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El equipo Segogravity del colegio Maristas y los patrocinadores, con el coche.
El colegio Maristas de Segovia diseña un coche para la Hiperbaric Chellenge de Burgos

El colegio Maristas de Segovia diseña un coche para la Hiperbaric Chellenge de Burgos

El equipo Segogravity lo forman trece alumnos de primero de Bachillerato que han creado una empresa y logrado el patrocinio de una docena de empresas, el Ayuntamiento, la Diputación y la Fes

Miguel Ángel López

Lunes, 13 de junio 2016, 14:45

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La carrocería es de fibra de vidrio, el chasis, de acero, y los frenos son como los de una bicicleta, de disco y accionados por cable pero con un doble circuito por seguridad. Pesa cien kilos y, con los 60 del piloto, está dentro de los límites de la categoría C3, que es para coches de un máximo de 180 kilos. Puede alcanzar cerca de 70 kilómetros por hora y Jaime Bermejo, enfundado en su mono azul y protegido con el casco blanco, está dispuesto a lanzarse cuesta abajo para que, solo con la fuerza de la gravedad y la inercia del peso, el pequeño bólido de menos de dos metros de largo cobre la velocidad suficiente y logre así un buen puesto en la carrera que disputará el equipo este fin de semana en Burgos, desde el castillo a la plaza de Alonso Martínez de la capital burgalesa.

Jaime es uno de los trece componentes del equipo Segogravity, todos alumnos de primero de Bachillerato, dividido en cuatro grupos (técnico, económico, de diseño y de comunicación) y coordinado por la profesora de Tecnología Industrial del colegio Maristas de Segovia, Laura Fuentes, y el alumno Marcos Mateos. Entre todos, con el patrocinio de una docena de empresas segovianas, del Ayuntamiento, la Diputación Provincial y la Federación Empresarial Segoviana, han diseñado y construido este coche de inercia para participar en la Hiperbaric Challenge que convoca la compañía burgalesa del mismo nombre, un referente en innovación tecnológica.

El prototipo está listo. Este lunes lo presentó todo el equipo en el paseo del Salón, dejándolo caer desde la puerta de la calle del Sol hacia la cuesta del paseo de los Tilos, con la dificultad de la cerrada curva del cruce de Leopoldo Moreno. Tiene el número 99 por un triple motivo: porque estos chicos y chicas son de la generación de 1999, porque el colegio Maristas lleva 99 años en Segovia y porque la empresa Hiperbaric también fue fundada el año en que nacieron.

El reto no es tanto deportivo como tecnológico y, sobre todo, educativo. Ignacio Casanova, del equipo de comunicación, explicó que solo ser finalistas ya es un premio porque el trabajo iniciado este curso tuvieron que intensificarlo a partir de diciembre, cuando les comunicaron que su proyecto había sido seleccionado. El sábado, en Burgos, pasarán los últimos exámenes: a las tres de la tarde harán la presentación general del proyecto completo, tres horas después pasarán la inspección técnica del pequeño vehículo, y el domingo participarán en la carrera final donde ganar no será lo más importante.

En las cuestas de Burgos y en la meta estarán viendo como baja Jaime Bermejo sus compañeros de equipo y el resto de la clase de primero de Bachillerato, pues la directora del colegio Maristas, Eva Matarranz, tiene previsto que les acompañen los demás alumnos (pues de alguna manera se han implicado todos), junto a los padres y familiares. Verán el resultado del trabajo, si han sido las adecuadas las piezas que han montado (todas de proveedores segovianos), si han elegido bien los ángulos y la caída de la suspensión trasera y de la dirección, montada sobre el eje rígido delantero, si el diseño y el montaje del coche (realizado con la ayuda experta de José Luis Horcajo en las instalaciones de Pentamotor) funcionan como han calculado.

De todas formas, el proyecto ya es un éxito porque han superado todas las exigencias, han creado una empresa con solo 16 años, hecho el necesario plan de negocio, conseguido la financiación (cerca de 5.000 euros) y han diseñado y construido el prototipo. Y sí, corre a más de 60 kilómetros por hora impulsado solo por la misma fuerza que descubrió Newton cuando vio caer una manzana. El piloto solo tendrá que estar pendiente de la dirección y el freno, de tener cuidado si el coche se pone sobre dos ruedas en una curva. Al fin y al cabo, es como una sofisticada bicicleta de cuatro ruedas. Sin pedales, claro. El domingo, en la plaza de Alonso Martínez de Burgos, todo el equipo de Segogravity celebrará el reto conseguido. Sea cual sea la clasificación.

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