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Interior del Jardín Botánico.
El Jardín Botánico, naturaleza en medio de la urbe

El Jardín Botánico, naturaleza en medio de la urbe

La calle debe su nombre al espacio, creado hace dos siglos para albergar diferentes especies arbóreas

elena rubio

Lunes, 19 de octubre 2015, 11:11

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La calle Jardín Botánico está situada en el barrio de Santo Tomás. Tiene su entrada por la calle El Roble y salida por la del Morillo. Muy transitada, es una vía larga y flanqueada prácticamente en todo su recorrido por bloques de viviendas construidas en diferentes décadas, en cuyos bajos de algunos de estos edificios hay instalados comercios y establecimientos de diferente índole. El nombre de esta vía se debe a que en ella se localiza el espacio denominado Jardín Botánico, un espacio verde creado en la ciudad a finales del siglo XVIII por la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Segovia en unos terrenos que fueron cedidos por el Ayuntamiento de Segovia.

No es de extrañar que aquellos eruditos se fijaran en esta zona ya que por aquel entonces Santo Tomás era un espacio prácticamente descampado, hasta el punto, de que su iglesia había perdido la práctica totalidad de su feligresía, haciendo que «en 1744, el párroco pida licencia al obispo para mantener día y noche el Santísimo Sacramento en el sagrario de la ermita, hecho que quedaba reservado a los templos parroquiales», según cuenta Alberto Herreras en su libro La ermita del Santo Cristo de la Cruz en el Barrio del Mercado.

Estos descampados hicieron que los entonces miembros de la Sociedad Económica de Amigos del País vieran en esta parte de la ciudad el lugar perfecto para impulsar su aliento modernizador e instalar en este lugar un espacio verde, lleno de plantas y árboles.

El lugar reunía las condiciones idóneas para poder establecer allí un vivero de plantas, sobre todo teniendo en cuenta la orografía del terreno, en una parte elevada de la ciudad, y teniendo muy presente que muy cerca de allí se encontraba la denominada Calle de la Caída del Agua (hoy en día San Vicente Ferrer), por ser el lugar por el que bajaban las aguas de la parte alta de la ciudad.

En el libro Las calles y plazas de Segovia y sus barrios incorporados, Juan Antonio Folgado relata cómo «a principios del siglo siguiente fue transformado por la Económica en Jardín Botánico. Desaparecida ésta en 1819 pasó al Ayuntamiento, que evitó su venta con motivo de las leyes desamortizadoras, dado el interés de dicho espacio para la ciudad». Un siglo después, este espacio verde seguía estando bien cuidado, según relata Mariano Saez y Romero en su ejemplar Las calles de Segovia de 1918. Sin embargo, por aquel entonces, el espacio seguía estando «algo separado de las calles del tránsito», lo que provocaba que no fuera un lugar muy concurrido a pesar de ser «un paseo de ameno esparcimiento y que hace honor a la cultura de la ciudad». Sin embargo, en el siglo XX estuvo a punto de desaparecer, ya que «ha estado en peligro de convertirse dicho solar en colegio, polideportivo e incluso viviendas», según recuerda Folgado.

La última reforma de la zona, a finales de la década de los años ochenta del siglo pasado, ha situado el espacio finalmente como un lugar verde que debe permanecer con esta condición en la ciudad.

El Jardín Botánico, hoy en día con cerramiento de ladrillo, es un lugar de esparcimiento donde muchos segovianos, sobre todo acompañados de niños pequeños, acuden allí a disfrutar de un lugar de tranquilidad. El espacio, con bancos y calles de arena, permite disfrutar de ratos agradables, además de aprender de la naturaleza al ser un lugar pedagógico. En sus paredes existen murales didácticos sobre los ecosistemas y el uso de la naturaleza, elaborados por Mariano Carabias y Rafael Tardón, en los que pueden verse transportadores de agua, la labor del pastoreo o la agricultura, así como insectos, aves, patos o conejos.

Reformas

Al ser un espacio a la intemperie, las condiciones meteorológicas también han hecho mella en el lugar. Por eso, hace apenas un decenio, el recinto del Jardín Botánico sufrió una serie de mejoras en su interior, al sanear y mejorar las plantaciones existentes el Ayuntamiento de la ciudad.

También se mejoraron las escaleras de acceso la zona elevada, se repusieron los anclajes de cimentación de las farolas, así como la colocación de albardilla de granito sobre las situadas en las bancadas inmediatas a la fuente en los muretes de acceso en rampa al área del estanque.

Unas mejoras que fueron completadas hace apenas cuatro años con una nueva fuente ornamental, cuyas piezas fueron diseñadas por el escultor segoviano Mariano Carabias, con la ayuda del arquitecto Juan Carlos Gargiulo.

La fuente, que se instaló de forma manual, tiene un armazón de fábrica de ladrillo, cuenta con bomba de recirculación del agua en circuito cerrado y las correspondientes acometidas a la red de abastecimiento, saneamiento y electricidad. En la parte exterior, el soporte está decorado con gres en bajorrelieves e incisiones, policromados en tonos de color tierra, en consonancia con el tratamiento dado a los murales cerámicos y a la barandilla de la escalera.

El espacio también cuenta con una noria de corriente, diseñada por Jorge Soler y José María Izaga, que cumple una función pedagógica al ser la reproducción del ingenio utilizado por los griegos y egipcios para elevar el agua de los pozos y ríos.

Este elemento sustituyó a la vieja noria de sangre, realizada por los alumnos y profesores del instituto Ezequiel González en el año 1995, que fue trasladada tras su restauración a la Huerta del Baño del barrio de San Lorenzo.

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