alguna medida las compañías que participan. Titirimundi tiene alojadas en hoteles y hostales de la ciudad a 120 personas desde antes del miércoles, fecha de la inauguración. Son miembros de alguna de las 37 compañías que participan este año, que entre comidas y cenas suponen por lo menos 1.200 servicios, contando solo los que concierta la organización. Y eso es solo una parte del impacto del festival en la economía de la ciudad, que es «tremendo», según los autores del estudio de la Uned, Antonio López y José Luis Pascual.

«La marca de Segovia creativa y fresca se ve beneficiada por el festival»

  • la opinión de claudia de santos

  • El apoyo de las administraciones públicas públicas a Titirimundi es constante, aunque el director del festival, Julio Michel, desearía una mayor inversión para hacer una programación más extensa. La apuesta del Ayuntamiento de Segovia es constante, afianzada mediante convenios de dos años de duración, y el valor del festival lo reconocen la alcaldesa, Clara Luquero, y su equipo. Como la Diputación Provincial, cuyo área de Cultura extiende las actuaciones a varias localidades de la provincia, en una dimensión más local que turística pero que también favorece esa imagen de marca global de Segovia como territorio cultural.

  • Claudia de Santos, responsable del área municipal de Turismo subraya al respecto que «el impacto económico de Titirimundi en la ocupación hotelera es evidente, pero también hay que poner en la balanza el impacto que tiene en la marca Segovia como destino turístico». Esta marca, comenta la concejala, adquiere durante los días del festival una identidad «fresca y creativa que se ve beneficiada por la actividad del festival, por el diálogo que establece entre creatividad y patrimonio que prestigia mucho a la ciudad».

  • Si volvemos al estudio de la Uned de hace tres años, los datos indican que el 85% de quienes llegan de fuera estos días vienen expresamente para ver las marionetas, y tres de cada cuatro son fieles al festival porque repiten la visita. Y aunque en la práctica es imposible saber si en las calles hay 50.000 espectadores, como indica alguna estimación, Claudia de Santos precisa que «Titirimundi es muy singular, un caso único; y su llegada supone una transformación de la ciudad tan agradable que es la mejor promoción».

Lo es porque hay que añadir lo que consume el público que acude a la ciudad para ver las actuaciones de calles y patios y del teatro, y aunque sea una cantidad quizá más modesta, también la que procede de los titiriteros espontáneos, no incluidos en el programa oficial pero muchos de ellos asiduos año tras año y con un espacio reservado para sus espectáculos y puestos en la avenida del Acueducto; ellos también contribuyen a crear el ambiente callejero del festival, dispuestos a sacar su más o menos modesto montaje a la calle en cuanto cesa la lluvia o se ve un atisbo de sol.

Las buenas expectativas de ocupación para estos días del festival las confirmaron la concejala de Turismo, Claudia de Santos, y el presidente de la Agrupación de Industriales Hosteleros, Cándido López. La edil reconoció que «el tiempo influye mucho en la ocupación», pero tras advertir de que «el miércoles la previsión era estupenda, rondando el 70%». Hace cuatro días, indicó, «sin contar el lunes la ocupación media para este largo fin de semana era de un 80% de reservas». Es posible que con el tiempo variable no se hayan confirmado todas, pero De Santos auguró que en todo caso la ocupación durante Titirimundi será buena.

El presidente de la AHIS corroboró la impresión de la responsable municipal, con una probable ocupación media durante el fin de semana del 80%, «pero algo inferior al puente del 1 de Mayo». López destacó la confluencia del lunes festivo en Madrid con Titirimundi, así como un visible aumento del turismo familiar, de familias con niños pequeños procedentes de Madrid y las ciudades cercanas, aunque lamentó que «el mal tiempo pueda haber influido a la hora de que vinieran más visitantes». No obstante, el puente para los madrileños, el festival y las comuniones han hecho de este fin de semana uno de los mejores para la hostelería local.

Por eso a la organización le resulta paradójico de algún modo que, en una semana en la que el público llega a Segovia atraído por la estética y la calidad de los espectáculos de títeres, con un 40% de los visitantes procedentes de Madrid y un porcentaje también alto de castellanos y leoneses, los precios de los alojamientos suban. Sobre todo porque, comentan, «el impacto económico es ocho veces superior a la inversión total y a la larga el aumento de los precios de alojamiento a la larga perjudica, y este es uno de los fines de semana con los precios más caros del año».

Esta edición de Titirimundi llega mañana al final. Las 37 compañías habrán ofrecido hasta 70 funciones al día porque muchos espectáculos son pequeños y pueden repetir la actuación. Pero quedará algo del festival: El juego de las pequeñas cosas, de Gilbert Legrand, está en el Torreón de Lozoya hasta el 28 de julio.

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