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Desde la izquierda, Carlos Aganzo, Antonio M. Herrera y José Antonio Gómez Municio, ayer, delante del busto de Machado.
«Machado nos sigue impresionando porque lo notamos muy vivo»

«Machado nos sigue impresionando porque lo notamos muy vivo»

El poeta Antonio M. Herrera aborda la estancia de Antonio Machado en Valencia en ‘Estas rachas de marzo’

Carlos Álvaro

Miércoles, 8 de junio 2016, 23:09

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Aconsejado por Rafael Alberti y León Felipe, Antonio Machado abandonó Madrid en el otoño de 1936, camino de Valencia, donde ya estaba instalado el Gobierno. No quería viajar, porque pensaba que su destino era caer de pie, junto al pueblo que con uñas y dientes defendía una República asediada por el fascismo, pero acabaron convenciéndolo. A Valencia llegó a la una de la mañana del 26 de noviembre y en Villa Amparo, un chalé situado en Rocafort, a escasos kilómetros de la capital levantina, permaneció año y medio, hasta el mes de abril de 1938.

Es esa dramática estancia de Antonio Machado en Rocafort, en plena guerra civil, la que el poeta Antonio M. Herrera, aborda en Estas rachas de marzo, tercera edición de Entre el vivir y el soñar (Villa Amparo), galardonada, en su momento, con el Premio Internacional de Literatura de la Fondation Antonio Machado, de Collioure (Francia). Herrera, profesor de Literatura jubilado y miembro del grupo Machado 75 que trata de recuperar la huella que don Antonio dejó en Rocafort, presentó ayer su obra en la Casa Museo del poeta en Segovia, acompañado por otro poeta, Carlos Aganzo, director de El Norte de Castilla y autor del prólogo, y el escritor José Antonio Gómez Municio.

«Más que nueva versión, prefiero llamarla reescritura señaló Herrera. Entre el vivir y el soñar gustó mucho en su momento, pero el premio le llegó demasiado pronto. No es que yo estuviera descontento, pero no estaba satisfecho. Creo que dejé traslucir demasiado mi yo lírico, es decir, la emoción, la veneración que siento por el poeta, la impresión que siempre me ha causado su estancia en Rocafort, el hecho de vivir al lado de Villa Amparo, de estar allí continuamente... En ese primer poemario está más presente la escasa poesía que Machado escribió en Rocafort, pero ha sido la lectura de su prosa, muy abundante en esa etapa, la que después me ha proporcionado una idea de la tremenda impresión que en esos momentos debía de haber en su ánimo. Hay que tener en cuenta que en 1936 se le mueren Valle-Inclán, Unamuno y Barral, que España está en guerra, que él mismo está muy enfermo...»

Literariamente, estamos ante uno de los momentos más prolíficos de Machado, quizá el que más. En Villa Amparo escribió don Antonio libros en prosa Juan de Mairena o La guerra e infinidad de artículos que publicaban periódicos como La Vanguardia, La Hora de España, Solidaridad Obrera o El mono azul. «Poemas solo escribió catorce o quince. Un periodista llegó a preguntarle si estaba escribiendo poesía con todo lo que estaba ocurriendo alrededor y él respondió que no, que todas las gestas necesitan de la pátina del tiempo. Pero en su prosa encontramos unas líneas ideológicas y una coherencia vital enormes», añadió Antonio M. Herrera.

Satisfacción

Estas rachas de marzo, editada por Páramo, ha dejado satisfecho al autor, que ha llegado a identificarse plenamente con el poeta sevillano. «No sé si lo he conseguido, pero esta reescritura me ha contentado. Quería reflejar el sentir de Machado en ese peregrinar, en esa huida hacia el exilio que, al fin y al cabo, representaba la huida de la otra España», afirmó. El libro respeta íntegramente el prólogo que Carlos Aganzo escribió para la primera edición: «Le dije que no tocara ni una coma. Él supo ver desde el principio lo que había en el libro. Dio las pautas esenciales tan diáfanamente que lo único que he hecho es ratificarlo».

Aganzo alabó un poemario que retrata el alma del poeta y reconoció a Herrera el mérito de descubrir y recuperar el paso del autor de Campos de Castilla por Villa Amparo. «Cuando don Antonio llegó a Valencia subrayó Carlos Aganzo era un poeta muy conocido, pero no era un mito. Machado empieza a ser un mito desde que está en Valencia, porque es a partir de ese momento cuando se convierte en el símbolo de la pérdida de unos valores, de un mundo que se venía abajo. La pasión y la muerte de este santo laico que es Machado empieza en Rocafort, felizmente recuperado para el circuito machadiano gracias a la labor de hombres como Antonio M. Herrera».

El autor de Estas rachas de marzo reivindicó la figura de Antonio Machado en un mundo como el actual, tan distinto al que conoció. «Machado es cada vez más actual porque era un sabio. Machado nos sigue impresionando hoy porque lo notamos muy vivo», aseveró Herrera, que dejó en la Casa Museo de Machado en Segovia un reportaje fotográfico sobre Villa Amparo para que todo el que quiera pueda consultarlo. Recuperar aquel chalé, hoy cerrado, es el gran objetivo.

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