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El arqueólogo Luciano Municio guía la visita por la cueva
Matabuena se adentra en la Edad de Bronce

Matabuena se adentra en la Edad de Bronce

A lo largo de los 500 metros de la gruta se han encontrado grabados, símbolos, restos de cerámica y de utensilios de caza

diana gil

Domingo, 10 de agosto 2014, 13:26

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Anochece cuando uno se pone en pie. Se topa con techos bajos y llenos de grabados. Hay barro, agua y alguna que otra babosa y mosquitos. Así está la cueva de la Fuentebuena de Matabuena, una gruta hallada hace once años y que llevaba intacta, al menos por la mano del hombre, más de cinco siglos. Cuando fue descubierta, al arqueólogo del servicio territorial, Luciano Municio, le bastaron 50 metros para constatar lo aparecía ante el haz de luz de su linterna. Aquello era algo más que una cavidad; allí había algo más que humedad, que un río y el lodo.

Aún recuerda cómo fue la entrada en 2003. «Íbamos dejando huella sobre un lecho de arenas de aporte fluvial, pero al ver el techo cuajado de grabados prehistóricos ordené dar la vuelta», Los miembros del Ayuntamiento y de la Guardia Civil deshicieron el camino a indicación del arqueólogo.

El catálogo de yacimientos «se amplía cada semana»

  • La provincia cuenta con cerca de 1.600 yacimientos de todas las épocas y el catálogo se sigue «ampliando cada semana», según Luciano Municio. No son solo las excavaciones, sino que se trata de todo el patrimonio histórico que existe en la zona. Hasta que llegaron las estrecheces económicas, en Matabuena se siguieron los pasos habituales. Lo primero es cerrar el hallazgo para evitar la entrada de curiosos que pueden dañar el yacimiento; lo siguiente es caracterizarlo, y luego comenzar a excavar. Y así se hizo hasta que se agotó la financiación. Los proyectos en investigación tienen una financiación externa, aunque la Junta colabore. Municio comenta que es «evidente que no podemos excavar todo lo que vemos»; y apostilla que además hay que avalar la conservación y en muchos casos la excavación es la parte más pequeña e le la inversión.

Apenas dos días después del descubrimiento de la cueva, comenzaron las investigaciones sobre la zona con un estudio paleontológico que estableció que la cavidad databa del año 2.000 antes de Cristo, fecha que corresponde a la Edad de Bronce. El grupo de topógrafos y arqueólogos que trabajaron en caracterizar y valorar las zonas más interesantes vieron facilitada su labor por el tiempo que la cavidad llevaba sin ser alterada por la presencia humana, aproximadamente desde el siglo XV o XVI. Este hecho ha quedado comprobado por las inscripciones y símbolos, como una estrella, que pueden admirarse en el techo y paredes como si hubieran sido grabados ayer.

Daños en evaluación

En la parte exterior del yacimiento se han llevado a cabo hasta ahora dos campañas de excavación. Los arqueólogos han detectado que en la superficie se asentaba un poblado. Lo saben al apreciar estructuras de habitación, tipo cabañas, construidas con muros que conforman espacios acotados. Asimismo se han hallado hoyos, que eran usados como silos para almacenar el alimento, pero también podían ser empleados como basurero cuando había dejado de cumplir su función principal. Además, se descubrieron cerámicas hechas a mano y con pocas decoraciones, cuencos semiesféricos y cuenquitos carenados, elementos muy característicos del inicio de la Edad de Bronce.

Los pobladores que se asentaron en la cueva se dedicaban a la caza, además de cultivar la agricultura y el cuidado del ganado. Y es que otros hallazgos del lugar han sido punzones de cobre, agujas y puntas de flecha, estas últimas de material óseo. A pesar de todos estos descubrimientos, Municio asegura que estos materiales «no destacan sobre lo que ya se conoce de la etapa inicial de la Edad de Bronce en el norte de la sierra de Guadarrama».

Las investigación en el interior de la gruta es mucho más compleja, además de costosa. La entrada a la galería es harto difícil. Dentro fluye un río que inunda parte de la cavidad durante casi todo el año y transforma el suelo en barro. Las cuevas fueron abiertas de manera descontrolada en dos ocasiones, lo que originó un daño irreparable que aún se está valorando.

