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José Luis González (izquierda), director de Remar Segovia, junto a dos voluntarios de la ONG.
Remar atiende al año a cerca de mil personas en riesgo de marginación

Remar atiende al año a cerca de mil personas en riesgo de marginación

Los treinta voluntarios que trabajan en la ONG luchan cada día para mantener su nueva vida

maría callejo

Sábado, 30 de agosto 2014, 13:18

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Rehabilitación de Marginados es el significado de las siglas de Remar, una ONG que nació hace más de treinta años en el País Vasco con la intención de ayudar a personas con dependencia a las drogas y el alcohol. Actualmente, actúa en 70 países de todo el mundo con ayuda de voluntarios y empresas que unen fuerzas para mantener su apoyo constante a estos afectados. En Segovia son treinta voluntarios, entre los que están en las tiendas y los edificios ayudando a las personas que se están rehabilitando. «Durante el 2013, en Segovia, hemos atendido aproximadamente a 1000 personas», señaló el director de Remar en Segovia, José Luis González Chico.

«Muchas de las personas vienen destruidas, tanto mental como físicamente», indicó González, que añadió que «intentamos que aprendan a convivir en el centro y dejen a un lado todo lo que han vivido». En esta ONG no hay ningún sustitutivo para aquellas personas que estén en un periodo de desintoxicación, solo la fuerza de voluntad del afectado. Por ello, «es importante que siempre haya una persona voluntaria ayudando al que lo necesita; pero hay de todo, gente que aguanta y gente que no», explicó el director de Remar.

Para convivir en Remar hay que respetar unas normas. En función del estado de adaptación del afectado, este vivirá en un centro u otro. En primer lugar está el edificio de primera fase, donde convivien aquellas personas que acaban de entrar en Remar y necesitan un voluntario que lo ayude durante todo el día frente a su problema. «La casa está dividida en dos partes. Por un lado, aquellas personas que han pasado la fase de adaptación; en la otra parte, los que acaban de llegar y necesitan recuperarse; en este momento hay diecisiete personas», explicó González. En este primer centro pueden residir durante veinte días o un mes, dependiendo de la dependencia del paciente. Cuando se superan los primeros treinta días, se trasladan a la casa donde conviven todos los voluntarios, cerca de la tienda de muebles.

El perfil de las personas que acuden a Remar es muy dispar. Sin embargo, los hombres cubren el mayor porcentaje. «A penas vienen mujeres, por ello, la casa de Segovia es únicamente para hombres; en el caso de que viniera una mujer sería trasladada a la casa de Toledo, donde recibiría la ayuda que necesitara». En los últimos años, además, con la crisis, han acudido familias enteras que se han quedado sin hogar. «Los problemas de las personas evolucionan, y actualmente hay menos casos de drogadicción», explicó González.

Fuerza de voluntad

Además de la concienciación mental que tienen que mantener día a día para desintoxicarse, está la dependencia física. Por ello, muchos de los que lo intentan, fallan. Esto no supone ningún problema, siempre que el paciente quiera curarse. «Si incumplen las normas y vuelven a consumir; se les traslada de nuevo al edificio de primera fase y se les disciplina fregando los platos o con alguna actividad que no les guste», explicó el director de la ONG. Remar no cuenta con sociólogos o psicólogos, sino que «aquí somos todos voluntarios, no hay ningún profesional. Intentamos ayudarnos, porque salir de ese mundo es posible. Los que trabajamos aquí lo hemos conseguido», indicó José Luis González.

«La financiación de Remar es a través de las tiendas y de los trabajos que realizamos entre mudanzas, carpintería, transportes, ropa y trabajos de pintura. Pero no contamos con ninguna subvención; el dinero que conseguimos es siempre a cambio de un trabajo que nosotros hacemos», explicó el director. Además, José Luis González forma parte de otro proyecto social. Cada domingo se desplaza hasta la cárcel para visitar a dos presos. «Intento llevarles palabras de ánimo y todo lo que necesiten», concluyó González.

Es fácil ayudar a esta ONG, «simplemente cuando quieran hacer una mudanza o cuando no sepan a quien llevarle la ropa, que nos llamen. Nuestro presupuesto siempre será más bajo que una empresa profesional», sentenció el director.

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