‘Enriques’ para recordar la Ceca

Rachid Nassar es un hombre fornido. Coge el cospel de níquel, lo coloca en el fondo de la prensa de martillo y luego pone encima, bien alineado, el cuño; después toma la maza, da dos golpes en el suelo para asentar el mango y alza la herramienta. El golpe, fuerte y seco, deja grabadas en el metal las dos caras de la medalla artesanal, una réplica del Enrique del siglo XV en el anverso y, en el reverso, el logo de la Real Casa de Moneda de Segovia con su marca de ceca, el Acueducto. La pieza es una de las dos primeras unidades que podrán adquirir los visitantes del museo después de presenciar el proceso, a tres euros las de latón y a 2,50 las de aluminio. Un recuerdo de la visita al cuarto monumento de la ciudad.

Rachid es natural de Tánger tiene 26 años de experiencia como oficial carpintero, lleva nueve años en Segovia y seis meses en la Ceca. Antes se encargaba de trabajos de mantenimiento como empleado municipal, ahora trabaja en el mantenimiento de los ingenios y acuña estas medallas conmemorativas a martillo con una técnica semejante a la utilizada en el siglo XV para hacer los enriques, las monedas que ordenó hacer Enrique IV en la Casa Vieja en la Sala de Máquinas del Museo de la Real Casa de Moneda. Es uno más de los atractivos para visitar el centro. «Un pasito más» para dotarlo de contenidos, comentó la concejala de Patrimonio Histórico y Turismo, Claudia de Santos.

La prensa de martillo es una réplica de los modelos utilizados hasta finales del siglo XVII, un yunque anclado a un cepo de madera que sujeta el cuño inferior, sobre el que se coloca el puente para el cuño del anverso. La ha fabricado en Eibar la empresa guipuzcoana Fordeba, una de las pocas que pueden dar (a mano) el detalle preciso a las filigranas de los cuños, que en el caso de los enriques son de mucho detalle, con la figura del rey en el trono y la leyenda Enricus Quarts Rex. El coste de 2.900 euros de la prensa y de 1.400 de los cuños se amortizará con la venta de las monedas, y la oferta aumentará este mismo año con otros modelos (como la última acuñada en Segovia, la medalla conmemorativa de la Revolución de Septiembre de 1868) y otras formas de acuñación.

La técnica de martillo es también artesanal como hace tres siglos. Implica cocer los cospeles de metal el día antes, dejarlos enfriar en las cenizas y después bruñirlos con lana de acero muy fina, además de abrillantar después la moneda, que tiene un diámetro de 31 milímetros (casi uno más que el cospel) y un grosor de dos. Pero no será la única técnica que puedan ver los visitantes.

Mayor oferta

De Santos comenta que «como cualquier otro museo, es un elemento vivo y tiene que crecer, desarrollarse, cambiar», para hacer más atractiva la visita. En sus planes entra ofrecer al público «muy pronto» la acuñación a volante, presentar una nueva rueda del laminador del Real Ingenio, «gentileza también de la Fundación Juanelo Turriano» (que ha pagado los 33.000 euros que ha costado), algunos cambios en la planta superior y, hacia el mes de noviembre, el jardín renacentista una vez rehabilitado.

Las visitas van aumentando. De Santos espera cerrar el año con más de 15.000 visitantes, muchos más que los 11.623 de 2014, a pesar de que el centro estuvo cerrado hasta el 6 de marzo. Más de tres mil de esas visitas ya las ha conseguido con las jornadas de puertas abiertas del mes de marzo y la llegada de grupos es cada vez más frecuente, de estudiantes de Ávila y Madrid, sobre todo, y también de segovianos que se llevan la «sorpresa» de que pueden «presenciar en vivo la acuñación de monedas». En la pasada campaña electoral, la alcaldesa Clara Luquero destacó que el Real Ingenio, la Casa de Moneda, es «uno de los baluartes culturales y patrimoniales de Segovia». Atractivos para serlo no le faltan.