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Florine Stettheimer, la primera mujer que hizo un autorretrato desnuda. WORD
Tras el Día de la Mujer... solo cuatro pintoras cuelgan sus cuadros en El Prado

Tras el Día de la Mujer... solo cuatro pintoras cuelgan sus cuadros en El Prado

Existen numerosas teorías que tratan de explicar el ninguneo a la mujer como artista

chemasánchez

Sábado, 10 de marzo 2018, 13:13

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Hablando con mi amiga Emilia sobre el androcentrismo –¿está bien dicho, profe?– del mundo de la pintura y de la escultura, pensé que nada mejor que dedicar un comentario sobre este fenómeno, en torno al 8 de marzo, ‘Día Internacional de la Mujer’ y fecha elegida para la celebración de una jornada de huelga feminista celebrada hace dos días y que se dejó sentir en la calle.

Según Plinio el Viejo, en su Historia Natural, Kora fue la inventora de la pintura, cuando la hija del alfarero Butades Sicyonius, trazó sobre un muro el contorno de la sombra de su novio, antes de que partiese para la guerra. El artesano luego reprodujo esa silueta en una baldosa de aquel primer retrato de la historia.

Pero ¿cuántos nombres de mujeres artistas encontramos en la historia del arte? La verdad es que el número y la importancia son ridículos si lo comparamos con el de hombres.

En el museo del Prado, con más de 8.000 catalogadas, y muchos cientos de obras colgadas en sus muros, solamente se exhiben cuatro cuadros firmados por mujeres.

Existen numerosas teorías que tratan de explicar el ninguneo histórico a las mujeres como artistas. No faltan los que aseguran que los hombres querían las mujeres como modelos para tener esos cuadros y así tener la sensación de posesión de la propia mujer. Boccaccio aseguraba que: «el arte es ajeno al espíritu de las mujeres», en una proclama misógina y cavernícola.

En el siglo X hay referencias de Ende, una excelente copista («Ende, pintrix et dei aiutrix. Ende, pintora y sierva de Dios»). La polifacética Hildegarda de Bingen ya dio muestras de su capacidad artística en el siglo XII, pero habría que esperar hasta el XVI, en pleno Renacimiento, para encontrarnos con Sofonisba Anguissola, la primera gran pintora de la historia. La también pintora barroca Artemisia Gentileschi recogió el testigo de su compatriota italiana. Lugar de privilegio igualmente para la pintora flamenca Clara Peeters. En España en el siglo XVII tuvo gran prestigio La Roldana (Luisa Roldan), hija de un imaginero sevillano, y en Quito (Perú) Isabel de Santiago que heredó el taller de pintura de su padre.

La historia más moderna nos ha dejado el legado de de Berthe Morisot, Mary Cassat, Tamara Lempicka, Lavinia Fontana, Judith Leister, Camille Claudel, Sonia Delaunay, Frida Kalho, o nuestra controvertida Maruja Mallo, así como María Blanchar, Menchu Gal, o Carmen Laffon. Florine Stettheimer marcó el hito de haber sido la autora del primer autorretrato desnudo de la historia del arte.

Aunque no faltan los nombres ni los datos, todo ello nada tiene que ver con la profusión abrumadora de los antecedentes masculinos.

Da la impresión de que las mujeres entraron en el mundo del arte muy tarde y lo hicieron de puntillas y por la puerta de atrás. De todos es conocido que Camille Claudel fue la autora de numerosas obras que pasaron a la historia firmadas por su pareja, el prestigioso Augusto Rodin. Ella constituye la punta del iceberg de toda una legión de artistas que han permanecido y permanecen aún en el anonimato, tapadas por el relumbrón de los titulares de los talleres en los que trabajaron en la trastienda de forma incógnita.

Vaya desde estas líneas nuestro recuerdo y homenaje a todas estas artistas desconocidas, con el deseo de que nunca más queden aparcadas por simples razones de género, artistas que de haber tenido atributos masculinos podrían haber sido famosas. Hoy, no es de recibo que una mujer tenga que firmar una novela, un poema o una obra teatral con un seudónimo de hombre. De igual forma las mujeres han superado el ostracismo artístico desde hace algunos años.

La Salina, gozosa excepción

La sala de exposiciones de La Salina que comandan el diputado Julián Barrera, la directora del área Belén Cerezuela y el técnico Aníbal Lozano, es una gozosa referencia en el tema que nos embarga. El escenario de la calle San Pablo mantiene desde hace años una febril actividad que no conoce de vacaciones o descansos. A lo largo de todo el año, sin fallos ni vacíos, se sucede una intensa programación en la que las mujeres ocupan un lugar prioritario, tanto por la cantidad de autoras como por el nivel y la calidad de sus obras.

En los últimos años por La Salina han pasado Marina Gómez, Marta Brufau, Encarnación Hernández, Felicidad Montero, María Salud Parada, Concha Ibáñez, Malocha Pombo, Teresa Uribe, María Cecilia Martín… al margen de un buen número de pintoras, grabadoras, dibujantes y escultoras en muestras colectivas. Hace pocos días se clausuró una exposición de grabados con presencia femenina y para abril se anuncia la exposición de otra mujer, Mayte Rodríguez.

Nos parece fenomenal la línea expositiva de la sala, sobre todo, por ser el escaparate de una institución pública como es la Diputación de Salamanca, que está poniendo su granito de arena para que nunca más vuelvan a ser borradas las mujeres de los libros de historia. Todos, absolutamente todos, cada cual desde su ubicación social, tenemos que intentar acabar de una vez por todas, las artistas invisibles.

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