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Vista de la calle Riaza, con parte del barrio al fondo.
El mirador de San Lorenzo

El mirador de San Lorenzo

La pendiente de la calle Riaza permite a los vecinos disfrutar de panorámicas del barrio y la ciudad

elena rubio

Lunes, 24 de abril 2017, 11:31

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Segovia es una ciudad que tiene muchas calles con pendiente. Pero sin duda, una de las más empinadas está en el barrio de San Lorenzo. Es la calle Riaza, que va desde Vía Roma hasta la urbanización Montelaviña, situada en lo alto de la colina. Se accede a ella nada más pasar el puente que los segovianos denominan de La Loza, tanto andando como en coche, y en función del número al que se quiera llegar la inclinación es cada vez más patente. Es un espacio donde con el paso de los años, las construcciones han ido ganando terreno a la colina. De ahí, que en las zonas más altas, sean perceptibles a simple vista grandes rocas entre los edificios, lo que hizo en su día que los cimientos de las viviendas fueran excavados en la misma piedra. Uno de los grandes alicientes de esta calle son las vistas que ofrece desde Segovia, privilegiadas desde sus puntos más álgidos. Desde aquí se puede disfrutar de la Catedral, del Acueducto, de prácticamente todo el barrio de San Lorenzo y de la ladera del cementerio. Además, son muchos los vecinos que escuchan el sonido del río, que transcurre metros más abajo. Los primeros bloques, al inicio de la vía, fueron construidos en los años ochenta, por lo que los vecinos se conocen entre ellos y mantienen una buena convivencia, en una calle que «es tranquila», como comenta Carmen, que vive en uno de los bloques de esta calle desde hace una década.

En la parte alta de la calle Riaza, la edificación cambia a chalés unifamiliares. La gran urbanización, Montelaviña, construida en 1999, ocupa la parte alta de este espacio, que parece que esté fuera de la ciudad por la tranquilidad que ofrece, apenas altera de vez en cuando por el paso de algún vehículo o el ladrido de algún perro.

En esta zona de la calle, incluso cuentan con instalaciones comunitarias de piscina y barbacoa que están preparando para la llegada del calor. Pero cuando hay crudos inviernos, son los vecinos de esta parte de la calle, los que están en lo más alto, los que tienen más complicado salir de sus casas y llegar hasta vía Roma por la pendiente. No obstante, destacan que «la actuación de los quitanieves es buena, porque enseguida están aquí». La prudencia, que nunca está de más en cualquier día, es fundamental sobre todo en esos momentos, en una calle que es fundamentalmente residencial y donde los vehículos aparcan en uno de sus lados.

Centro de formación

En la calle apenas existen comercios, como un laboratorio de prótesis dentales, un centro de educación infantil y un supermercado, al inicio de la calle. Aunque esta calle también cuenta con el Centro Asiri, de Cáritas Segovia, situado en el número 6, que abrió sus puertas en 1995. Inicialmente, allí se ubicó el centro de rehabilitación de personas drogodependientes, momento en que esta organización desarrollaba un programa de estas características. Fue en ese momento cuando Cáritas compró el local y lo adaptó a las necesidades requeridas para atender a estas personas. Y así lo hizo hasta que, desde Cáritas Segovia se dieron cuenta que la situación de la población segoviana había vuelto a cambiar, debido a la llegada de personas de diferentes países, por lo que en el 2007 se creó en este espacio el Centro Intercultural Asiri, donde realizar actividades lúdicas y formativas, con el fin de que este lugar se convirtiera en un «lugar de encuentro de diferentes culturas», apuntan fuentes de Cáritas.

Pero con la llegada de la crisis, muchos segovianos perdieron su trabajo y «la situación volvió a cambiar», lo que motivó a Cáritas a reorganizar la filosofía del espacio. Por un lado, en el nombre, ya solo como Centro Asiri, y por otro lado, en las funciones a realizar, centradas en ofrecer formación gratuita para que las personas desempleadas tuvieran «más visibilidad de cara al empleo». En la actualidad, imparten con cierta periodicidad talleres de informática, clases de cocina española, talleres de jardinería, de pintura de paredes, talleres de costura básica, operaciones básicas de cocina, destinas a que «las personas puedan trabajar en algún restaurante», así como de servicio doméstico, donde también enseñan cómo atender a personas mayores en casa. El taller que más participación tiene es el de clases de español, que cuenta con tres niveles, básico, medio y de conservación, que suele estar impartido por voluntarios. Además de estos talleres, el Centro Asiri cumple otras dos funciones. Por un lado, sigue ubicado el servicio de atención a las toxicomanías, para atender a estas personas y sus familias, por otro lado, Cáritas lo utiliza como centro de formación para voluntarios y para hacer actividades con el voluntariado, por lo que se ha convertido «en una sede más de Cáritas», apuntan desde esta organización. El nombre de esta calle está en consonancia con varias de las vías del barrio de San Lorenzo, todas ellas próximas. Calle Coca, Cuéllar, Sepúlveda y por supuesto Riaza, rinden honor con su nombre a distintos pueblos de la provincia, que destacan por su belleza y patrimonio.

En el caso de Riaza, se refiere a este municipio del nordeste de Segovia, cuyos orígenes se remontan al siglo XII. Con gran riqueza natural y de pastos, a ella han estado vinculadas diferentes familias nobles, como los marqueses de Villena. En el pueblo destaca su cuidado casco histórico, donde se puede disfrutar de su iglesia parroquial dedicada a Nuestra Señora del Manto, la casa riazana con soportales de piedra y madera y su peculiar Plaza Mayor, utilizada en fiestas como coso taurino.

Visitar el Hayedo de la Pedrosa, la ermita de Hontanares o la estación de La Pinilla son otros de los alicientes de este municipio que cuenta con grandes rutas para hacer senderismo. Además, Riaza tiene añadidos diez núcleos de población a Aldeanueva del Monte, Alquité, Barahona de Fresno, Becerril, Madriguera, Martín Muñoz de Ayllón, El Muyo, El Negredo, Villacorta y Serracín, algunos de los cuales forman parte de la famosa Ruta del Color. Son todas localidades pequeñas, que destacan por su belleza. Son popularmente conocidos como pueblos rojos, negros y amarillos, debido al color que tienen sus edificaciones característico por el color que tenía la tierra arcillosa para darle ese color rojizo, por las cuarcitas que le dan ese color amarillento o por las pizarras utilizadas en la construcción de sus tejados.

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