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Juana Borrego, presidenta de Femur.
«La feria Pronatura debe servir para reflexionar sobre la situación en el mundo rural»

«La feria Pronatura debe servir para reflexionar sobre la situación en el mundo rural»

Juana Borrego, presidenta de la Federación Nacional de la Mujer Rural (Femur), reivindica el papel femenino con motivo de la celebración de la feria

Carlos Álvaro

Viernes, 10 de junio 2016, 11:57

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Juana Borrego afronta una nueva edición de Pronatura, la Feria Internacional de la Mujer Rural, que desde hoy ofrece todo tipo de productos, elaborados de manera artesanal, en las casetas instaladas en la avenida del Acueducto. Borrego repasa la situación de las mujeres rurales y hace hincapié en las dificultades que encuentran en muchos órdenes de la vida. Las diferencias entre los pueblos y las ciudades afectan de manera especial al género femenino.

Una feria más. Y van diecinueve.

Diecinueve años consecutivos organizando una feria internacional en Segovia, que es nuestra ciudad. Estamos muy agradecidos a los segovianos porque siempre nos han dispensado una gran acogida.

Es cierto. Hay gente que está deseando que llegue la feria. Es un acontecimiento esperado.

La gente nos pregunta con mucha antelación. Segovia nos tiene un cariño especial y las mujeres rurales lo saben y lo agradecen.

¿Cómo se presenta la feria?

Será una feria con una oferta muy variada. En alimentación hay cuarenta participantes y en artesanía, ochenta. Tenemos representantes de todas las comunidades autónomas, así como mujeres de Colombia, Perú, Senegal, Filipinas, México, Uruguay, Nicaragua y Túnez. No hemos podido traer a otros países árabes como hicimos el año pasado por problemas con los visados.

¿Las mujeres que vienen de otros países suelen repetir o se da prioridad a las que participan por primera vez?

Hay muchas mujeres que quieren repetir porque traen la representación del grupo que llevan ellas. De México siempre viene la misma, pero es la persona que coordina los trabajos que desarrollan las mujeres. Eso sí, todos los años se trae a gente distinta. Las de Uruguay o Colombia son nuevas... En fin, depende un poco de cómo se organicen.

¿A ellas les gusta venir, verdad?

Está encantadas porque este es un mundo muy diferente al suyo, con más comodidades, pero también por tener la posibilidad de aprender cosas nuevas. Ellas absorben todo lo que ven y lo exportan a sus países para mejorar.

La feria es una oportunidad excelente para reivindicar el papel de la mujer rural en el mundo de hoy.

Es lo que queremos, que la feria sirva para reflexionar acerca de la situación en que se encuentra la mujer rural y las diferencias tan acusadas que siguen existiendo entre el pueblo y la ciudad, porque no es lo mismo ser empresaria en un pueblo que en una ciudad. Ser artesana en un pueblo significa estar obligada a salir a las ferias, mientras que en las ciudades, si tienen posibilidades de abrir una tienda, siempre es más cómodo. En un pueblo no hay suficientes habitantes como para consumir los productos, tienen que estar vendiéndolos en otros lugares... Una mujer artesana no tiene las mismas oportunidades en un pueblo que en una ciudad.

Usted lleva muchos años al frente de la Federación del Mujer Rural luchando por la igualdad. ¿Cómo está la situación ahora? ¿Cuánto se ha progresado y cuánto queda todavía?

La verdad es que hemos progresado bastante. Históricamente, las mujeres del medio rural han sido las que han estado apoyando las explotaciones agrarias y especialmente la casa y la familia. Ahora tienen otra serie de comodidades. No es lo mismo tener que ir a segar a mano que hacerlo con la maquinaria de hoy. La evolución es evidente. Lo que sí creo es que la mujer que vive en el campo sigue siendo invisible, que no disfruta de los beneficios a los que ya puede acceder. Por ejemplo, en el caso de la ley de titularidad compartida, hay mujeres que no han sabido comprender los beneficios que puede reportarles. Podía haber muchas más mujeres con una jubilación digna y, sin embargo, piensan que pagar a la Seguridad Social es un gasto absurdo. Por lo tanto, debemos ayudar a entender que tanto derecho tiene el hombre a percibir una pensión cuando se jubila como lo tiene la mujer. La ley nos da la oportunidad de ser iguales, y podemos decir que la mujer rural empieza a tener un reconocimiento jurídico y económico que antes no tenía. Otra cosa es el reconocimiento social, que sigue siendo inexistente porque vivimos en un mundo muy machista.

Hay dos caballos de batalla en el mundo rural: la dificultad que las mujeres tienen para acceder a un empleo y la violencia machista. ¿Queda mucho por hacer?

Es verdad que los gobiernos hacen mucha política de desarrollo, pero no está diversificada: siempre va dirigida a la agricultura y a la ganadería. Tendría que haber otras iniciativas empresariales que dieran más opciones a los jóvenes. Esto evitaría su marcha a las ciudades. Y las instituciones deben saber que no solo hay que dar formación, sino también poner las condiciones para que los jóvenes puedan encontrar un trabajo adecuado y no se vean obligados a abandonar sus pueblos. Me parece muy bien que se convoquen cursos de formación, porque son muy adecuados, pero los jóvenes se van a cansar de formarse si al final no obtienen un resultado. En cuanto a la violencia machista, existen muchos problemas, porque en el campo el hombre sigue dominando. A la federación nos llegan muchos casos extremos que nos obligan a acudir a la Guardia Civil, a los centros de acción social... El problema es que a la mayoría de las mujeres les cuesta mucho dar el paso de denunciar; no quieren que los vecinos puedan enterarse de lo que les ocurre. Hay que intentar informarlas y convencerlas de que deben contar con las personas adecuadas para afrontar la situación. Lo que no puede ser es que denuncien y se arrepientan de ello a los dos días.

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