Un primer proyecto desarrollado al poco tiempo del descubrimiento de la cueva permitió caracterizar el yacimiento. Así pasó a estar integrado en los 26 yacimientos calcolíticos que se reparten por todo el piedemonte del Sistema Central desde Ayllón hasta Segovia, es decir, todo el frente calizo.

Un lenguaje para interpretar

Un segundo estudio, que aún sigue en fase de análisis, es el proyecto llamado Sigarep siglas de Sistema Geógrafo de Información de Arte Rupestre. Un cuerpo de trabajo multidisciplinar formado por topógrafos, informáticos, fotógrafos, arqueólogos, geólogos e incluso un matemático, realizaron pruebas en el interior para conocer si existen grabados en las paredes que no son perceptibles para el ojo humano.

Además, se pueden contemplar diferentes dibujos rayados sobre la piedra, algunos de ellos curvos y que parecen perfilar un animal. También hay algún trazo de color negro en otras partes. Los grabados son abstractos, pero según explica el arqueólogo, se está trabajando en crear un sistema de lenguaje que permita interpretarlos. Una de las opciones que intuye es que sean marcadores geográficos con los que los hombres prehistóricos delimitaban zonas, pero no es exacto.

Con un escáner multidimensional de alta resolución y con una cámara multiesprectal se llevaron a cabo las diferentes pruebas, que por el momento han servido para reconstruir una malla tridimensional de las zonas arqueológicas interesantes. Cuando los trabajos anteriores se sincronicen con las fotografías y con un algoritmo creado por el matemático para interpretar este arte rupestre, se podrán aislar y diferenciar la intercalación de los grabados. Municio asegura que es complicado porque «en un metro cuadrado se superponen miles de trazos en varias capas».

La «hermana» de Prádena

Si estos trabajos llegan a dar los frutos deseados, indicaría que «en el interior de la cueva hay grabados de épocas más antiguas que las que marca el yacimiento de la superficie». A esta dificultad, hay que añadirle el de la preparación del material del que dispone la Junta, que aunque sea avanzado no lo es como el que usan los expertos del programa y por tanto ralentiza el trabajo.

La Cueva de los Enebralejos de Prádena, a pocos kilómetros de Matabuena, cuenta con las mismas características. Son «hermanas», según el arqueólogo. Ambas tienen un asentamiento humano con cabañas y silos en la superficie de la caverna. Las similitudes van mucho más allá. Y es que no eran usadas como vivienda, sino como cementerio.

La diferencia que puede haber entre ambas es el tamaño, ya que la Cueva de los Enebralejos tiene un trazado de más de tres kilómetros en todas sus galerías, mientras que la de la Fuentebuena es de unos 500 metros repartidos en dos galerías. El problema de Prádena comenta Municio es que no se conoce el poblado exterior ya que las referencias que existen son muy antiguas, puesto que las excavaciones se realizaron cuando los temas arqueológicos aún eran gestionados por el Ministerio de Cultura. Para el experto, no está claro lo que había en el exterior del yacimiento ya que no hay excavaciones modernas, aunque es «evidente» que había cabañas y una ocupación similar a la de Matabuena. Por tanto, parecen de la misma época y cortadas por el mismo patrón: el poblado en superficie, el cementerio y el arte rupestre.

La opción tridimensional

Otra de las diferencias que existe es la accesibilidad, lo que provoca que la cueva de Matabuena tenga una explotación orientada al conocimiento prehistórico y no a la exhibición. La entrada a Fuentebuena es comparable a la de otra cueva del entorno, La Griega, que se sitúa en Pedraza. Allí, para acceder es necesario arrastrarse, pudiendo provocar que alguno de los grabados sufra el roce de los visitantes ya que algunas partes son muy estrechas.

Por tanto, el arte Paleolítico de la cueva no uede ser observado 'in situ', pero con la tecnología del momento se pueden realizar reconstrucciones tridimensionales. En este caso, un equipo de investigadores de la Universidad de Salamanca acaba de realizar un estudio que permite realizar un viaje virtual por la cueva. Esto se ha conseguido gracias a la tecnología adecuada, puesto que con las ortofotografias realizadas de las paredes se ha recreado la cavidad sin que se pierdan la textura, el color natural y los grabados; y además se puede contemplar sin deformaciones ópticas. Así se puede dar a conocer el interior de la cueva en tres dimensiones a los visitantes sin tener que entrar en ella. Quizá sea una de las soluciones para que la Cueva de la Fuentebuena pueda ser vista.

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