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Manuel Muiños, sobre el escenario del teatro Liceo durante su pregón de la Semana Santa de Salamanca de 2018.

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Manuel Muiños, sobre el escenario del teatro Liceo durante su pregón de la Semana Santa de Salamanca de 2018. MANUEL LAYA

«Llevemos sobre los hombros el Cristo encarnado en el sufrimiento humano»

El pregonero de la Semana Santa de 2018, Manuel Muiños, humaniza lo que vivirán los cofrades en la ciudad los próximos días

EVA CAÑAS / WORD

SALAMANCA

Miércoles, 21 de marzo 2018, 07:53

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En el teatro Liceo ayer se escuchó y se sintió un pregón de la Semana Santa con alma, en una puesta en escena sin precedentes. Manuel Muiños supo crear una atmósfera íntima, en el que nunca faltó el diálogo con las dos imágenes que allí le acompañaban y que daban sentido a cada palabra y mensaje: el Cristo de la Humildad, de la Hermandad Franciscana, y Nuestra Señora de la Esperanza, de la Dominicana. Hacia estas dos imágenes de un Crucificado y su Madre iba dirigido un pregón de un sacerdote volcado en los que sufren y buscan nuevas oportunidades en la vida.

Antes de aparecer sobre el escenario, comenzó a escucharse un violín y una melodía, la banda sonora de ‘La vida es bella’, de la mano de Mikel Heater, un artista habitual en las calles de la ciudad. Junto a su música, una proyección de las imágenes que presidían el pregón, de sus rostro, de sus pies..., que parecían sobresalir del escenario y acercarse al público allí presente.

Y las primeras palabras del pregonero fueron para el Cristo de la Humildad: «Señor de los humildes y sencillos, de los compasivos y misericordiosos, Señor de todos los que quieren vivir en el Amor», y para su Madre, Nuestra Señora de la Esperanza, vestida de hebrea, «siempre revestida de humildad, sencillez, entrega, amor y fe».

«Cuántos flagelados en nuestra sociedad de hoy, castigados por el látigo de la indiferencia»

No quiso dejar pasar la oportunidad en el inicio de su pregón de mencionar a la organización que preside, Proyecto Hombre de Salamanca, para Manuel Muiños, «una auténtica hermandad con lenguaje laico y valores muy evangélicos, donde día tras día tratamos de resucitar a muchos crucificados de nuestra sociedad». En cuanto a su tarea de pregonar, reconoció que supone «motivar a vivir algo muy especial para todo creyente, de una manera muy especial», porque para Muiños, «todos somos pregoneros, en tanto en cuanto vivimos lo que pregonamos, es decir, esa fe que profesamos».

Y el pregonero de la Semana Santa de 2018 quiso adentrarse en las entrañas de la misma, y para ello, lo adornó evocando un paseo por ella, mostrando esa forma de vivir la Pasión a las dos imágenes que le acompañan: el Maestro y su Madre: «Salgamos a dar una vuelta por sus calles...» Y tras unos sonados aplausos, el violinista regresó a la escena, en esta ocasión, para interpretar, ‘La Misión’, de Oboe.

«Que se ilumine a la sociedad para que avance hacia un futuro estable de justicia y paz»

Tras la pieza tocada por Mikel Heater, el pregonero volvió al escenario justo al lado contrario del que comenzó, en otro atril, más cerca de las imágenes. Y en ese momento comenzó el recorrido por la Pasión salmantina en un diálogo personal con el Señor y su Madre, de confidencias, que se inicia el Domingo de Ramos evocando en ese momento, al que fue el Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión (futuras), porque menciona la primera salida de la Hermandad Franciscana que todavía no ha tenido lugar o un primer Viernes de Dolores en el que las Esclavas del Santísimo Sacramento ya no están en la capilla de la Vera Cruz, y al Crucificado le comenta: «Tu Madre creo que te pidió algo si no recuerdo mal, vocaciones a la vida consagrada, es decir, generosidad en las almas humanas para poner su vida al servicio de los demás». Y a Jesús le recordó que de la iglesia de la Purísima saldrá como Jesús Despojado: «Impresionante el mensaje de vuestra presencia en las calles, cuántos despojados, no sólo de sus vestiduras sino hasta de su dignidad, y están aquí muy cerca, a nuestro lado».

Manuel Muiños no quiso olvidarse de nadie en su pregón, con la intención de despertar entre los cofrades una conciencia social. Y lanza una propuesta, porque el pregonero cree que durante los días Santos al caminar junto al Señor, «qué oportunidad para humanizarnos un poco más, aprendiendo el arte de amar y de recibir todo, dándolo todo». Y para el Martes Santo, la noche más universitaria, el pregonero pidió al Señor que ilumine la universidad de la ciudad, «que sus ochocientos años de vida sean expresión y reflejo de una entidad vetusta y madura, no rancia y pocha, que vive el presente con esperanza de futuro». También pidió que se ilumine a la sociedad, para que avance hacia un futuro estable de justicia y paz:«Ilumina nuestra vida, danos la sabiduría que nace de la humildad y la sencillez, para caminar con la razón y el corazón».

Dentro de la humanización del pregón, Manuel Muiños evocó a los «flagelados» en la sociedad de hoy, «castigados por el látigo de la indiferencia, el desprecio y la humillación. Víctimas del hambre, la guerra y la violencia fanática». Y al Maestro también quiso llevar en su pregón junto a los enfermos de hospitales y residencias de mayores de la ciudad:«Ahí está también tu Pasión, Muerte y Resurrección diaria, y ahí tenemos que estar nosotros contigo, como costaleros, llevando sobre nuestros hombros el Cristo encarnado en el dolor y el sufrimiento humano, y como cofrades, acompañando en el dolor de la enfermedad». Y para concluir, el pregonero mostró su deseo de haber tocado un poco «el corazón de los presentes y haberles motivado».

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