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La alcaldesa, Clara Luquero, interviene en el homenaje a Jorge Soler celebrado en la Ceca.
El alma de la Casa de Moneda de Segovia está en la sala de máquinas

El alma de la Casa de Moneda de Segovia está en la sala de máquinas

El Ayuntamiento, la familia, amigos y colaboradores dedican un homenaje a Jorge Soler y colocan una placa con su nombre en la Ceca

Miguel Ángel López

Sábado, 30 de abril 2016, 22:39

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La sala de máquinas o de la herrería de la Real Casa de Moneda tiene nombre propio. Está grabado en metal al lado de una de las puertas, en el interior, en una preciosa placa que ha hecho Carlos Muñoz de Pablos con la imagen de una rueda hidráulica movida por el agua; debajo, el nombre: Jorge Soler Valencia. Así se llama desde este sábado la sala del museo, la que contiene las reproducciones del Real Ingenio. La leyenda de la dedicatoria expone el motivo, recordarle, que su nombre esté unido a «su generoso trabajo en la recuperación del sistema hidráulico y los ingenios de esta Casa de Moneda». En el acero está la fecha del homenaje, sin día, solo pone «Segovia. Abril 2016».

Cubierta hasta después de mediodía, la destaparon la alcaldesa, Clara Luquero, la viuda y los hijos de Jorge, y la concejala de Patrimonio, Claudia de Santos, después del acto, emotivo, con más de un centenar de familiares, amigos y colaboradores frente a la imagen del profesor, de Jorge Soler Valencia (Buenos Aires, 1955-Segovia, 2016).

Porque, dijo Claudia de Santos, «es Jorge quien convoca y reúne». La muerte inesperada está reciente. Apenas han pasado dos meses. Y el homenaje que sus cercanos pensaban más sencillo fue ayer el de toda la ciudad, presidido por la alcaldesa y realizado desde «el cariño, el respeto y la admiración a su trayectoria vital generosa, que forma parte de nuestro paisaje, del patrimonio de la ciudad», como indicó la concejala, y en el lugar idóneo para recordar a quien dedicó su faceta profesional al estudio y divulgación del patrimonio industrial de Segovia y, declaró Luquero, con José María Izaga y Miguel Ángel Moreno, la puesta en marcha del proyecto para recuperar las ruedas hidráulicas del Real Ingenio las ruedas, realizadas con otros especialistas, «son suyas», dijo ), el proyecto museográfico y muchos aspectos de la Casa de la Moneda, porque la relación con la antigua ceca «excedió lo profesional, fue pasión por la Casa».

La sala de máquinas lleva por eso desde este sábado su nombre, declaró Luquero, para que «las generaciones venideras sepan quién puso en ella su trabajo y parte de su vida», para que Jorge Soler sea «reconocido por los segovianos de hoy y de mañana», para evocar «su pasión y su entusiasmo». Fue luego Juan Luis García Hourcade, con una vida paralela a la suya como profesor, quien explicó cuándo nació su pasión por el inmueble y el Real Ingenio del siglo XVI: después del descubrimiento del Martinete de Navafría no pudo olvidar ya nunca el patrimonio industrial ni pudo dejar de trabajar para su conservación y mantenimiento, y si un historiador sueña con encontrar nuevos documentos o un personaje, «cuando vio la Casa de la Moneda encontró un diamante en bruto».

A la Ceca dedicó Soler su vida, añadió el académico de San Quirce, y el trabajo le dio premios (como el prestigioso García Diego que compartió con Izaga y Murray) y su energía y capacitación técnica la satisfacción después de poder reconstruir las ruedas del Real Ingenio. «Tuvo sinsabores y enemistades, pero aquí está la obra», concluyó García Hourcade.

Y allí, en la sala donde están una de las ruedas, el laminador, la prensa de volante... el guitarrista Gaspar Payá interpretó en su memoria una pieza compuesta especialmente para él, la música silenció a todos y luego volvió la palabra de Claudia de Santos con el escrito que le dedicó al día siguiente de su muerte, en el que recordó la última vez que le vio en la Casa de la Moneda, para decir, de nuevo, que «nos ha quedado su espíritu congelado, trasteando en los canales o en las máquinas».

Sus hijos, Alba y Odín le recordaron luego como «un hombre poco ceremonioso», por eso un acto como el de ayer le habría dado «alegría y apuro», un hombre que ponía «empeño en todo» y al que el lugar donde pasó tantas horas le queda, allí en la Ceca, «el ritmo de la canción que le cantan estas máquinas».

Antes de descubrir la placa, su esposa, Alcázar Ruz, dijo lo que todos los que asistieron saben, que entre las paredes de la Casa de Moneda «Jorge seguirá contando la magia de este lugar». Al final, el último homenaje volvió a tener forma de música y de danza, al son de la Entradilla que bailó en su honor La Esteva.

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