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SALAMANCA
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Jueves, 28 de diciembre 2017, 11:34
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Conducir bajo los efectos del alcohol y las drogas está castigado penalmente y puede acarrear graves consecuencias, no solo para el conductor que comete la infracción, sino también para otros vehículos y peatones. En su afán por hacer frente a esta grave problemática circulatoria y para prevenirla, la Dirección General de Tráfico ha redoblado sus esfuerzos en los últimos años intensificando tanto los controles de alcoholemia como los de drogas.
En el caso de la provincia de Salamanca, los datos que ha recopilado la DGT relativos al último lustro arrojan unos guarismos que resultan especialmente elocuentes. En términos globales los controles de drogas y alcohol practicados en el periodo comprendido entre los años 2012 y 2016 en las carreteras salmantinas fueron constantes, aunque se percibe una llamativa y jugosa diferencia si se trata de pruebas de alcoholemia o de sustancias estupefacientes.
Respecto a las pruebas de alcoholemia, se aprecia un notable descenso en el número de los expedientes tramitados. Si en el año 2012 fueron 90.639 casos, en 2016 se registró una importante caída, al disminuir hasta los 81.387. Eso sí, a mediados del lustro se incrementaron especialmente, como sucedió en el año 2014 cuando se hicieron 106.340 controles.
Todos estos datos se describen de forma detallada en la respuesta parlamentaria que dio el Gobierno a una pregunta tramitada previamente por el PSOE en el Congreso de los Diputados. Entre los parlamentarios que formularon la interpelación figuraba el diputado del Partido Socialista por la provincia de Salamanca, David Serrada. También rubricaron la pregunta los diputados socialistas María Aurora Flórez Rodríguez y Pablo Bellido Acevedo.
En cambio, en el apartado especifico referido a los controles para determinar posibles casos de consumo de sustancias, la tendencia es totalmente inversa. En el año 2012 se realizaron en las carreteras salmantina únicamente 21 pruebas de estas características a otros tantos conductores. Sin embargo, esta cifra se disparó de forma progresiva con el paso de los años, situándose ya en 224 en el año 2014, 813 en 2015 y, finalmente, 735 en la pasada anualidad. El uso de la calculadora para efectuar una sencilla división arroja como conclusión demoledora que en solo cinco años el número de controles por consumo de drogas se multiplicó, nada más y nada menos, que por 35 en el conjunto de las carreteras provinciales.
Si se analizan de forma detenida las conclusiones que depararon estas enumeraciones estadísticas, resulta especialmente alarmante el preocupante incremento de las pruebas que arrojaron datos positivos en el consumo de sustancias durante la conducción. En el año 2012, por ejemplo, 15 de los 21 controles de drogas se saldaron con indicadores positivos, es decir, que el conductor ingirió de forma previa algún tipo de droga antes de ponerse delante del volante.
Las cifras alcanzaron baremos realmente alarmantes en el año 2016, dado que de las 735 pruebas llevadas a cabo por la sección de Tráfico de la Guardia Civil, resultaron positivas 320. Es decir, a lo largo del este último lustro los positivos por consumo de drogas se multiplicaron, por increíble que parezca, por 21, variable que se deduce de la evolución de los 15 positivos de 2012 a los mencionados 320 positivos de la pasada anualidad.
La contestación parlamentaria a la pregunta formulada por el Grupo Socialista ahonda aún más, al especificar el tipo de drogas que consumían los conductores que dieron positivo en los controles de tráfico. La tendencia más sobresaliente es que el cannabis se mantiene inalterable como sustancia preferida a lo largo del último lustro entre los pilotos que fueron penalizados. En el año 2012, por ejemplo, el cannabis fue localizado en el 50% de los casos y en 2016 representaba el 49,4%, es decir, solo seis décimas menos, lo que pone de relieve que la tendencia apenas ha experimentado oscilaciones ni cambios reseñables.
El segundo puesto de este deleznable ‘ranking’ tampoco ofrece variaciones, dado que a lo largo de 2012, 2013, 2014, 2015 y 2016 fue siempre la cocaína, año tras año, la droga más consumida por los conductores, quedando por detrás del cannabis. En 2012 la ‘coca’ representaba el 26,92% y en 2016 estaba presente en el 27,21% de las ilegalidades cometidas al volante bajo los efectos de las sustancias estupefacientes.
El año pasado el tercer lugar en el amplio abanico de las drogas correspondía a los opioides, con un 10,50%, seguidos de las anfetaminas con un 7,64% y la metafentamina con un 5,01%. El ramillete de sustancias prohibidas se completa, en la tabla elaborada por los técnicos de la Dirección General de Tráfico, con un consumo ínfimo en benzodiacepinas.
En cambio, en la réplica parlamentaria del Gobierno a la pregunta del Partido Socialista no se disecciona esta enumeración estadística ni en virtud del sexo ni por la edad de las conductores que tuvieron que someterse a las pruebas de los agentes de Tráfico de la Benemérita en las carreteras salmantinas, dado que no se disponen, puntualiza el Ejecutivo, de estos datos específicos.
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