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Alberto Reguera, en la acción poética que ha cerrado su exposición en el Museo Esteban Vicente.
Empatía en verso para los cuadros de Alberto reguera

Empatía en verso para los cuadros de Alberto reguera

El Museo Esteban Vicente de Segovia cierra la exposición ‘El Aura de la Pintura’ con un recital de poemas junto a la obra del pintor

Miguel Ángel López

Domingo, 29 de mayo 2016, 21:09

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¿Qué inspira la abstracción artística? ¿Qué sugieren los cuadros de Alberto Reguera a otros artistas? Su obra, la que ha formado la exposición retrospectiva en el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente, que es poesía en sí misma, visual y arriesgada, inspira paisajes, poemas que evocan lugares y miradas, lecturas revisitadas y nuevas. Alberto Reguera, segoviano de 1961 y ejemplo de la llamada abstracción lírica, ha querido cerrar su exposición El Aura de la Pintura con una muestra de «simbiosis y empatía entre la poesía y la pintura», con el agradecimiento a todo el equipo del centro de arte contemporáneo de Segovia que, con esta retrospectiva, él mismo ha revitalizado (y así lo ha pretendido desde que le propusieron exponer). Además, Reguera agradece de forma especial que el equipo del museo, la directora artística, Ana Doldán; la conservadora Inmaculada González, y el gerente, Luis Miguel del Pozo, hayan aceptado todas sus propuestas de actividades paralelas a la exposición.

La última propuesta fue esta acción poética, que siguió este domingo el itinerario diseñado por el pintor para hacer paradas en cuadros seleccionados, que están especialmente relacionados con la poesía. Y comenzó Reguera en la Sala 1 ante Mendelsshons Symphonie con un poema de la francesa Andrée Chedid, El espacio y lo cotidiano; continuó Sergio Artero delante de Horizontes fugitivos con versos vibrantes «es raro y absurdo ser un héroe cuando nadie te mira», y también en esta sala David Hernández Sevillano ante Natures fragment «la vida se reduce a este paisaje nevado que pisamos» y luego Ángeles Vaquero delante de Álgidos paisajes solares.

En la Sala 2 participaron Eva Navarro delante de Paisaje castellano con materias desbordadas con el poema de Juan Manuel Bonet dedicado a Díaz-Caneja, el que «la monotonía es virtud»; Blanca Colás ante Paisajes visionarios y los versos reflexivos de Ángela Molina, y Luis Llorente «donde empieza el rumor de la mirada es mía» al lado de la instalación pictórica Campos de Visión. En el pasillo fue de nuevo Reguera el lector: La razón, de los Poemas de la mirada última de Francisco Pino, evocó la colaboración de los dos autores ante las cinco serigrafías inspiradas en la obra del escritor; y después, arriba, Maribel Gilsanz presentó ante Naturalezas ingrávidas tres poemas propios, de Poesía muda, y el último Poegrama dedicado a Alberto.

En la sala superior, Marifé Santiago recitó junto a Pinceladas en su hondura la simbiosis entre poesía y pintura, que «la lluvia en un día soleado es frágil y hermosa». Y Angélica Tanarro, jefa de la sección de Cultura de El Norte, aportó el matiz romántico ante Escenarios naturales en hibridación con versos propios «este silencio que viste las montañas (...) este mar tiene las olas contadas», antes de que finalizara el recorrido ante Espacios con texturas para que Clemente Oria, nieto de Luis García Martín-Marcos, recitara ante su madre María Luisa, hija del escritor, el soneto Ceniza en vilo. El acto final, en el auditorio del museo incluyó la lectura por Alberto Reguera de los tres pequeños poemas que ha dedicado Gilles Mentre a la pintura expansiva que realiza el pintor segoviano, precisamente ante la instalación que hizo hace unos días en la pared del fondo, Afluentes liberando materia pictórica.

Fue el colofón de esta exposición retrospectiva clausurada ayer en el Museo Esteban Vicente con la intervención del pintor, que pensó en este final como muestra de «la simbiosis y empatía entre la poesía y la pintura».

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