Cervezas pálidas o tostadas... fresquitas y artesanales

El césped verde del parque de Pradovalle combina bien con el amarillo pálido o tostado de las cervezas, y el sol casi veraniego lo complementa para animar a degustar la variada oferta, más de veinte que presentaban diez empresas este sábado en la feria y fiesta artesana. Los vasos de vidrio con los logotipos de los organizadores (el Ayuntamiento de San Cristóbal de Segovia y la Diputación Provincial) y el de El Norte como empresa colaboradora tienen el tamaño idóneo para disfrutar de la bebida en esta primera Feria de la Cerveza Artesana, a la que fue sumándose el público a partir de mediodía.

La mayoría de los artesanos son jóvenes y de Segovia, pero también presentaron sus creaciones cerveceros de Soria, Toledo y Vallecas. Todos productores recientes pues la cerveza artesana cobra auge en España desde hace pocos años. No compiten con las grandes marcas que hacen tipos lager y pilsen, ni por volumen de producción (apenas representan el 1% del total) ni, sobre todo, por el concepto: los artesanos opinan que las etiquetas más conocidas ofrecen refrescos y ellos, en cambio, realizan cervezas artesanas de fermentación natural, elaboradas combinaciones de malta, trigo, lúpulo y levadura, de sabores más complejos y más variados, rubias, tostadas, con más o menos espuma y a precios más asequibles.

La cantidad que producen también varía mucho. Depende de la dedicación en gran parte, porque muchos artesanos se lo toman como una afición, un hobby al que dedican tiempo después del trabajo. Para otros sí es ya una ocupación exclusiva. Siempre ha habido cervezas artesanales; en Estados Unidos hay infinidad desde que se puso de moda esta forma de producción en los años 70 y 80, y en Italia, por citar otro país, hace más de diez años que las venden con éxito. Y ahora, aquí, ya ocupan espacios destacados en las tiendas gourmet y en muchos bares.

Los hermanos Mateo y Adrián Sanz elaboran en Hontoria sus cervezas San Frutos. En dos años y medio están en una producción de 7.000 litros al mes (rubia, especial y una ndian pale ale) y han ampliado su mercado a muchos lugares de Castilla y León, Madrid... y también a Finlandia, Polonia y Rumanía.

Las de la marca Beernuy las produce en Bernuy de Porreros Loly de Pablo desde hace un año; su producción es menos (unos 400 litros a la semana que vende fundamentalmente en Segovia) y destaca una stout porter que combina muy bien con dulces y carnes rojas. En la Granja está Cerveza Goose, que tiene una producción media; uno de sus responsables, Eduardo Riaza, cree que a fin de año llegará a los 40.000 litros (ha duplicado en seis meses) porque tiene puntos de venta en toda España y en la tienda gourmet de ElCorte Inglés.

José María de la Fuente, que elabora las tres variedades de Alea Jacta en Carbonero el Mayor, también vende una parte de sus 5.000 litros anuales en tiendas de delicatessen, en Madrid y en la parisina Le Bon Marché, pero advierte de que la cerveza artesana no es su actividad principal. Sí lo es para Ignacio Carnicer, que desde el año pasado vende Octavo Arte (con su pale ale Mañanas de Domingo en su tienda de la calle Ochoa Ondategui y en bares de la ciudad y que espera pasar de su producción actual de cien litros a la semana a 2.500, gracias al acuerdo para utilizar el equipo de las San Frutos.

Mientras, Baixer hace en Tizneros una indian pale ale que llama Ciclogénesis Explosiva, con un alto grado de alcohol, aunque la mayoría, como las Tesela de Aranda de Duero, las Arévaka de Soria o las Speranto de Toledo, ofrecen cervezas de entre un 4,5 y un 6,5% de alcohol. Más o menos suaves o amargas, de trago fácil o más reposado, son todas artesanales, hechas con cuidado y fermentaciones largas. Para repetir. En casa o en la feria que terminó pasada la medianoche de este sábado con la música de La Banda del Búho.

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