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Un grupo de jóvenes juega a la botella voladora en el Acueducto.
La botella voladora aterriza en el Acueducto

La botella voladora aterriza en el Acueducto

El monumento romano se ha convertido en la diana de este popular juego

quique yuste

Sábado, 8 de octubre 2016, 13:07

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Desde hace varios meses, jóvenes de todas las edades han sucumbido al juego más popular en todo el mundo. No se trata de ningún videojuego de ordenador o de consola, sino del conocido como lanzamiento de la botella voladora (Water Bottle Flip Challenge). Su dinámica es muy sencilla, y seguramente lo hayan visto por la calle o incluso lo han realizado alguna vez sin darse cuenta. El juego consiste en lanzar al aire botellas de agua de plástico medio vacías, con el objetivo de que el envase quede posado de pie después de haber dado el mayor número de vueltas.

El reto es simple, pero se puede complicar en función de la imaginación del participante. Se puede aumentar la distancia del vuelo de la botella, añadir algún obstáculo al ejercicio o incluso, tratar de conseguir que el envase caiga sobre el tapón y no sobre su base. Las posibilidades son infinitas, tal y como demuestran la multitud de videos colgados en las redes sociales en los que jóvenes de países de los cinco continentes muestran al resto del mundo sus habilidades.

Los segovianos, además de realizar el reto en lugares comunes como sus propias casas, los parques o los patios de los colegios, han encontrado en el Acueducto un elemento atractivo para dotar de mayor complejidad al juego. Así, es habitual encontrar a grupos de jóvenes, botella de plástico en mano, lanzando hacia el monumento el envase. El objetivo es que este se pose sobre las cornisas formadas por los diferentes tamaños de los sillares del monumento romano, logrando completar el reto sobre el emblema de la ciudad.

Una práctica que, en algunos casos, tiene consecuencias negativas para la estética y la salud del Acueducto, ya que las botellas se quedan posadas sobre los sillares situados entre los dos y los tres metros de altura, donde no llegan a ser recogidas por los jóvenes participantes de la botella voladora.

Esta moda llega meses después de la colocación en las inmediaciones del monumento de varios carteles en los que se informa de la prohibición de subirse al Acueducto, tras varios casos en los que se observó como turistas ascendían al mismo en su parte más baja para realizar fotografías.

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