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Anastasio Prados junto a la maqueta de la iglesia de San Sebastián, situada en el interior del templo. El Norte
2.500 kilos de arte en granito

2.500 kilos de arte en granito

Anastasio Prados realiza una maqueta a escala de la iglesia de San Sebastián

elena rubio

Domingo, 25 de enero 2015, 14:56

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La jubilación es para muchos un período de tiempo en el que relajarse y dedicarse a otras actividades que durante años no han podido. Otros muchos convierten lo que ha sido su trabajo en una afición, como Anastasio Prados, un antiguo cantero que ha dedicado parte de este tiempo calcula que alrededor de cuatro años a construir una maqueta a escala de la iglesia de San Sebastián, en Villacastín. Desde hace unos días, su obra puede ser contemplada en el interior del templo, nada más entrar a mano izquierda.

Todo comenzó como un entretenimiento ya que, según relata Prados, fueron «ratos perdidos» los que utilizó para empezar a levantar piedra por piedra la torre de este monumental templo. Tanto gustó a conocidos y a todos aquellos que la vieron que le insuflaron ánimo para hacer el resto del templo. Fue entonces cuando consiguió unos planos en el Ayuntamiento de la localidad para acometer el resto de la obra. La mala fortuna hizo que «estuvieran incompletos», así que, ni corto ni perezoso, y con la experiencia que había dado toda una vida dedicada a ser cantero, él mismo midió la iglesia. «Calculé la altura y volumen para hacerlo lo más aproximado posible», cuenta.

De esta manera, construyó piedra a piedra el templo con todos los detalles que tiene en la realidad este magnífico monumento de estilo gótico, herreriano y renacentista, que se construyó entre los siglos XVI y XVII y que es considerado como la Catedral de la Sierra.

De oficio, cantero

  • trayectoria

  • Anastasio Prados, que el próximo 2 de febrero cumplirá 85 años, nació en la localidad abulense de Mingorría, «un pueblo de canteros», y llegó a Villacastín con su hermano en 1951, cuando apenas contaba con 20 años para trabajar en una empresa que suministraba material para la construcción del Valle de Los Caídos. Durante cinco años estuvieron trabajando allí, cuando en la localidad había unas 60 personas dedicadas a este oficio, entre canteros y labradores, porque «la piedra de Villacastín respondía bien para venderla en Madrid». Este cantero jubilado recuerda cómo este oficio daba de comer a muchas personas, siendo el granito de Segovia capital, el de las canteras de El Sotillo, uno de los mejores de España.

  • Unos años después abrió con su hermano la empresa Hermanos Prados, que en los buenos tiempos de la compañía enviaba de forma periódica tres camiones de piedra de Villacastín a Madrid, contando con una plantilla de 25 obreros. Una empresa que tiene entre sus logros más importantes el suministro de piedras para el conocido como Dolmen de Dalí, situado en el extremo oriental de la Avenida de Felipe II, junto al Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid. Esta construcción tiene tres piedras de grandes dimensiones de este granito de Villacastín, dos de ellas de 90.000 kilos de peso y una tercera de 75.000 euros. «Salieron de la cantera bastante rectas y muy bien alineadas», recuerda Prados. Otro de los trabajos es el pedestal del monumento al doctor Jiménez Díaz, situado en la Plaza de Cristo Rey, entre la Clínica de la Concepción y el Hospital Clínico de San Carlos. En la actualidad, esta empresa es llevada por familiares.

Así, en la maqueta se puede contemplar desde el cimborrio de la torre con sus campanas, pasando por el reloj o sus magníficas puertas, consiguiendo una maqueta a escala de este templo de grandes dimensiones, que fue declarado Bien de Interés Cultural en julio de 1944.

Horas y horas de trabajo minucioso y preciso, al tener que cortar todas las piedras para dar como resultado una pequeña obra de arte en granito con un peso de unos 2.500 kilos, 500 más si se cuentan los balaustres. «La dificultad ha sido grande porque toda la iglesia tiene mucho trabajo porque todo es diferente», matiza.

Prados terminó la maqueta en los primeros meses del año 2000, y por avatares laborales fue llevada a una exposición celebrada en el recinto ferial Juan Carlos I de Madrid. Para transportarla tuvo que ser embalada y sellada con silicona por dentro «para que no se perdieran las piezas, que están todas numeradas, porque antes se podía desmontar».

Después de ese viaje, la maqueta ha permanecido guardada en una nave propiedad de la familia durante catorce años. Prados asegura que siempre tuvo la intención de «donarla» al pueblo, pero por situaciones personales lo dejó aparcado. La fortuna ha querido que hace poco la viera el alcalde de la localidad, Jesús Grande, y le animara a comentárselo al párroco, quien accedió gustoso. Un agradecimiento que los vecinos del pueblo le han devuelto con un homenaje en la iglesia, donde le han entregado una placa conmemorativa que Prados ha colocado en un lugar preferente de su casa, como «si fuera una fotografía, en un sitio donde se ve bien», comenta orgulloso. De hecho, este artista no se esperaba este reconocimiento por parte de sus vecinos, lo que le ha reportado «mucha satisfacción».

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