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El diestro Víctor Barrio con su primero de la tarde durante el tradicional festejo del Domingo de Resurrección.
Vuelta al ruedo que vale su peso en oro para Víctor Barrio en su regreso a Las Ventas

Vuelta al ruedo que vale su peso en oro para Víctor Barrio en su regreso a Las Ventas

Oreja para Eugenio de Mora, que reverdece laureles en la plaza madrileña, y faena muy meritoria para el torero segoviano

Javier López/efe

Lunes, 6 de abril 2015, 00:02

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El diestro Eugenio de Mora cortó hoy una oreja de mucho peso en la corrida del Domingo de Resurrección en Las Ventas gracias a una faena en la que reverdeció laureles, en una tarde en la que Víctor Barrio rayó también a buen nivel frente al sexto, mientras que Pepe Moral quedó inédito con el peor lote.

No existe mejor día en el calendario que un Domingo de Resurrección para renacer, taurinamente hablando, y demostrar que cuando se lleva el toreo bueno dentro no se olvida nunca por muchos años que pasen en el ostracismo.

Eugenio de Mora resucitó hoy en Madrid, y no sólo porque cuajara al único toro con opciones de un deslucido encierro de Martín Lorca, al que cortó una oreja, sino porque volvió a mostrar el concepto que enamoró a finales de los 90 y que hoy reverdeció laureles en la misma plaza que le encumbró hace ya 20 años.

La obra y milagro del experimentado matador toledano aconteció en el cuarto toro, un ejemplar bravo y con muy buen fondo, que, además, transmitió mucho por la codicia y humillación que demostró en las telas de un De Mora que inició faena de rodillas, corriendo la mano como si estuviera de pie.

Fue el principio de una importante labor, que tuvo su punto y seguido en varias series por el pitón derecho citando de largo y con la muleta adelantada, ligando los pases a base de quietud y mucho aplomo, todo por abajo, con ritmo y torería en los remates.

Al natural hubo más enjundia si cabe, pues por ahí el toro tuvo más profundidad, y aquí De Mora también llegó a abandonarse por momentos, recetando algún pase con la verticalidad y el relajo tan característico en él. Agarró una estocada a la primera que le puso en sus manos una oreja que debería servirle para su temporada.

Su primero, en cambio, fue un toro lo que se dice desagradable por las muchas asperezas que desarrolló. De Mora porfió mucho con él, y, aunque anduvo un poco rapidito para aprovechar las pocas arrancadas del astado, la apuesta fue sincera para lograr imponerse a las circunstancias.

Víctor Barrio pasó un trago en el recibo por tafalleras a su primero desde el centro del platillo. El toro se le vino cruzado y a punto estuvo de echarle mano, rehaciéndose después el torero con tres improvisados delantales y un garboso galleo por chicuelinas.

Estos fueron los únicos momentos destacables de la primera labor de Barrio , pues el astado, muy renqueante de los cuartos traseros, apenas se mantuvo en pie en la muleta, derrumbándose ya en las mismas probaturas.

El sexto fue un toro manso que durante toda la lidia marcó siempre la querencia, y ahí, entre las dos rayas, cuajó Barrio una faena muy meritoria por lo bien que supo exprimir al animal, aprovechando siempre la inercia de sus dubitativos viajes para diseñar una labor de alto nivel sobre todo en el toreo a derechas. Pudo haber cortado una oreja si no llega a fallar a espadas, pero la vuelta al ruedo que dio tuvo su peso en oro.

Pepe Moral no tuvo tela que cortar en su primera faena ante un toro falto de clase y de fondo. El sevillano gustó en el saludo a la verónica y poco más se le puede anotar, pues el astado apenas tuvo dos embestidas. La estocada, eso si, de manual por ejecución y definición.

El quinto fue un buey de carreta, remiso a cualquier afrenta de un Pepe Moral muy insistente, tanto que cierto sector del tendido le apremió para que abreviara ante la nula colaboración del astado.

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