Borrar
El presidente de la Diputación (derecha) observa las instalaciones.
Las hostias con harina segoviana que triunfan en los conventos españoles

Las hostias con harina segoviana que triunfan en los conventos españoles

El polvo que produce de la molienda del trigo no lleva ningún tipo de aditivos

el norte

Sábado, 18 de febrero 2017, 12:59

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Los hermanos Martín Estebaranz mantienen a flote la popular Harinera de Boceguillas, situada en pleno casco urbano, en la calle Bayona. Es la tercera generación de la familia que pilota esta singular empresa que compró su abuelo, aunque fue su padre, Domingo Martín, quien la controló desde niño y quien se deja caer aún por allí, pues «la harinera ha sido su vida», comenta su hijo Alfonso.

No es misión fácil la de los Hermanos Martín. Producen una harina de calidad frente a las toneladas y toneladas de harina batallera hecha en laboratorio o con cualquier clase de trigo, que fabrican los grandes grupos. «Los rendimientos salen solo a base de echar muchas horas», apunta Alfonso, quien recuerda que la harina de Boceguillas no lleva ningún tipo de aditivo.

«Nosotros apuntamos a los agricultores qué variedades de trigo necesitamos y les pagamos un poco más. Las grandes empresas lo que quieren son números y números, aunque no les salgan las cuentas», continúa Alfonso.

El presidente de la Diputación, Francisco Vázquez, acompañado por el alcalde de Boceguillas, Alfredo Velasco; el diputado de Acción Territorial, Basilio del Olmo, y el exalcalde de la localidad, Juan José González, recorrió las instalaciones de la fábrica, fundada en 1947.

La Harinera de Boceguillas produce un millón de kilos anuales, de los que aproximadamente la mitad se dirige al mercado madrileño. Solo la mitad se destina a la producción de pan, pues otros productos van ganando peso como las pizzas, la churrería, la bollería o las galletas. «Nos gusta vender mucho a churreros o a pasteleros, más que a grandes empresas», señala Alfonso. Especialmente valorada es su harina por su falta de aditivos entre los conventos españoles para la fabricación de hostias. Casi toda la vida la llevan vendiendo a los conventos de La Granja y Ortigosa del Monte. «Se corrió la voz y ahora nos la piden desde conventos de otras provincias como Madrid, Navarra o Soria».

«Dependiendo de cómo esté el trigo, hace falta añadirle más o menos agua. Hay años en que el trigo viene con poca agua, como un siete por cierto, y le añadimos agua hasta dejarle como un 12% de humedad, pues nos gusta dejar la harina un poco seca», concluye Alfonso

Las máquinas actualmente en funcionamiento son de los años cincuenta, aunque aún conservan las originarias algunas de 1892- que procedían de una fábrica que cerró en el Canal de Castilla.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios